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La quĂ­mica del amor: Parte 2

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Tiempo de lectura: 5 minutos

Lazos y conexiones

Los reptiles liberan oxitocina durante el acto sexual, pero los mamíferos la producen todo el tiempo. Es por eso que los reptiles se mantienen alejados de otros reptiles excepto cuando se aparean, mientras que los mamíferos forman apegos con los familiares, las camadas o los rebaños. Cuanta más oxitocina se libera, más unido te sientes a la otra persona. Pero hay que tener en cuenta, que los niveles de segregación de neurotransmisores u hormonas, también dependen de nuestras creencias y de nuestra percepción de las cosas.

La quĂ­mica del amor: Parte 2 - 1

La serotonina: el neurotransmisor de la felicidad

Conseguir respeto sienta bien ya que estimula la liberación de serotonina (Cozolino, 2006). En el mundo animal, la dominancia social trae consigo más oportunidades de apareamiento y más descendencia.

Da paso a una época en la que nos damos cuenta de que estar al lado de esa persona en concreto, es experimentar una felicidad más intensa. Por lo tanto, es necesario invertir esfuerzos y compromisos en esa relación para mantener ese estado emocional tan positivo.

La serotonina nos proporciona bienestar cuando las cosas van bien, nos regala optimismo, buen humor y satisfacciĂłn.

Sin embargo, cuando tras el enamoramiento empezamos a experimentar por ejemplo que la otra persona se aleja, que la cosa se enfría o que no se va más allá del plano sexual, los niveles de serotonina pueden caer en picado acercándonos a veces a un estado de indefensión y angustia muy intensos donde puede aparecer una depresión.

La serotonina actúa sobre las emociones y el estado de ánimo. Es la responsable del bienestar, genera optimismo, buen humor y sociabilidad y es conocida por representar un papel importante en la inhibición de la ira y la agresión. Niveles bajos de serotonina están asociados con la depresión y la obsesión (síntomas del desamor).

La quĂ­mica del amor: Parte 2 - 2

La dopamina: me siento bien contigo, «necesito» estar a tu lado y no sé por qué

La dopamina está relacionada con el placer, y es el neurotransmisor que desempeña un papel importante en los juegos de azar, el uso de drogas, y también en el amor. Cuando nos enamoramos, la dopamina se libera, haciendo que las parejas se sientan eufóricas y enérgicas. Estar con estas personas nos genera un placer indiscutible, un bienestar sensacional y una atracción a veces ciega.

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Asimismo, algo que todos hemos experimentado alguna vez es esa necesidad persistente por estar junto a una persona en concreto y no con otra. El enamoramiento nos hace selectivos y es la dopamina la que nos obliga a focalizar «todo nuestro mundo» sobre ese alguien en particular, hasta el punto de «obsesionarnos».

La dopamina es importante ya que está implicada en el sistema de recompensa. El placer hace que nos sintamos bien, que tengamos relaciones sexuales, que comamos alimentos, y que hagamos cosas que nos permitan sobrevivir. Pero tanto en la droga como en el amor, cuando el estímulo externo (droga) o interno (oxitocina) desaparecen, puede crear problemas serios para una persona. Entonces aparece el mono y la obsesión.

La quĂ­mica del amor: Parte 2 - 3

Norepinefrina: la dosis de adrenalina

La noradrenalina o norepinefrina es el neurotransmisor que induce a la euforia en el cerebro, excitando el cuerpo y dándole una dosis de adrenalina natural. Esto hace que el corazón lata más rápido, la presión arterial se eleve y hace que respiremos más pesadamente para que llegue más oxígeno a la sangre. Provoca el síntoma de las palmas sudorosas y de los rubores de las primeras etapas del enamoramiento, además de alegría, efusividad, nerviosismo desmedido, hasta el punto de desactivar por ejemplo la sensación de hambre o la inducción del sueño.

La quĂ­mica del amor: Parte 2 - 4

Cuando el amor duele

Junto a la sensación de euforia y bienestar que llega durante las primeras etapas del enamoramiento, también se produce un aumento de los niveles de estrés y de inseguridad acerca del comienzo de la relación. Prueba de ello es que al principio aumenta la cantidad de una hormona relacionada con el estrés, el cortisol, en la sangre, pero que en relaciones más duraderas esta situación revierte.

Sin embargo, la situación es mucho peor cuando el amor acaba de forma abrupta y contra nuestra voluntad. Según los investigadores, el desamor es una de las experiencias más traumáticas, angustiosas y desconcertantes que una persona puede experimentar, junto a la muerte de un ser querido.

Entre otras cosas, el cerebro comienza a liberar cortisol, la hormona del estrés. Disminuyen los niveles de serotonina y, en consecuencia, la capacidad de pensar racionalmente se resiente. Paradójicamente, aumenta la sensación de enamoramiento, porque suben los niveles de dos hormonas clave en el amor: la dopamina y la oxitocina.

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Después de esta tormenta emocional, llega una segunda fase en el desamor, donde se siente una mezcla de resignación, desesperanza y pesimismo. Pasado un tiempo, comienza una reorganización y el cerebro va poco a poco recuperando la normalidad, y preparándose quizás para una nueva historia amorosa.

La quĂ­mica del amor: Parte 2 - 5

La droga del amor versus la razĂłn

La selección natural produjo en los humanos un cerebro que evolucionó para maximizar la reproducción, y los neuroquímicos de la felicidad evolucionaron para promover conductas reproductivas. Eso no tiene mucho sentido en un mundo con control de la natalidad y las presiones de sostenibilidad. Pero en la naturaleza, había que centrarse en reproducir muchos bebés. Por lo tanto, la selección natural ha creado un cerebro con sustancias químicas felices para que recompensen el comportamiento reproductivo.

El amor promueve la reproducción, lo que provoca una gran cantidad de sustancias químicas que producen felicidad. El sexo es sólo un aspecto de la conducta reproductiva. El amor motiva a recorrer el mundo con tal de estar a solas con esa persona especial. Por supuesto, que la razón está por encima de esas banalidades biológicas pero los neuroquímicos de la felicidad, hacen que sienta tan bien estar enamorado, que el cerebro busca la manera de conseguir más.

En resumen, queremos ser felices y tener el máximo de neuroquímicos de la felicidad.

Asimismo, la doctora Helen Fisher nos señala en sus trabajos que el ser humano no es la única criatura capaz de enamorarse. Tal y como el propio Darwin señaló en su momento, en nuestro mundo hay más de 100 especies, desde elefantes, pájaros y hasta roedores que eligen pareja y permanecen con ella toda la vida. Sienten aquello que los expertos han etiquetado como un «un amor romántico primitivo», pero amor al fin y al cabo…

Fuentes: psicologiaymente.com, lamenteesmaravillosa.com, elpais.com, abc.es y ecured.cu

La quĂ­mica del amor: Parte 2 - 6

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