Actualmente la teoría más reconocida sobre el tono de la piel, tiene que ver con el sol. A través de las migraciones y de las diferentes generaciones, ha ocurrido un cambio gradual en los tonos de piel, dándonos una paleta muy amplia en los pigmentos de piel.
La pigmentación de nuestra piel
La piel humana debe su color a la presencia de un pigmento llamado melanina, cuya función principal consiste en proteger las capas cutáneas superficiales (piel) de los daños que podrían ocasionarle los rayos ultravioletas irradiados por el Sol. Esta irradiación plantea un problema fundamental a nuestro género, dado que carecemos de la densa capa de pelo que sirve de protección solar a la mayoría de los mamíferos.
Esta falta de pelo nos expone a diferentes clases de peligros por irradiación: las quemaduras corrientes con sus ampollas, sus sarpullidos y sus riesgos de infección, y los diversos tipos de cáncer de piel, entre los que se incluyen el melanoma maligno, una de las enfermedades más mortíferas que se conocen.
La melanina constituye la primera línea defensiva del organismo contra estas enfermedades, siendo de esa forma un escudo natural contra el sol. Siendo el tamaño y el número de células productoras (melanocitos) lo que determina el color de la piel, mientras haya más melanina habrá un color más oscuro.
Esto explica por qué los mayores porcentajes de incidencia de cáncer de piel ocurren en países soleados donde personas de piel clara pasan buena parte de sus vidas al aire libre ligeramente ataviados, como es el caso de Australia.
Rayos ultravioleta y su implicación
Si la exposición a la radiación solar sólo tuviese efectos perjudiciales, la selección natural se habría decantado por el color negro betún para todas las poblaciones humanas. Pero no es así.
Los rayos del Sol no constituyen una amenaza absoluta: al incidir sobre la piel, la luz solar convierte en vitamina D las sustancias grasas de la epidermis y la sangre transporta esta vitamina de la piel a los intestinos, donde desempeña un papel fundamental en la absorción del calcio, que es decisivo para la fortaleza de los huesos. Ya que las personas con déficit en vitamina D contraen dolencias deformadoras como el raquitismo y la osteomalacia.
En las mujeres, la deficiencia de calcio puede originar una deformación del conducto pélvico, con la secuela de parto mortal para la madre y el feto.
De pieles y latitudes
La vitamina D está disponible sólo en algunos alimentos, principalmente aceites e hígados de peces marinos. Por esta razón, quienes viven alejados de las costas se ven obligados a depender de los rayos solares y de su propia piel para obtener el suministro de esta sustancia fundamental. El color de la piel específico de una población humana representa, en amplia medida, una «solución intermedia» entre los peligros de una radiación excesiva y los de una insuficiente; es decir, entre las quemaduras agudas y el cáncer de piel, por un lado, y el raquitismo y la osteomalacia, por otro.
Distribución geográfica
Existe una correlación directa entre la distribución geográfica de la radiación ultravioleta (UVR) y la distribución de la pigmentación en la piel. Aquellas zonas con mayor UVR tienden a estar pobladas por gente con mayor pigmentación, piel más oscura, mientras que las zonas con menor UVR, más alejadas de los trópicos y más cercanas a los polos, muestran pieles más claras.
La correlación entre color de la piel y latitud no es perfecta, porque otros factores —como la disponibilidad de alimentos ricos en vitamina D y calcio, la nubosidad invernal, la cantidad de ropa que se use y las preferencias culturales— pueden obrar a favor o en contra de la relación antes dicha.
Como pueden ver, el color de vuestra piel no es más que una adaptación evolutiva para sobrevivir en zonas con más o menos radiación solar, y no una diferenciación racial, cultural o étnica con marcadas capacidades intelectuales o físicas. Lo mismo sucede con otras características físicas diferentes en los varios grupos étnicos como el tipo de pelo, e incluso la complexión física, que no son más que adaptaciones al entorno. Desgraciadamente, algunos humanos siguen pensando lo contrario.
Fuentes: algarabia.com y cienciahistoria.com