Durante las primeras semanas de la gestación los órganos sexuales del embrión no están aún diferenciados. Cuando un espermatozoide con cromosoma X fecunda el óvulo, el proceso diferenciador lleva «por defecto» al desarrollo de un cerebro y órganos genitales femeninos (útero, ovarios, etc.).
Sin embargo, cuando el espermatozoide lleva el cromosoma Y, este da una orden específica para que ese proceso natural se altere y comience la formación de los testículos. Estos, a su vez, activan una serie de hormonas (la antimulleriana y la testosterona), que inhiben definitivamente el desarrollo de los genitales y el cerebro femeninos y hacen que el embrión se convierta en varón.
Ahora bien, ¿de qué depende que sea un espermatozoide u otro el que llegue a fecundar?
Investigaciones al respecto han llegado a concluir que depende de, básicamente, tres aspectos: las características fisico-químicas de los espermatozoides, el momento del ciclo menstrual en que se mantiene la relación sexual y las características de la mucosa femenina.
El espermatozoide que carga el cromosoma X es más grande, más fuerte, más lento y más resistente en condiciones adversas o ácidas, lo que lo hace más «duradero». Por otro lado, el espermatozoide que carga el cromosoma Y es más pequeño, rápido, numeroso y débil: llega más rápido y en mayor cantidad al objetivo, pero muere rápidamente.
Y en este punto entra el segundo factor: el momento del ciclo en que se mantiene la relación sexual entre el hombre y la mujer.
La ovulación se produce en el día 14 del ciclo menstrual, si la pareja mantiene relaciones sexuales en el día 12 cuando se produzca la ovulación la mayoría de los cromosomas Y habrán muerto y por lo tanto habrá más probabilidades de que fecunde un espermatozoide X y el embrión sea niña.
Si, por el contrario, la pareja mantiene relaciones sexuales al momento de la ovulación, lo más probable es que los espermatozoides más pequeños y veloces alcancen primero el objetivo y uno de ellos logre fecundar, en ese caso es más probable que él bebe sea un niño.
Por último, el tercer factor: las características de la mucosa femenina. Si el medio en que se debe producir la unión entre dos gametos es mayormente ácido los espermatozoides X tendrán mayores probabilidades de sobrevivir que los espermatozoides Y. Si, por el contrario, el medio es más alcalino, los espermatozoides Y no están necesariamente en inferioridad de condiciones.
¿Y de qué depende la acidez o alcalinidad? De muchos factores, como la alimentación, el estrés, el estilo de vida…
¿Podemos elegir el sexo?
Como acabamos de decir: algunos espermatozoides llegan más rápido al óvulo y otros viven más tiempo, lo que da paso a la posibilidad de incidir en la formación del sexo según el momento o día del ciclo en el que se tengan relaciones sexuales y teniendo en cuenta, por supuesto, el momento exacto de la ovulación.
Con el asesoramiento de un profesional es posible aumentar en un 60 a 70% las posibilidades de favorecer determinado sexo, pero se trata de una especulación que no siempre garantiza el resultado esperado.
Todo esto es, no obstante, muy variable. No hay una «receta» para tener un bebé varón o una mujer. Depende fundamentalmente de estos factores, mas también existen otras causas que pueden influenciar.
¿Cuándo se puede saber el sexo del bebé?
Mediante una ecografía puede verse el sexo del bebé a partir de la semana 18-20 de embarazo, en algunas ocasiones también antes.
Aunque te parezca raro, hay familias que deciden no saber el sexo de su bebé hasta el nacimiento, manteniendo así la sorpresa. Estas mujeres casi siempre tienen la intuición de si es un niño o una niña, y aunque no te lo creas pocas veces falla.
En síntesis: el sexo del bebé lo define el hombre, porque es quien aporta un cromosoma X o Y, pero también lo define la mujer, porque es quien proporciona el medio (la mucosa) para la unión de los gametos.
Fuentes: guiainfantil.com, clarin.com y vix.com
Temática sugerida por: Mily Picuntureo