¿Qué es un fantasma?
Popularmente se suele referir a un fantasma como la supuesta aparición de una entidad que consta del alma o espíritu de una persona (u otro ser vivo) que ha muerto. Aunque no cumplen con uno de los pilares del método científico que es el principio de falsabilidad (no pueden ser refutados mediante en enunciado comprobable empíricamente).
Estas apariciones serían perceptibles a nuestros sentidos pues se harían visibles, producirían sonidos, moverían objetos, desprenderían aromas o incluso, en algunos casos, podrían apoderarse del cuerpo de un ser vivo mediante una posesión.
Un dato muy especial es el que en el antiquísimo poema épico de la Antigua Sumeria: la Epopeya de Gilgamesh, la primera obra literaria de la historia de la humanidad de la que se tiene conocimiento, ya se menciona a los fantasmas.
El abordaje de los fantasmas desde la ciencia ha sido siempre desde el escepticismo, intentando aplicar el método científico para llegar a una explicación racional de los presuntos fenómenos paranormales.
La conclusión ha sido casi siempre la misma: los relatos sobre fantasmas son o bien bromas y engaños, o interpretaciones equivocadas de fenómenos perfectamente naturales.
En algunos casos, a lo sumo, puede ocurrir sugestión u otros procesos cerebrales que convencen a una persona de haber experimentado un fenómeno sobrenatural, de haber visto un fantasma.
Investigadores científicos suelen aplicar ante el problema el principio de la navaja de Occam, el que sostiene que, ante diferentes respuestas hipotéticas a un problema, la correcta siempre es la más sencilla; es decir la que contiene menos suposiciones y conjeturas.
A pesar de la enorme popularidad de este mito, en el campo que nos interesa, en la realidad y el ámbito de las ciencias, no existe una evidencia clara, concisa y plausible de que este mito tenga algo de real. Sí se lo puede explicar de acuerdo a la imaginación, las coincidencias (que sí tienen una explicación científica) y sobre todas las cosas: la sugestión.
Los escépticos definen lo que en la jerga popular se le llama fantasma como una simple serie de acontecimientos fácilmente explicables, pero mal interpretados que, bajo los efectos de variadas razones (dicha imaginación, sugestión, antiguas creencias, etc.), terminan considerándose como la ocurrencia del mito.
Energía eléctrica y campos electromagnéticos
Lo cierto es que, en determinadas condiciones geológicas el campo magnético terrestre y varios tipos de equipos electrónicos tienen mucho que ver con los cambios en los campos magnéticos y las inusuales fluctuaciones que se pueden registrar. Esto ocurre sobre todo en la noche (donde según esta gente hay mayor actividad fantasmal) pues el viento solar interactúa con la magnetosfera de la Tierra en mayor medida sobre la parte de la misma que se encuentra a oscuras.
Algunos investigadores creen que, por la noche estos campos también pueden provocar efectos más intensos en el cerebro. Estos efectos en el cerebro han sido estudiados con sumo cuidado y se sabe que la estimulación eléctrica de ciertas partes del cerebro, como la circunvolución angular del encéfalo, puede provocar sensaciones muy particulares y leve paranoia (a veces descripto como si alguien detrás de nosotros nos imitara), en algunos casos alucinaciones e incluso hasta experiencias cercanas a la muerte.
El sonido y las ondas de baja frecuencia
La cuestión del sonido, de cómo esta puede afectar a los humanos y la forma en la que esto se ha descubierto es mucho más real y aún más aterrador que creer en un fantasma. En el año 1950 Vladimir Gavronsky, llevó a cabo varios experimentos en cuanto a los efectos del infrasonido.
Controlando la vibración de tuberías que había en el laboratorio notó que podía provocar en sus colegas toda clase de desagradables sensaciones, irritación, dolor e incluso provocar un sangrado en sus oídos. Así Vladimir descubrió los efectos del infrasonido, un sonido con una frecuencia que en ocasiones puede ser tan baja como para que a pesar de que no se escuche, si se pueda sentir.
Luego de varias investigaciones se logró determinar que la exposición a sonidos de entre 7 y 19 hercios pueden inducir un estado de miedo, paranoia, temor, dolor y pánico. A pesar de que se tiene evidencia científica de este hecho, igual hay quienes creen que justamente estos sonidos son emitidos por las entidades.
También se sabe que, en todo el mundo, en todas las ciudades o incluso en la naturaleza existen toda clase de fuentes de este tipo de sonido y hasta algunos animales son capaces de emitirlos, por ejemplo, un tigre, cuyo rugido tiene una frecuencia de sonido de 18 Hz.
Esto ocurre porque el ojo humano está formado por humor vítreo el cual es un líquido y como tal, puede ser sensible a las ondas del infrasonido. Este líquido puede generar imágenes falsas (como las miodesopsias [Esos gusanitos que a veces vemos flotando]).
