Todos -o bien, casi todos- alguna vez nos hemos planteado: «¿Se podrá viajar a través del tiempo?, si fuese así, ¿iría al pasado o al futuro?» Pues bien, la respuesta a estas interrogantes fueron respondidas… y hace mucho tiempo.
Probablemente no podamos viajar en el tiempo para ver a los egipcios construir las pirámides o a los incas construyendo Machu Picchu. En el siglo pasado, los científicos construyeron un sinnúmero de teorías que sugerían que era posible dar un salto al futuro; viajar al pasado, sin embargo, es mucho más complicado. Pero no imposible.
Albert Einstein sentó las bases para muchas de las teorías científicas actuales en la investigación de los viajes en el tiempo. Las teorías sobre la relatividad (general y especial) cambiaron drásticamente nuestro entendimiento del tiempo y el espacio. Y es a causa de estas teorías que creemos que viajar en el tiempo es posible.
Una de las opciones para esto sería un agujero de gusano, también conocido como El puente Einstein-Rosen. Junto con el físico Nathan Rosen, Einstein sugirió la existencia de los agujeros de gusano en 1935, y aunque no se ha descubierto alguno, muchos científicos han contribuido con sus propias teorías acerca de cómo podrían funcionar. Stephen Hawking y Kip Thorne son los más conocidos.
Según la teoría general de la relatividad de Einstein, el agujero podría actuar como un puente a través del espacio-tiempo conectando dos puntos distantes con un atajo.
La teoría dice que ciertos tipos de agujeros de gusano permiten viajar en el tiempo en ambas direcciones, si pudiéramos acelerar una de sus bocas a una velocidad cercana a la de la luz (300.000 km por segundo) y después revertir el proceso para colocarlo en su posición original. Mientras tanto, la otra boca quedaría estática. Como resultado, la boca que se mueve envejecería más lento que la boca estática gracias al efecto de dilatación del tiempo.
Sin embargo, en el uso de este método hay bastantes limitantes. La principal es el simple hecho de que necesitamos un método para crear agujeros de gusano, una vez creado, este solo nos permitirá viajar al pasado hasta el punto en el que fue creado. Así que definitivamente nunca seremos espectadores de la construcción de las Grandes Pirámides en Egipto ni ver como los incas cortaban las piedras con tanta precisión.
Otra de las limitantes es que necesitaríamos una manera de mover una de las bocas del agujero de gusano a casi la velocidad de la luz, cosa que en la actualidad no es posible.
Lo que sí podemos hacer es viajar al futuro, pero solo un poco.
En verdad ya lo hemos hecho. Aunque pueda parecer una cuestión típica de las películas de ciencia ficción, lo cierto es que es innegable que ya hemos viajado hacia el futuro.
El viajero más avezado (acostumbrado) en esto del tiempo es el cosmonauta Serguéi Krikaliov. Pasó 803 días en la estación espacial Mir. Y su viaje más largo (probablemente el viaje más largo de toda la humanidad) cuenta con 1/48 segundos hacia el futuro.
Pero, ¿como es posible?
Esto es gracias, nuevamente, a Albert Einstein y el fenómeno predicho por la teoría de la relatividad, la dilatación del tiempo (Véase también ¿Qué es el tiempo?).
La dilatación del tiempo básicamente se refiere a la idea de que el tiempo pasa más despacio para un reloj que se mueve que para uno estático. La fuerza de gravedad también afecta la diferencia en el tiempo transcurrido. Entre más gravedad y más velocidad, habrá mayor diferencia en el tiempo. Los agujeros negros, como el de Interstellar, por ejemplo, producirían una cantidad masiva de dilatación del tiempo, debido a su fuerza gravitacional extrema.
Esto se ejemplifica muy bien con la conocida parábola de los gemelos.
En ella se explica cómo dos gemelos idénticos se separan. Uno de ellos se dirige a un viaje espacial que le llevará a los confines del sistema solar durante varios años viajando a velocidades cercanas a las de la luz. El otro se queda tranquilo en casa. Cuando vuelve el gemelo cosmonauta, se encuentra que mientras que para él han pasado apenas algunos años, para su hermano han sido décadas. Puede, incluso, que toda su familia inmediata hubiera muerto.
Este concepto teórico, que resulta bastante difícil de comprender, en realidad ha sido probado en más de una ocasión, incluyendo una prueba realizada con relojes atómicos ultra precisos.
Como vemos, lo que ocurre al final es que el gemelo que viajó al espacio, lo hizo también hacia el futuro. Igualmente le ocurrió a Krikaliov, quién se pasó casi tres años a 27.000 km por hora y viajó al futuro una fracción pequeñísima de tiempo.