Vive debajo de nuestros muebles, sobre nuestros armarios y no hay forma de librarse de él. Por mucho que pasemos la mopa o el aspirador, el polvo siempre sale triunfador y vuelve a ocupar sus dominios.
Las fuentes más habituales de polvo son las escamas de piel animal, arena, harina, los deshechos o restos de insectos y suciedad corriente como pueden ser restos de comida o fibra de alfombra. Toda la piel muerta que perdemos llenaría un paquetito de harina, es decir, que perdemos bastante, sin embargo es un alimento muy suculento para los ácaros del polvo, por eso no hay tanta por nuestra casa. Gran parte de nuestra piel muerta también se marcha por el desagüe de la bañera cuando nos duchamos.
Los ácaros del polvo, que pertenecen a la familia de las arañas, son diminutos. Tanto que una cucharadita de polvo puede contener hasta mil ácaros… y 250.000 de sus cacas o deposiciones.
En otras palabras, la mayoría de alérgicos al polvo en realidad lo son a las cacas de los ácaros del polvo. Las encimas que excretan los intestinos del ácaro atacan las vías respiratorias y provocan síntomas asmáticos o parecidos a la fiebre del heno.
Véase también ¿Por qué tenemos alergias?
Por eso, a las personas alérgicas a los ácaros les interesa ser especialmente escrupulosos en la limpieza de su casa. No podrán librarse del todo de ellos, pero con menos polvo, seguro que reducen al máximo sus problemas de asma.
Con todo, la composición exacta del polvo doméstico es un dato muy esquivo, porque depende de muchísimos factores: depende del país que estudiemos, la casa, la habitación, la estación del año, el estilo de vida de sus habitantes, la frecuencia con que se limpia, si se suelen abrir las ventanas o no.
Pero eso es el polvo que encontramos normalmente en nuestra vivienda,
¿Que pasa con el polvo del exterior?
Normalmente es invisible. Aunque, a veces, cuando flota delante de una ventana por la que entra un rayo de sol, lanza pequeños brillos, como si fueran joyas diminutas flotantes. Quizás algunas personas lo detestan. Sin embargo, sin el polvo el mundo se acabaría.
En el aire que respiramos hay miles de cosas en suspensión. La brisa hace flotar en el aire diminutos organismos, polvo y demás miniaturas suspendidas en el aire que conforman el aeroseston.
Gran parte proviene de lugares tan alejados como el desierto del Gobi, el Sahara o Mojave: entre 1 000 y 3 000 millones de toneladas de desierto suben a la atmósfera cada año. Pero esta no es la única fuente, los océanos aportan de 3 a 5 mil millones de motitas de sal, los árboles y las plantas exhalan miles de millones de toneladas de compuestos orgánicos y una tercera parte condensa en diminutas esferitas; plancton, volcanes y pantanos liberan de 20 a 30 millones de toneladas de compuestos azufrosos y cerca de la mitad se convierten en pequeñas partículas; los incendios de bosques liberan unos 6 millones de toneladas de hollín y los glaciares del mundo van moliendo lentamente las montañas liberando partículas minúsculas en una cantidad que nadie conoce.
Las llantas de los automóviles sobre el pavimento lanzan al aire toneladas de partículas de caucho, que últimamente se consideran como grandes culpables del asma.
Pero no todo el polvo tiene su origen en nuestro planeta. Unas cien toneladas de polvo extraterrestre cae a la Tierra cada día; son micrometeoritos y partículas cometarias que no se desintegran al entrar en la atmósfera.
Toda una colección de objetos que se transportan alrededor del mundo gracias a las incesantes brisas, recorriendo quizás la mitad del globo antes de caer tras varias semanas de viaje. Pero lo cierto, aunque nos pueda parecer “sucio” que continuamente nos llueva polvo de otros lugares, sin ese polvo no habría vida en la Tierra.
Sin la arena que llega desde el Sahara y la Amazonia, el suelo estaría empobrecido, sin nutrientes.
Para los más escrupulosos, diré que si el planeta estuviera completamente limpio, sería entonces muy caluroso y húmedo. Sin el polvo, el vapor de agua no comenzaría a condensarse hasta que la humedad relativa llegara al 300 %.
Sin polvo tampoco habría casi nubes, ya que el vapor de agua se adhiere a las superficies de los granitos de polvo.
Así de importante puede ser lo que apenas se ve y, a veces, nos hace estornudar.
Fuentes: