Desde el comienzo de la Humanidad, cuando los hechos superan nuestro entendimiento, se han llenado esos vacíos con mitología, religión y pseudociencia. Si hay una creencia que es parte del folclor mundial, es la de la existencia de los fantasmas. Y todos tenemos historias que contar para noches de terror. Sin embargo, hasta el día de hoy, no existe evidencia científica que apoye la existencia de fantasmas.
Antes de continuar, aclaremos un par de ideas: 1) la ciencia se basa en la comprobación empírica de hechos, y 2) no se pueden probar negativos, es decir, no se puede probar la “no existencia” de los fantasmas, en este caso, solo se puede estudiar si existen y llegar a una conclusión lo más acabada posible, siempre disponible a ser revisada en base a nueva evidencia.
Sabemos que los fantasmas no son entes materiales porque no podemos tocarlos o interactuar directamente con ellos. Por lo tanto, deberían existir en un estado energético. La ciencia que estudia la energía, es la termodinámica.
La Primera Ley de la Termodinámica, más conocida como la ley de conservación de materia y energía, dice que la energía no puede ser creada ni destruida, solo puede cambiar de forma. Por ejemplo, puede cambiar de energía lumínica a energía térmica, y luego a energía química. Esta ley se ha intentado usar como un argumento a favor de la existencia de fantasmas, después de todo, ¿dónde se va esa energía al morir? Pero la realidad es que para aceptar la existencia de fantasmas también hay que aceptar romper las 4 leyes de la termodinámica (incluyendo la ley cero), que han sido comprobadas numerosas veces.
La segunda ley de la Termodinámica, conocida como la ley de la entropía, nos dice que, en cada proceso, hay una pérdida irreversible de energía. Es decir, que el traspaso de energía tiene una direccionalidad neta y que tiende a aumentar la entropía del sistema con el tiempo (esto explicaría por qué el tiempo es lineal y en dirección pasado-futuro). Entonces, si la energía de un sistema, siempre tiende a la escapar del sistema (segunda ley de la termodinámica), entonces el fantasma no podría permanecer como tal por un largo periodo de tiempo.
Pero, ¿qué pasa al morir?, por ahora lo que sabemos que ocurre es lo siguiente: la energía térmica del cuerpo es conducida a la materia que lo rodea y la energía química se dispersa a medida que el cuerpo se descompone. Esta energía es utilizada por bacterias que ayudan a la descomposición del cuerpo. Y así es como la primera ley de la termodinámica se mantiene intacta. La energía y la materia cambian de forma.
El poder de la sugestión
De acuerdo con Gizmodo, Michael Nees –profesor asistente del Departamento de Psicología, Factores Humanos, Laboratorio de Percepción y Cognición del Lafayette College:
“Nuestras experiencias fenomenológicas del mundo, las cosas que creemos que vemos y oímos, se construyen activamente a partir de entradas limitadas e incompletas del mundo físico. La luz que cae sobre nuestros ojos y las ondas de sonido que llegan a nuestros oídos a menudo podrían haber resultado de múltiples fuentes físicas posibles. Por ejemplo, un objeto vagamente humanoide en la esquina de una habitación oscura podría ser una persona o un fantasma, pero también podría ser una chaqueta colgada en un perchero”.
El investigador señala que las personas que son propensas a creencias paranormales tienden a atribuir características humanas a los estímulos ambiguos y, en el contexto adecuado, estas interpretaciones pueden ser el caldo de cultivo ideal para crear situaciones fantasmales.
Por su parte, Terence Hines, profesor de neurología en la Universidad Pace y autor de Pseudociencia y lo paranormal, dice:
“El cerebro humano ha evolucionado para encontrar patrones. Si estás en el desierto, y escuchas algo detrás de ti, es mejor pensar que es realmente un león o un tigre sable que te acecha, atribuir ese sonido a alguna agencia, algo que tiene un propósito. Porque si tiene un propósito, y te escapas, estás mejor. Y si solo se trata de un ruido aleatorio y se escapa, no hay falta, en realidad no pasa nada. Así que hemos evolucionado para experimentar lo que los neurocientíficos llaman falsos positivos. Es mejor estar seguro que lamentarlo”.
