Simulación mental
El sonido musical tradicionalmente se produce por intermedio de movimientos del cuerpo al golpear, frotar, sacudir y soplar, por ejemplo.
Así que, cuando escuchamos música, tendemos a simular mentalmente los movimientos corporales que pensamos se activaron en la producción de ese sonido.
Reaccionamos a la música vía movimientos corporales como las anteriormente nombradas.
Por consiguiente, nuestra experiencia de un sonido involucra una imagen mental de un movimiento corporal.
El profesor Rolf Inge Godoy, de la Universidad de Oslo, dice: «El movimiento relacionado a la música, tanto en la producción y el acompañamiento del sonido, deja un rastro en nuestras mentes».
«Podría interpretarse como un tipo de representación figurativa, una que está íntimamente vinculada a nuestras experiencias de las características destacadas del sonido musical», explicó Godoy.
Notablemente, los escuchas imitan la producción física de la música haciendo una mímica de algún instrumento en particular en una pieza musical, por ejemplo el “air guitar” o “air drumming”.
Es por eso que frente a una pieza con mucha percusión tal vez estemos golpeando el piso con el pie como lo hace un baterista con el pedal del bombo. O toquemos la «guitarra de aire» durante un solo de guitarra eléctrica u ondeemos los brazos suavemente en un recital de flauta.
«La idea básica aquí es que las imágenes de la producción de sonido y otros movimientos relacionados al sonido se recrean activamente durante la audición e imaginación de la música», comentó el profesor.
«Por eso está la noción que la teoría motora podría ser la base de las similitudes entre el sonido y el movimiento del cuerpo durante la experiencia musical», concluyó.
En general, algunas características de los sonidos, como el ritmo y la textura parecen estar fuertemente relacionadas al movimiento, mientas que otras, como la disonancia, tiene una relación sonido-movimiento más débil.