La comida escaseaba en todo el mundo. El cielo pintado en tono gris se volvió eterno. Únicamente se iluminaba, de rojo, por la noche. Y no fue solo un año. El desalentador ciclo se extendió de una estación a otra durante más de una década. Hace 74.000 años, la Tierra estuvo al borde del caos por la erupción de un super volcán, el Monte Toba, situado en lo que hoy en día es Indonesia.
Hace aproximadamente 74.000 mil años, tuvo lugar el estallido volcánico más intenso de los últimos 25 millones de años. Correspondió a una explosión nivel 8, según el Índice de Explosividad Volcánica, lo que corresponde a una Explosión Supervolcánica, que el mismo Índice describe como “mega-colosal” o “apocalíptica”. Como para que nos vayamos haciendo una idea.


En las primeras 24 horas tras su erupción, 12.000 personas murieron por la lluvia de cenizas y restos piroclásticos. Otras 75.000 personas murieron en las semanas y meses siguientes a causa del hambre y enfermedades ocasionadas por la erupción. Pero lo peor aún estaba por llegar: 55 millones de toneladas de azufre fueron arrojadas a la atmósfera, provocando lluvias ácidas y la dispersión de las partículas por todo el aire terrestre, creando un manto que, más allá de provocar coloridas y bucólicas puestas de sol, crearon un freno a la penetración de los rayos solares en la superficie terrestre, provocando un enfriamiento del planeta.


Se sospecha, además, que liberó 10 mil millones de toneladas de ácido sulfúrico, y 6 mil millones de toneladas de dióxido de azufre en la atmósfera. Además, depositó una capa de cenizas desde el Mar de Arabia, hasta el Mar de China, o sea, en un radio de al menos 6 mil kilómetros.


La explosión o evento de Toba habría producido un invierno volcánico de al menos 6 años de duración. Este invierno se caracterizó por una disminución de las temperaturas medias de entre 3 y 5 grados Celsius en las latitudes más bajas, y de hasta 15 grados más cerca de los polos. Esto es más frío que el máximo glacial ocurrido hace unos 20 mil años atrás. En efecto, para que una explosión volcánica afecte el clima mundial, sus cenizas deben alcanzar al menos 17 Km. de altura. Es probable que las cenizas de la explosión de Toba alcanzaran el doble de esa altura (reduciendo la luz solar entre un 25 y un 90%).
Asimismo, se produjo una disminución del isótopo O18 en el agua por al menos mil años, lo que nos habla de que la temperatura del planeta disminuyó al menos por un milenio en la época de la erupción, y que nos habla, además, de una enorme sequía global que duró aproximadamente ese tiempo. Mediciones de calcio atmosférico, muestran que los vientos de todo el planeta tuvieron cenizas en suspensión por al menos 200 años.


Para resumir, podemos decir que nuestro planeta habría tenido al menos por unos siglos, las temperaturas más frías en los últimos cien mil años, comparables o más heladas que la peor época del actual ciclo glacial, con un clima estepárico que se extendió masivamente, y una sequía mundial que duró cientos de años. Asimismo, disminuyeron las fuentes alimenticias de forma dramática, al desaparecer grandes cantidades de plantas y, por ende, de animales que no tenían de qué alimentarse. Ese sería, entonces, el panorama que enfrentaba la humanidad, tras la catástrofe de Toba.
Sequía de siglos, acompañada por un frío más grande que el peor de la era del hielo, sin verano por al menos seis años, y con una disminución catastrófica del número de plantas. No parece ser un panorama muy alentador.
Y no lo fue.


Y es en esas condiciones, que se produjo una migración clave en la historia de la humanidad, llamada la migración de “salida de África”. Entre 150 y mil personas (una enorme proporción de los humanos que quedaban vivos, si lo pensamos bien), decidió que ya tenían bastante con esta tenebrosa y apocalíptica situación, y consideraron que en otras tierras quizás encontrarían más recursos. Así que cruzaron el mar Rojo hacia Arabia, y luego se fueron paulatinamente extendiendo por el mundo, poblándolo. Sí, esas poquísimas personas a oscuras, con hambre, que fácilmente cabrían dentro de un gimnasio grande… eran nuestros antepasados. Los antepasados de todos quienes habitamos fuera de África. Todo por un volcán.
Fuentes: eldefinido.cl, elespanol.com y lavanguardia.com

