Lazos y conexiones
Los reptiles liberan oxitocina durante el acto sexual, pero los mamĂferos la producen todo el tiempo. Es por eso que los reptiles se mantienen alejados de otros reptiles excepto cuando se aparean, mientras que los mamĂferos forman apegos con los familiares, las camadas o los rebaños. Cuanta más oxitocina se libera, más unido te sientes a la otra persona. Pero hay que tener en cuenta, que los niveles de segregaciĂłn de neurotransmisores u hormonas, tambiĂ©n dependen de nuestras creencias y de nuestra percepciĂłn de las cosas.
La serotonina: el neurotransmisor de la felicidad
Conseguir respeto sienta bien ya que estimula la liberación de serotonina (Cozolino, 2006). En el mundo animal, la dominancia social trae consigo más oportunidades de apareamiento y más descendencia.
Da paso a una época en la que nos damos cuenta de que estar al lado de esa persona en concreto, es experimentar una felicidad más intensa. Por lo tanto, es necesario invertir esfuerzos y compromisos en esa relación para mantener ese estado emocional tan positivo.
La serotonina nos proporciona bienestar cuando las cosas van bien, nos regala optimismo, buen humor y satisfacciĂłn.
Sin embargo, cuando tras el enamoramiento empezamos a experimentar por ejemplo que la otra persona se aleja, que la cosa se enfrĂa o que no se va más allá del plano sexual, los niveles de serotonina pueden caer en picado acercándonos a veces a un estado de indefensiĂłn y angustia muy intensos donde puede aparecer una depresiĂłn.
La serotonina actĂşa sobre las emociones y el estado de ánimo. Es la responsable del bienestar, genera optimismo, buen humor y sociabilidad y es conocida por representar un papel importante en la inhibiciĂłn de la ira y la agresiĂłn. Niveles bajos de serotonina están asociados con la depresiĂłn y la obsesiĂłn (sĂntomas del desamor).
La dopamina: me siento bien contigo, «necesito» estar a tu lado y no sé por qué
La dopamina está relacionada con el placer, y es el neurotransmisor que desempeña un papel importante en los juegos de azar, el uso de drogas, y también en el amor. Cuando nos enamoramos, la dopamina se libera, haciendo que las parejas se sientan eufóricas y enérgicas. Estar con estas personas nos genera un placer indiscutible, un bienestar sensacional y una atracción a veces ciega.
Asimismo, algo que todos hemos experimentado alguna vez es esa necesidad persistente por estar junto a una persona en concreto y no con otra. El enamoramiento nos hace selectivos y es la dopamina la que nos obliga a focalizar «todo nuestro mundo» sobre ese alguien en particular, hasta el punto de «obsesionarnos».
La dopamina es importante ya que está implicada en el sistema de recompensa. El placer hace que nos sintamos bien, que tengamos relaciones sexuales, que comamos alimentos, y que hagamos cosas que nos permitan sobrevivir. Pero tanto en la droga como en el amor, cuando el estĂmulo externo (droga) o interno (oxitocina) desaparecen, puede crear problemas serios para una persona. Entonces aparece el mono y la obsesiĂłn.
Norepinefrina: la dosis de adrenalina
La noradrenalina o norepinefrina es el neurotransmisor que induce a la euforia en el cerebro, excitando el cuerpo y dándole una dosis de adrenalina natural. Esto hace que el corazĂłn lata más rápido, la presiĂłn arterial se eleve y hace que respiremos más pesadamente para que llegue más oxĂgeno a la sangre. Provoca el sĂntoma de las palmas sudorosas y de los rubores de las primeras etapas del enamoramiento, además de alegrĂa, efusividad, nerviosismo desmedido, hasta el punto de desactivar por ejemplo la sensaciĂłn de hambre o la inducciĂłn del sueño.
Cuando el amor duele
Junto a la sensación de euforia y bienestar que llega durante las primeras etapas del enamoramiento, también se produce un aumento de los niveles de estrés y de inseguridad acerca del comienzo de la relación. Prueba de ello es que al principio aumenta la cantidad de una hormona relacionada con el estrés, el cortisol, en la sangre, pero que en relaciones más duraderas esta situación revierte.
Sin embargo, la situación es mucho peor cuando el amor acaba de forma abrupta y contra nuestra voluntad. Según los investigadores, el desamor es una de las experiencias más traumáticas, angustiosas y desconcertantes que una persona puede experimentar, junto a la muerte de un ser querido.
Entre otras cosas, el cerebro comienza a liberar cortisol, la hormona del estrés. Disminuyen los niveles de serotonina y, en consecuencia, la capacidad de pensar racionalmente se resiente. Paradójicamente, aumenta la sensación de enamoramiento, porque suben los niveles de dos hormonas clave en el amor: la dopamina y la oxitocina.
Después de esta tormenta emocional, llega una segunda fase en el desamor, donde se siente una mezcla de resignación, desesperanza y pesimismo. Pasado un tiempo, comienza una reorganización y el cerebro va poco a poco recuperando la normalidad, y preparándose quizás para una nueva historia amorosa.
La droga del amor versus la razĂłn
La selecciĂłn natural produjo en los humanos un cerebro que evolucionĂł para maximizar la reproducciĂłn, y los neuroquĂmicos de la felicidad evolucionaron para promover conductas reproductivas. Eso no tiene mucho sentido en un mundo con control de la natalidad y las presiones de sostenibilidad. Pero en la naturaleza, habĂa que centrarse en reproducir muchos bebĂ©s. Por lo tanto, la selecciĂłn natural ha creado un cerebro con sustancias quĂmicas felices para que recompensen el comportamiento reproductivo.
El amor promueve la reproducciĂłn, lo que provoca una gran cantidad de sustancias quĂmicas que producen felicidad. El sexo es sĂłlo un aspecto de la conducta reproductiva. El amor motiva a recorrer el mundo con tal de estar a solas con esa persona especial. Por supuesto, que la razĂłn está por encima de esas banalidades biolĂłgicas pero los neuroquĂmicos de la felicidad, hacen que sienta tan bien estar enamorado, que el cerebro busca la manera de conseguir más.
En resumen, queremos ser felices y tener el máximo de neuroquĂmicos de la felicidad.
Asimismo, la doctora Helen Fisher nos señala en sus trabajos que el ser humano no es la única criatura capaz de enamorarse. Tal y como el propio Darwin señaló en su momento, en nuestro mundo hay más de 100 especies, desde elefantes, pájaros y hasta roedores que eligen pareja y permanecen con ella toda la vida. Sienten aquello que los expertos han etiquetado como un «un amor romántico primitivo», pero amor al fin y al cabo…
Fuentes: psicologiaymente.com, lamenteesmaravillosa.com, elpais.com, abc.es y ecured.cu