En este tenor, el científico realizó una prueba donde llevó a personas a una tumba y les dijo que un anciano de 72 años murió allí de formas naturales. Cuando le preguntaron a la gente si sentían algo raro, todos contestaron que no, que todo estaba bien. Posteriormente, llevó a otro grupo de gente al mismo lugar y les dijo que una adolescente se había suicidado después de que su novio la dejó y que había quienes afirmaban haberla visto. Además, Hines mencionó que esa noche era el aniversario del suicidio. La gente se asustó. La vieron, la oyeron y todo se debió a las expectativas. ¿Qué pasó?
Según Hines, el cerebro de la gente estaba haciendo “lo que hacen los cerebros; estaban usando información que se les dio, aunque fuera incorrecta”.
Finalmente, un estudio realizado en 2013 por Kirsten Barnes y Nicholas Gibson, psicólogos evolutivos, determinó que las personas que dicen haber tenido una experiencia paranormal lo hicieron en entornos amenazantes o ambiguos y esto se debe a los denominados mecanismos de seguridad que tenemos todos los seres humanos, los cuales –por lo general– se manifiestan cuando está solo en medio de situaciones peligrosas y esto, combinado con lo explicado anteriormente, nos puede generar una percepción errónea del entorno.
En 2003, el psicólogo británico Richard Wiseman y sus colaboradores investigaron casas encantadas con sujetos bajo condiciones controladas, y concluyeron que la reputación de esos lugares juega un papel relevante en la producción de las experiencias y la existencia de ciertos tipos de campos electromagnéticos podría influir sobre algunas variables psicológicas, como también el paso de estancias bien iluminadas a otras oscuras puede provocar percepciones habituales en situación de privación sensorial. Sin embargo, la hipótesis de los efectos de campos electromagnéticos sobre la generación de fantasmas es puesta en duda por científicos como Steven Novella por no haber evidencia suficiente. En general, las casas no prueban la existencia de fantasmas, sino cómo cierta gente responde a situaciones triviales bajo el influjo de la publicidad y la predisposición.
Tapani Riekki, de la universidad de Helsinki, en Finlandia, ratificó su teoría comparando las respuestas de creyentes en fantasmas y no creyentes con un escáner cerebral. Algo que la Universidad de Amsterdam comprobó posteriormente con mismos resultados. Los creyentes de lo paranormal tenían mayor capacidad para ‘inhibirse cognitivamente’ y anular pensamientos no deseados ante extrañas coincidencias y sucesos con poca lógica. «Mientras que los escépticos tienden a reír o pensar que es una coincidencia, los creyentes sustituyen lo lógico por respuestas ambiguas, pero igual o mayor confianza que los escépticos».
La ouija
¡Pero aun así hay cosas que la ciencia no puede explicar! ¿Cómo explicas entonces que en un tablero de ouija el vaso se mueva solo? ¡Sin duda hay algún espíritu moviéndolo! Bueno, es que existe la posibilidad de que, para empezar, no intervenga ningún espíritu. Si los espíritus pudieran mover vasos, no les haría falta que todo el mundo tuviera las manos puestas encima.
El causante de que se mueva el vaso (o el objeto que sea) sobre el tablero de ouija es un fenómeno muy bien estudiado llamado el efecto ideomotor. Es un proceso psicológico que hace que una persona realice movimientos involuntarios, dejándose llevar de manera que no nota que ella mismos está interviniendo en el movimiento.
¿No me creéis? En el programa Brain Games, de National Geographic hicieron un experimento para ver si un grupo de voluntarios se estaba comunicando con los muertos o, por el contrario, estaban produciendo ellos mismos el mensaje de ultratumba. Durante una primera sesión de ouija los participantes hicieron varias preguntas a un espíritu sobre un tablero y la entidad les guio perfectamente por las letras para mostrarles su mensaje. Pero, entonces, el presentador pide a los participantes que se venden los ojos para realizar una segunda sesión de ouija. El resultado: el espíritu ya no es capaz de acertar sobre las letras y su mensaje se vuelve absurdo.
“El mundo es tan exquisito, posee tanto amor y tal hondura moral, que no hay motivo para engañarnos con bellas historias respaldadas por escasas evidencias. Me parece mucho mejor mirar cara a cara la Muerte en nuestra vulnerabilidad y agradecer cada día las oportunidades breves y magníficas que brinda la vida” – Carl Sagan.
Fuentes: vix.com, chilecientifico.com, codigoespagueti.com, es.wikipedia.org, blogs.elconfidencial.com y 20minutos.es