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¿Quién fue: Napoleón Bonaparte?

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Tiempo de lectura: 6 minutos

Napoleón Bonaparte nació el 15 de agosto de 1769 en una familia modesta de la pequeña nobleza de la isla de Córcega -recién incorporada a Francia-. La historia acabaría por conocerle por el nombre afrancesado y olvidaría que, en origen, se llamó Napoleone di Buonaparte. Fue uno de los ocho hijos de María Letizia Ramolino y Carlo Buonaparte, un abogado que luchó por la independencia de Córcega.

Napoleón siguió la carrera militar como becario, graduándose en la Academia de París en 1785. Tras el triunfo de la Revolución francesa (1789) simpatizó con el nuevo régimen, pero fracasó en su intento de intervenir en política en pugna contra el nacionalismo corso representado por Paoli.

En 1793 conoció a Robespierre y se adhirió al partido jacobino. En aquel mismo año adquirió notoriedad militar: se le encargó el mando de la artillería francesa en el asedio contra Tolón, donde sofocó una campaña contrarrevolucionaria que habían apoyado los ingleses. Le llegaron sus primeras condecoraciones. Como premio por el éxito conseguido fue ascendido al grado de general de brigada y destinado a la comandancia general de artillería en Italia.

La Revolución Francesa le golpeó de lleno. Robespierre fue ejecutado y él, como amigo personal de su hermano, fue perseguido e incluso encarcelado en Antibes. Napoleón tenía que volver a empezar su vida y sus contactos. Pero su ambición era mucha, y su inteligencia aún mayor. En la sección topográfica del Departamento de Operaciones Militares, Napoleón tenía más contacto con las altas esferas sociales.

En 1795 se produjo el Asalto a las Tullerías. Bonaparte tuvo que defender con un pequeño ejército el Palacio y sofocar las revueltas. Su estrategia, una vez más brillante, pero el método usado, cruel. En una operación de tenaza con la que cercó a los revolucionarios, Napoleón ordenó abatir a cañonazos a las masas populares. Aquel día, las calles de París se tiñeron de sangre, pero Napoleón salió como el gran vencedor, lo que sirvió para que Barras, quien dirigía el nuevo Directorio gobernante en Francia, le encomendará dirigir el frente en Italia contra austríacos y piamonteses.

Su nueva etapa en Italia sería la que le daría nombre y fama en todo el país. Sus victorias eran continuas. Prácticamente invadió todo el norte del país, derrotando en varias ocasiones a las tropas austríacos y acuerdos generales osaban enfrentarse a él. También derrotó al ejército de los Estados Papales. Empezaba a tomar conciencia de su propio poder, e incluso se permitió desoír órdenes del gobierno francés, como cuando desoyó el mandato del Directorio de dirigirse contra Roma. Finalmente, Austria hubo de ceder todo el Norte de Italia, así como los Países Bajos y el Rin. Y, Napoleón, triunfante, se dirigió a Venecia, independiente desde hacía mil años. En 1797, con media Italia bajo su mandato, formó la República Cisalpina.

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Napoleón había adquirido ya la figura de héroe legendario para su país, y empezaba a ser peligroso, por su independencia, para el gobierno de la nación, así que resolvieron mandarlo aún más lejos. En 1798, Napoleón fue enviado a Alejandría. En la batalla de las pirámides, Napoleón dio un nuevo golpe de mano al expulsar a los mamelucos del país, y erigirse en el nuevo conquistador de Egipto. Pero su ambición lo llevó aún más allá, hasta el desierto sirio, donde sólo el almirante inglés Nelson fue capaz de frenarlo en Abukir.

Año 1799. 18 de Brumario (actual 9 de noviembre). Napoleón prepara el gran golpe de Estado. El Directorio había dejado al país en la bancarrota. Los reveses en Europa contra Inglaterra, Austria, Rusia, Nápoles y Portugal habían dejado al gobierno en un nivel de popularidad bajísimo. Bonaparte, Sieyes y Ducos dirigieron las tropas hacia París. Pronto se hicieron con el mando del país, y se autonombraron cónsules, pero Bonaparte se adelantó a Sieyes, el gran candidato a dirigir el gobierno, y proclamó una nueva constitución que le aseguraba ser elegido nuevo Primer Cónsul, que pasaría a ser vitalicio años más tarde. Empezó a establecer pactos internacionales, como el Concordato con el Gobierno Papal. Entre 1800 y 1803, Francia recuperó las posesiones que había perdido en Italia; se hizo con Malta, y firmó unas paces precarias con Austria y Gran Bretaña.

