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Misterios que la ciencia aún no puede resolver

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Tiempo de lectura: 7 minutos

Los hombres de ciencia, en su incesante búsqueda de respuestas que expliquen los fenómenos naturales que observan, estudian de forma pormenorizada los pequeños o grandes misterios con los que se van topando, formulando hipótesis que den sentido a lo que a simple vista parecen hechos inconcebibles. Y a pesar de los avances que se han hecho en el campo de la ciencia en general, hay cosas que ni ellos pueden explicar aún.

En el siguiente articulo te mostraremos 7 enigmas aún sin resolver que tiene pendiente la ciencia.

1.- Efecto placebo

El cuerpo humano y su funcionamiento también resultan en una buena parte desconocidos. Imaginemos, por ejemplo, que pasamos varios días produciendo dolor a un paciente de forma artificial. Y que al mismo tiempo controlamos ese dolor suministrándole morfina. Y que hacemos lo mismo durante todos los días que dura nuestro experimento, excepto en el último. Ese día, en lugar de la morfina habitual, daremos al paciente agua con azúcar. Y aquí es donde se produce la sorpresa: el agua le produce el mismo efecto que la droga. ¿Cómo puede el cuerpo humano obrar tal milagro?

Durante el siglo XX se implantaron los fármacos como herramienta principal de la medicina. Pero hasta ese momento, el efecto placebo había sido un instrumento imprescindible.

En 1955 se publicó una obra denominada The Powerful Placebo, en la que se puso de manifiesto que en torno al 30% de las enfermedades podrían ser tratadas con placebo. Posterior a este primer estudio se ha demostrado que la cifra aumenta al 70% e incluso al 100%.

Aún hoy no se conocen los mecanismos que intervienen en el efecto placebo, aunque se cree que, al calmar la ansiedad, el cuerpo puede liberar endorfinas que tienen un efecto parecido al de los narcóticos.

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2.- ¿Cómo surgió la vida?

¿Surgió la vida aquí, en nuestro planeta, o vino de fuera? Sigue siendo uno de los mayores enigmas de la Ciencia. Existen hipótesis opuestas que sostienen ambas posibilidades. Para unos, las condiciones necesarias para que se produzca la vida (por lo menos tal y como la conocemos) son tantas y tan complejas que resulta un auténtico milagro que hayan sucedido, aunque sea solo una vez. Por alguna razón, esas innumerables condiciones se dieron en la Tierra en un momento dado y como resultado surgió la vida, un fenómeno muy difícilmente repetible.

Sin embargo, muchos de los «ladrillos» de la vida, en forma de aminoácidos, han sido encontrados en cometas procedentes de los confines de nuestro Sistema Solar. Lo cual hace pensar en la posibilidad de que, de algún modo, los cometas sean los responsables de «sembrar» esas «semillas de la vida», que arraigarían solo donde se den las condiciones necesarias.

Esas mismas moléculas también se han descubierto fuera del Sistema Solar, en lejanas estrellas e incluso fuera de nuestra propia galaxia. ¿Podría la vida ser algo muy común en el Universo o es, como dicen algunos, una excepción? La respuesta está aún por llegar. Hasta ahora, y a pesar de nuestros esfuerzos, apenas si hemos conseguido analizar una mínima parte de lo que hay «ahí fuera».

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3.- ¿Existen seres inteligentes en algún otro planeta?

Los científicos exploran todas las áreas a las que podemos acceder en el Sistema Solar desde hace décadas, y aún hoy no se ha encontrado ninguna muestra que indique que existe vida en algún otro lugar.

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El agua es el elemento que más se busca como indicio irrefutable de la posibilidad de que exista vida más allá del planeta Tierra.

En el año 1995 se descubrió el primer planeta extrasolar. Fue el punto de partida para una exploración mucho más minuciosa fuera del sistema. A día de hoy se conocen mucho más de 800 exoplanetas, y varios de ellos comparten características con la Tierra, lo que podría dar lugar a condiciones proclives para la vida.

Para resolver esta incógnita se están utilizando todo tipo de estrategias. La más obvia es la de escuchar el Universo con la esperanza de detectar emisiones provenientes del espacio lejano que no puedan ser atribuidas a causas naturales. No es necesario que sean señales enviadas expresamente a nosotros. Hay que pensar que la Tierra está emitiendo muchas señales al espacio, ya que parte de las emisiones de radio y televisión no va de vuelta hacia nuestros receptores, sino que se pierden por el espacio y se alejan de aquí en todas direcciones a la velocidad de la luz.

Ya contamos con programas destinados a escuchar el ruido que hace el Universo. Lo que pasa es que no sabemos ni dónde, ni qué buscar. De manera que se siguen distintas estrategias. Algunos científicos buscan señales provenientes de estrellas que creemos que tienen mayor probabilidad de tener planetas parecidos al nuestro. Otros siguen la estrategia de barrer todo el cielo y analizar metódicamente las señales recibidas a distintas longitudes de onda.

