Si vives en una ciudad donde es común ver palomas en las calles, quizás habrás notado la ausencia de pichones de paloma por ahí, o quizás es algo que ni siquiera habías notado en absoluto, ya que estamos muy acostumbrados a ver palomas todo el tiempo, pero ¿y sus bebés?
La respuesta a esta interrogante se relaciona con el ciclo reproductivo de las palomas y con su forma de anidar, pero como pequeño spoiler, los polluelos no dejan el nido hasta que están listos para volar y son casi adultos, por lo que, en ese punto, visualmente son difícilmente diferenciables del común de las palomas adultas que vemos en las calles.
Los nidos de paloma:
Las palomas (Columba livia), como el común de las aves, tienden a hacer sus nidos en lugares alejados de la intervención humana, prefiriendo los rincones en lo alto de edificios, puentes o cavidades ocultas que permitan proteger a sus polluelos de peligros y depredadores. Circulan en internet algunas imágenes de palomas haciendo sus nidos sin ninguna estructura más que un par de ramitas cruzándose entre sí, pero la verdad es que las palomas son aves que construyen nidos elaborados y totalmente aptos para la contención de sus huevos, utilizando ramas, pasto, hojas y propia saliva como pegamento, creando un espacio seguro para sus crías.
Una vez listo el nido, las palomas suelen poner una media de dos huevos que incuban de manera intermitente entre la madre y el padre. Y este es otro dato poco sabido de las palomas, y es que, al igual que los pingüinos, las palomas son una especie monogámica, es decir, se aparean y reproducen con una única pareja con la que además comparten labores de crianza.
Los pichones:
Cuando los huevos eclosionan, los polluelos permanecen en el nido bajo el cuidado de sus padres. Una vez el pichón de paloma alcanza un estado juvenil y aprende a volar, este abandona el nido. Esto sucede aproximadamente después de 30 días de eclosionados los huevos, lo cual es un tiempo más prolongado que otras aves. Durante este tiempo se alimentan de una sustancia especial conocida como «leche de buche», una secreción nutritiva producida por ambos progenitores. Así, las crías se fortalecen, cambian sus plumas y adquieren la resistencia necesaria para luego enfrentar el entorno urbano en el que la especie se desenvuelve.
A medida que crecen, los pichones pasan de ser unas pequeñas aves gorditas y un poco feas, con plumaje destartalado y amarillento a tener una apariencia mucho más pulcra, con plumas más robustas que provocan que en su estado juvenil se vean prácticamente idénticos a las palomas adultas, lo que explica por qué rara vez los distinguimos como juveniles en la vida cotidiana.
Ahora, ¿y si veo un pichón de paloma?
Aunque no es común ver pichones de paloma en la calle, puede suceder. Si ves un pichón fuera del nido, es posible que haya caído accidentalmente o se haya aventurado antes de tiempo. Si un pichón abandona el nido antes de poder volar, este será vulnerable tanto al entorno hostil como a depredadores como gatos, perros, ratones, cuervos o incluso a la intervención humana que puede afectar negativamente al ave.
Para identificar un pichón, presta atención a su tamaño y plumaje. Son más pequeños que las palomas adultas, su cuerpo es más redondeado y tienen un pico más grande y blando, con una base que puede parecer algo hinchada. Su plumaje puede lucir desordenado y sin brillo, especialmente en las primeras etapas de su desarrollo.
Si el pichón no está en peligro inmediato, es posible que sus padres sigan cerca y continúen cuidándolo desde una distancia segura. Sin embargo, si está herido o expuesto a depredadores como gatos o perros, lo ideal es contactar a un centro de rescate de aves o buscar la ayuda de expertos en fauna urbana. Mientras tanto, evita manipular al ave innecesariamente para no causarle estrés adicional.
Apreciemos a las palomas:
Las palomas son mucho más interesantes de lo que parecen a simple vista. Por ejemplo, tienen una visión panorámica que abarca casi 360 grados y son capaces de detectar colores que los humanos no podemos percibir. También son excelentes voladoras, capaces de alcanzar velocidades de hasta 130 km/h y volar en línea casi recta hacia arriba, una habilidad poco común entre las aves.
En cuanto a su comportamiento, destacan por su naturaleza romántica: forman parejas de por vida y comparten las responsabilidades de crianza, alimentando a los polluelos entre ambos. Además, la creencia de que son animales sucios es solo un mito. En realidad, las palomas son aves muy limpias que dedican tiempo a acicalarse y cuidar su plumaje.
A lo largo de los siglos, las palomas han sido animales importantes para los humanos. En la antigüedad, fueron domesticadas y utilizadas como mensajeras debido a su increíble sentido de orientación. En la Primera y Segunda Guerra Mundial, algunas palomas desempeñaron un papel clave al entregar mensajes en zonas de combate. Incluso hubo palomas condecoradas por su valentía y servicio.
Culturalmente, las palomas también simbolizan la paz, el amor y la fidelidad. Este simbolismo se ha perpetuado en la literatura, el arte y las tradiciones populares.
La próxima vez que veas una paloma…
Ahora que sabes más sobre las palomas, la próxima vez que veas una, piensa en todo lo que hay detrás de ese animal aparentemente común. Desde sus increíbles habilidades de vuelo y visión hasta su naturaleza romántica y su historia junto a los humanos, estas aves tienen mucho más que ofrecer de lo que parece. Y aunque los pichones permanecen ocultos en sus nidos, creciendo y preparándose para la vida urbana, no olvides que forman parte de un ciclo natural fascinante que ocurre justo sobre nuestras cabezas.
Las palomas son un recordatorio de que, incluso en las ciudades más ruidosas y caóticas, la naturaleza sigue encontrando formas de adaptarse, sobrevivir y prosperar.