Mientras, las represiones contra los que se oponían a su gobierno eran drásticas, y, finalmente, el 2 de diciembre de 1804, con la presencia del Papa Pio VII, Napoleón se ciñó a sí mismo y a Josefina, su esposa, la corona de Emperador. En Europa los principales países se aliaban contra él, pero las victorias napoleónicas se sucedían: Austerlitz, 1805, contra los austro-rusos; conquistó Nápoles en el 1806; Jena, 1806, con derrota de los prusianos. Westfalia y el Gran Ducado de Varsovia cayeron bajo el poder de Napoleón. Su hermano José se proclamó rey de Italia. Conquistó Portugal en 1807; invadió España en 1808. En 1809, en la batalla de Wagram, conquistó las provincias llirias (Eslovenia, Croacia, Bosnia, Serbia y Montenegro) y se hizo con los Estados Pontificios. 1810 fue el año en que Francia hizo a su Imperio más grande, cuando conquistó varios territorios de Alemania. Finalmente, y para certificar la paz y la estabilidad en centroeuropeo, Napoleón repudió a Josefina por no poderle dar hijos, y se casó con María Luisa, hija de Francisco José I, emperador de Austria.

Pero 1812 empezó a marcar su ocaso. Como en otras ocasiones de la Historia, la invasión de Rusia fue la perdición de un gran ejército. El zar Alejandro I había firmado años atrás una paz con Napoleón, pero cuando en aquel 1812 vio que, en Polonia, bajo el mando francés, empezaba a haber revueltas, creyó el momento propicio para atacar nuevamente a la Grande Armeè francesa. Napoleón se adelantó nuevamente, y atacó al ejército ruso, pero no contento con echarlo de las fronteras polacas, se introdujo en territorio ruso. Estos aplicaron la técnica de “tierra arrasada”; en vez de enfrentarse retrocedían quemando todo a su espalda, de modo que los franceses no encontraban provisiones ni nada útil. A finales de 1812, Napoleón entró en Moscú, a la que los rusos habían incendiado. Alejado de Francia, temió que, sin control París, hubiera algún golpe de Estado que le hiciera perder el poder, y decidió regresar. Pero el invierno ruso se le echó encima. De 650.000 soldados, sólo 40.000 regresaron a Francia.

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Rusia, Reino Unido, España y Portugal se unieron, pero nuevamente, Napoleón, al frente de sus tropas, los derrotó en la batalla de Dresde. Pero poco a poco, toda Europa se unía contra él. Austria y Suecia se unieron a la Coalición. Napoleón hubo de replegarse y finalmente París fue tomada el 31 de marzo de 1814. El 11 de abril hubo de abdicar. En el Tratado de Fointeneblau, acordaron exiliar a Bonaparte a la isla de Elba, de donde escapó en febrero de 1815.

El año anterior, en 1814, el Congreso de Viena había instaurado un nuevo orden europeo. en Francia, los realistas le dieron el poder a Luis XVIII. Sin embargo, cuando Napoleón escapó de Elba y volvió unirse a sus tropas, los soldados franceses lo corearon con gritos de “¡Vive l’Empereur!” y nuevamente se dirigieron a París. Sin un sólo tiro, y aclamado por el populacho parisino, el 20 de marzo de aquel año entró en la ciudad. De nuevo empezaron las hostilidades contra los Aliados, pero sus fuerzas estaban ya bastante debilitadas, y en la batalla de Bélgica, en Waterloo, el 18 de junio de 1815, fue finalmente derrotado.

El 15 de octubre de 1815, Napoleón fue encarcelado y desterrado definitivamente por los británicos a la isla de Santa Elena, donde finalmente murió el 5 de mayo de 1821. Lo cierto es que la muerte de Napoleón también está rodeada de polémica y de diversas leyendas. La versión “oficial” dice que Napoleón Bonaparte murió de un cáncer de estómago, pero diversas teorías sostienen que el dirigente pudo haber sido envenenado con arsénico. Una de las razones que apoyan esta teoría es el excelente estado de conservación del cadáver, ya que el arsénico es un potente conservante.

En cualquier caso, su muerte supuso en fin de una era y el adiós a la vida de uno de los generales del ejército y dirigentes más brillantes que ha dado la historia.

Fuentes:

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