De momento todavía no se ha encontrada nada, salvo alguna falsa alarma. Esto tampoco es sorprendente. Nuestra especie tiene unos cinco millones de años de antigüedad, y hace solo unas pocas décadas que conocemos las emisiones de radio. ¿Qué tecnología deben de utilizar hipotéticas civilizaciones extraterrestres? Es muy posible que para ellos la radio sea una reliquia abandonada desde hace muchos milenios. Esto, sin embargo, no detendrá la búsqueda. Lo que debemos hacer es utilizar siempre la última tecnología conocida. Y cruzar los dedos.

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4.- ¿Cuál es la base biológica de la conciencia?

En contraste con lo que declaró René Descartes en el siglo XVII respecto a que la mente y el cuerpo son entidades totalmente separadas, un nuevo punto de vista es que todo lo que sucede en la mente se deriva de procesos en el cerebro. Pero los científicos apenas si están comenzando a desentrañar estos procesos. ¿Puede explicarse todo a base de un puñado de reacciones químicas o eléctricas? ¿O hay algo más? ¿Es el alma un simple (o no tan simple) reflejo de nuestra actividad cerebral o existe realmente como entidad independiente de nuestro físico?

Algunos apuntan que cualquiera de nuestras capacidades, incluida la conciencia de nosotros mismos, puede explicarse por medio de una actividad cerebral concreta. Otros, sin embargo, no están de acuerdo. En esta cuestión, apuntan algunos, podría incluso intervenir la Física Cuántica, ya que las partículas subatómicas de las que todos estamos hechos son capaces de violar todas las leyes físicas que nos son familiares.

5.- El Acantilado de Kuiper

También en nuestro vecindario espacial hay misterios sin resolver, Si viajamos a los confines del Sistema Solar, más allá de Plutón, podremos ver algo muy extraño. De repente, y después de cruzar el cinturón de Kuiper, una región llena de cuerpos helados y de la que proceden muchos cometas, nos encontraremos con… nada. Los científicos llaman a este borde el Acantilado de Kuiper, y nadie tiene ni idea de por qué está ahí. Una explicación plausible sería la presencia de un décimo planeta en el Sistema Solar, que «limpiara» los alrededores con su fuerza gravitatoria. Un planeta, además, gigante, incluso mayor que Júpiter. Solo que nada parecido ha logrado ser detectado hasta ahora…

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6.- ¿Por qué tienen los humanos tan pocos genes?

Para gran sorpresa de los biólogos, una vez que se descubrió la secuencia del genoma humano a fines de la década de 1990, fue evidente que tenemos solamente alrededor de 25,000 genes – aproximadamente la misma cantidad que la planta Arabidopsis, y no los más de 100.000 que se creía. Los detalles sobre la manera en que esos genes están regulados y cómo se expresan es una pregunta central en la biología. Sin embargo, la perplejidad inicial de los biólogos se convirtió en una mueca al comprobar que el genoma no era el final, sino sólo el principio del camino.

Hubo que cambiar de planteamientos, y de forma radical. Antes se pensaba que la complejidad de un organismo se reflejaba, y se debía en parte, al número de genes de su ADN. Sin embargo, la realidad es que, mucho más importante que su número, son las relaciones que los diferentes genes individuales pueden establecer entre ellos.

La función principal de un gen es codificar proteínas. Y esas proteínas son las que regulan todas y cada una de las múltiples actividades de un organismo. La idea clásica de «un gen, una proteína», tuvo que ser descartada al comprobar que un gen podía asociarse con otros para generar proteínas concretas, y que podía mantener varias de esas relaciones al mismo tiempo para crear varios tipos de proteínas. Así, la idea de genoma fue dando paso a la de «proteoma», esto es, el mapa de las proteínas. Algo que, por el momento, está por completo fuera de nuestro alcance.

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7.- Vacíos cósmicos

Cuando miramos al cielo, ya sea con los ojos desnudos o con el más potente de los telescopios, vemos ahí arriba millones de estrellas y de galaxias que parecen, pero solo parecen, distribuirse uniformemente por el espacio. Sin embargo, a gran escala las cosas no funcionan así. La materia, la que se agrupa en estrellas y galaxias, tiende a concentrarse en determinados puntos, en detrimento de otros. Podríamos decir que la materia forma largos filamentos alrededor de grandes espacios vacíos. Pero algunos de esos vacíos han desconcertado por completo a los científicos. Se trata de un inmenso espacio de mil millones de años luz de diámetro, el mayor jamás encontrado en todo el Universo, y para el cual los Cosmólogos no han encontrado respuesta. En su interior no hay estrellas, ni galaxias, ni planetas, ni siquiera el más leve signo de radiación…En otras palabras, allí no hay nada. Como un inmenso desierto cósmico, simplemente está ahí, desafiando con su sola presencia todos nuestros conocimientos. ¿Podría ser un agujero negro supergigante, con la masa de cientos de millones de galaxias? ¿O quizá la primera prueba de la existencia de un universo paralelo? Por ahora no lo sabemos…

Fuentes: abc.es, academiaplay.es y elcultural.com

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