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Curiosidades y manías de reyes y reinas

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Tiempo de lectura: 6 minutos

Desde épocas antiguas fuimos gobernados por reyes y emperadores que no tenían todas las ideas puestas en su lugar y algunos hacían cosas algo extrañas. Además de curiosidades, te invitamos a que descubras algunas manías que tenían estos monarcas.

Juana I de Castilla

Conocida como Juana la loca, apodada así debido a que estaba obsesionada con su marido Felipe de Habsburgo. Madre del emperador Carlos I de España amó tan locamente a Felipe “el hermoso” que, tras la defunción de su marido, impidió que fuese enterrado para conservar su cadáver.

Los delirios de Juana la condujeron a celarlo obsesivamente aún después de muerto, a pesar de lo evidente, que Felipe no podía conquistar a ninguna otra mujer en tal estado.

Para la perturbada mente de Juana, Felipe todavía se encontraba con vida. Exigía a los criados que lo atendieran con respeto, y cuando conocidos de la familia preguntaban por su amado, ella contestaba que se encontraba durmiendo, asegurando con firmeza que en cualquier momento despertaría.

Juana dormía al lado del cuerpo descompuesto de Felipe y no permitía que ninguna mujer entrase a la habitación, porque él, aunque muerto, podía desatar en ellas la lujuria… o al menos esto era lo que ella creía.

Felipe V de España

Debido a su carácter en exceso melancólico, fue cayendo poco a poco en la locura, hasta que una tarde de octubre de 1717 creyó que el sol le atacaba mientras montaba a caballo y que la muerte lo perseguía.

A raíz de esto, no se dejaba cortar el pelo ni las uñas por miedo a que sus males aumentasen, llegando a crecerle las uñas de los pies tanto, que no podía caminar. Creía estar muerto y preguntaba a sus lacayos por qué no lo habían enterrado; se tocaba y decía que le faltaban los brazos y las piernas.

Además, se le metió en la cabeza que lo iban a envenenar a través de las telas de su camisa por lo que estuvo un año sin cambiársela.

Se obsesionó con que su ropa y la de su segunda esposa (Isabel de Farnesio) irradiaba una luz que provenía del diablo. Sufrió un trastorno bipolar creyendo en ocasiones que era una rana.

Ana I de Rusia

A la muerte de Pedro II, que no dejó herederos directos, se reúne el Consejo Privado Supremo y escoge a Ana como emperatriz. A cambio, ella accede a firmar unas Condiciones que suponían un intento de establecer una monarquía constitucional. La intención de los miembros del Consejo, compuesto por los más grandes boyardos era poner en el trono a alguien fácilmente influenciable y que aceptara dócilmente firmar decretos que limitaran el poder imperial. Pasados 37 días, la emperatriz rompió las Condiciones en público, disolvió el Consejo siendo sus miembros destituidos y enviados a Siberia.

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Aprovechando la simpatía que genera en los regimientos y en la Guardia imperial, es bajo su apoyo que Ana se impone como una verdadera autócrata. Una de sus primeras medidas consiste en activar una policía secreta que utiliza durante todo su reinado para intimidar y aterrorizar a quien se opone a su política. Desconfiando de la nobleza rusa, la aleja de las posiciones de poder que ofrece a personalidades de las regiones alemanas. Ernst Johann von Biron obtiene una particular influencia en la corte, que normalmente encauza en su favor.

Murió el 28 de octubre de 1740, al igual que su antecesor, sin dejar herederos directos, y nombró a su sobrino nieto Iván que solamente contaba con unos meses de vida, como su sucesor.

Luis XIV de Francia

Conocido como El Rey de Sol, Luis XIV se convirtió en Rey a la temprana edad de 4 años, luego del fallecimiento de su padre Luis XIII. Como era apenas un niño, su madre Ana de Austria se encargó de tomar decisiones, con la ayuda del Cardenal Mazarino, quien previamente había ejercido como ministro de Francia. Luis XIV comenzó a gobernar por su cuenta a los 22 años, luego de la muerte de Mazarino.