El ser humano puede oír sonidos de entre 20 y 20 000 Hz. Así, en 1998, Vic Tandy (investigador de la Universidad de Coventry) explicó cómo los infrasonidos podrían producir la impresión concreta de «sitios embrujados». Demostró que los infrasonidos provocaban una percepción de movimientos a los costados del campo visual. Esta falsa percepción podía ser provocada por un ventilador. Los ventiladores giran a 300 RPM (revoluciones por minuto), lo que equivale a 5 revoluciones por segundo o 5 Hz.
Para demostrar los efectos de este fenómeno, se han hecho experimentos exponiendo a grupos de voluntarios a varias canciones, algunas de las cuales contienen infrasonidos de fondo y otras no. Durante las canciones que contenían infrasonidos, el 22% de los participantes admitieron haber experimentado ansiedad, tristeza y escalofríos. De hecho, los infrasonidos producidos por los órganos de las iglesias podrían inducir estos mismos estados en la gente que acude a ellas.
Por ejemplo, aunque es relativamente infrecuente que un edificio produzca sonidos, no es extraño. Las estructuras de nuestras casas no son completamente rígidas y, con el tiempo, se van deformando y creando zonas donde la tensión se acumula que, al ceder, se puede liberar bruscamente produciendo sonido. Este fenómeno puede aparecer por la distribución del propio peso que aguantan las paredes o por los ciclos de dilatación y compresión que experimentan durante el día y la noche debido a los cambios de temperatura. Hasta el agua corriendo por las tuberías puede hacer sonidos raros que, en el silencio de la noche, parecen mucho más intensos de lo que realmente son.
Lo mismo ocurre con los perros o gatos que según las películas de terror, pueden percibir presencia paranormal. Aunque quizá lo único que sucede es que este oyendo un infrasonido.
Existe una gran variedad de sonidos que están por debajo de los 20 Hz. y que nosotros no podemos escuchar. El famoso silbato para perros que es imperceptible para nosotros es un ejemplo de eso.
Por eso cuando tu perro está inquieto no debes temer de presencias extrañas. Los infrasonidos no sólo provocan audios de cierto nivel, sino que también provocan vibraciones perceptibles para los animales, pero no siempre para nosotros.
Esta onda sonora también podría ser la protagonista de la sensación de que alguien o algo te está observando. El sentimiento de miedo depende de las circunstancias. Obviamente, si estás solo por la noche y tienes esta sensación, es posible que entres en pánico más que otra cosa y comiences a darle lógica a la presencia de un supuesto fantasma (sugestión).
Otros fenómenos naturales que provocan infrasonidos son tormentas, los rayos solares o las olas, vientos e incluso movimientos telúricos. No es descabellado pensar que el malestar subjetivo que muchas veces se atribuye a los fantasmas pueda estar asociado con una fuente de infrasonidos natural.
Los cambios en la temperatura
Existe un fenómeno conocido como punto frío que refiere a un lugar determinado en el que la temperatura del ambiente desciende de forma considerable y que se tiende a considerar como un lugar en el que hay “actividad paranormal”.
Este hecho generalmente se trata de una simple corriente de aire frío, fallas en la construcción y la ventilación de un lugar, una falla en un sistema de aire acondicionado o en algunos casos, el responsable es algo tan simple como una chimenea o incluso una ventana mal cerrada.
Otra explicación la tiene Richard Wiseman, un famosos psicólogo de Reino Unido, el cual explica en su libro Paranormality que el cuerpo reacciona al miedo, no solo de forma mental sino también física y por eso podemos sentir frío.
La sangre que viaja de las yemas de los dedos (porque generalmente usamos nuestras manos para explorar la supuesta presencia) hasta los grandes músculos del cuerpo le da la señal al cerebro de peligro y es así como nuestro organismo se prepara para pelear o correr, lo que ocasiona la sensación de un frío inexplicable.
Eso sin contar que al momento nuestro cerebro entra en modo de hipervigilancia intentando percibir todo lo que sea posible y eso podría hacernos oír o ver cosas que en realidad no están sucediendo.
Esas evidencias (sentirse vigilado, sentir frío, escuchar extrañas frecuencias o ver cosas “inexplicables”, entre otras) bien pueden considerarse sí como: un cuadro de paranoia (quizás inducido por el sonido), de sugestión (producto del mito, la educación y otros muchos aspectos sociales) o incluso de alucinaciones, entre otras cosas las cuales explicaremos en artículos posteriores.
Fuentes: vix.com, vix.com, es.wikipedia.org, blogs.elconfidencial.com, msn.com y ecodiario.eleconomista.es