Ningún monarca europeo superó el tiempo de gobernación. Gobernó a Francia durante 72 años, 3 meses y 18 días. Y fue él quien dio la orden de construir uno de los palacios más imponentes de la historia, el Palacio de Versalles, su hogar.

Y era tan egocéntrico y lujurioso que el estado norteamericano de Luisiana lleva su nombre por Luis XIV. Estuvo bajo control francés entre los años 1682 y 1763 y años más tarde entre 1800 y 1803, siendo conocida como La Louisiane (La tierra de Luis).

Iván IV de Rusia

Apodado Ivan el terrible, tras la muerte de su padre cuando tenía tres años, Iván fue coronado Gran Príncipe de Moscú. Sin embargo, el reino fue administrado por su madre, que cinco años después fue envenenada por clanes boyardos que se disputaban el poder.

Fue sometido a las humillaciones de las familias de los boyardos, Shuisky y Belsky, lo que ensombreció su carácter. Fue recluido en el palacio del Kremlin, viviendo casi como un mendigo. Este hecho generó en Iván un gran odio hacia los boyardos y tuvo, como consecuencia, las constantes persecuciones y matanzas que posteriormente organizó contra estos clanes. En estos primeros años Iván sufrió desvaríos mentales irreversibles.

Con 13 años empezaron a respetarlo y ordenó a un grupo de leales suyos que capturaran al príncipe Andréi Shuiski, para arrojarlo a una jauría, que lo despedazó. Con 16 años ya destacaba en escritura y fue un ávido lector, además de ser un joven corpulento y musculoso.

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Ya en sus últimos años dio rienda suelta a sus perversiones. Según los escritores no imparciales polacos, se jactaba de haber desflorado a más de mil vírgenes y posteriormente haber asesinado a los hijos resultantes, mostrando así su perturbación. Ciertos historiadores modernos piensan que esto es una leyenda negra creada por la propaganda polaca. Sin embargo, existe una base real en las elecciones de la novia del zar, para las que muchas muchachas notables llegaron a la capital. En un acceso de cólera, el 16 de noviembre de 1580, golpeó mortalmente con su bastón a su hijo mayor, el zarévich Iván, su preferido.

Luisa Isabel de Orleans

Fue conocida en la corte española, sobre todo, por su comportamiento inapropiado debido al Trastorno límite de la personalidad (TLP) que padecía. Los miembros de la corte empezaron a llamarla La reina loca.

No tenía nombre debido a que fue la quinta hija de Felipe II de Orleáns y se esperaba un niño, así que apenas se preocuparon de ella, motivo por el cual no le pusieron ni un nombre hasta el día de su matrimonio con apenas doce años de edad.

Desde su llegada a la Corte de los Borbones españoles, Luisa Isabel fue protagonista de numerosos incidentes, como pasearse sin ropa, eructar, ventosear en público, corretear por los pasillos y trepar a los árboles, síntomas del Trastorno límite de la personalidad (TLP) y de la bulimia que padecía.

Se presentaba ante toda la corte sucia y maloliente, negándose a utilizar ropa interior e intentaba provocar al personal exponiendo sus partes íntimas de un modo sibilino. También se dice que se negaba a tocar la comida en la mesa, pero luego se escondía y engullía de modo compulsivo todo lo que encontraba a mano, fuera o no comestible.

Su comportamiento parecía empeorar con el tiempo, ya que de la noche a la mañana se la ve limpiando pañuelos, cristales, baldosas, azulejos y tejidos de toda índole en el palacio. Los súbditos allí presentes ven atónitos cómo la soberana se desnuda, agarra su vestido y se afana en limpiar con él los cristales del salón.

Fuentes: nationalgeographic.es, Wikipedia.org, supercurioso.com, vix.com, detectivesdelahistoria.es

Temática sugerida por: María Pérez

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