Actualmente la alergia se ha convertido en una epidemia en los países desarrollados afectando a casi el 40% de la población. Todos solemos conocer a alguien que tiene alergia o somos nosotros mismos los que la padecemos. Pero…
¿Qué son las alergias?
Una alergia es una reacción desproporcionada del sistema inmunitario a una sustancia que es inofensiva para la mayoría de la gente. Pero en una persona alérgica, el sistema inmunitario trata a la sustancia (denominada alergeno) como un invasor y reacciona de manera inapropiada, provocando síntomas que puede hacer que la piel, los senos paranasales, las vías respiratorias o el aparato digestivo se inflamen.
Su aparición se recrudece en primavera, porque uno de los grupos de alérgenos más frecuentes son los pólenes, unas células reproductoras de las plantas que proliferan durante esta estación. Otros agentes alérgenos son los hongos ambientales, los ácaros de polvo y los epitelios de algunos animales, como los perros, gatos, caballos y roedores. También pueden generar reacciones alérgicas determinados alimentos o fármacos y la picadura de insectos como abejas o avispas.


El sistema inmunitario de una persona alérgica, en un intento de proteger al cuerpo contra algo que percibe como una amenaza, produce anticuerpos denominados inmunoglobulina E (IgE) contra el alergeno. A su vez, estos anticuerpos hacen que unas células denominadas mastocitos liberen ciertas sustancias químicas, incluyendo la histamina, en el torrente sanguíneo para defenderse del alergeno “invasor”.
Es la liberación de estas sustancias químicas lo que causa las reacciones alérgicas, que afectan a los ojos, la nariz, la garganta, los pulmones, la piel y/o el tubo digestivo. La posterior exposición al mismo alergeno (sustancias como el polen o los frutos secos) volverá a desencadenar la misma reacción alérgica. Esto significa que, cada vez que la persona se exponga o ese alergeno, sea comiendo determinado alimento o bien tocando o respirando determinada sustancia, presentará una reacción alérgica.
Algunos niños también tienen lo que se conoce como reacciones cruzadas. Por ejemplo, los niños que son alérgicos al polen de abedul pueden presentar reacciones alérgicas cuando ingieren manzanas porque la manzana contiene una proteína similar a la del polen de abedul.


¿Qué son las inmunoglobulinas y la IgE?
Son anticuerpos que genera el organismo como defensa contra los microbios y contra toda sustancia extraña que penetra en el cuerpo. Hay varias clases de inmunoglobulinas: IgA, IgG, IgM, IgD y la IgE. La alergia más frecuente, la más típica, se debe a que el organismo forma IgE frente a un alérgeno. Las personas sin alergia no suelen formar IgE frente a los alérgenos, sino que se defienden por otros mecanismos.
Signos y síntomas
A pesar de que son muy molestas, por lo general, las alergias no son complicaciones graves, pero sí pueden acabar en cuadros más complejos, como el asma. De hecho, se calcula que el 80 por ciento de los asmáticos tienen, en menor o mayor grado, una base alérgica. En estos casos, el asma aparece también por la acción de los alérgenos y los pólenes son el principal grupo que la desencadena.


Las reacciones alérgicas pueden ser leves o graves. La mayoría de ellas consiste sólo en la molestia que causa el lagrimeo, picor en los ojos, estornudos, congestión nasal y la estrechez de garganta. En el extremo opuesto, las reacciones alérgicas pueden poner en peligro la vida si causan una repentina dificultad respiratoria, un mal funcionamiento del corazón y un acusado descenso de la presión arterial, que puede acabar en shock.
Si bien la mayoría de las alergias no tienen cura, los tratamientos pueden ayudarte a aliviar los síntomas de alergia.
¿Por qué se produce esta equivocación?
Todas las personas, desde que nacemos hasta que nos morimos, estamos expuestos al medio ambiente que nos ha tocado vivir, y de nuestra capacidad de respuesta inmunológica dependerá nuestra salud y también las enfermedades que padezcamos.


Realmente no existe una causa única, probablemente sea debido a una combinación entre factores genéticos y ambientales que, además, han de ocurrir en un momento determinado de la vida de esa persona.
Así tenemos por un lado los factores genéticos, con los que nacemos heredados de nuestros padres. No existe un solo gen implicado, sino varios, esto hace que los hijos de padres alérgicos tengan más probabilidad de tener alergia, aunque no necesariamente hacia la misma sustancia que rechazan sus padres. Aun así, no todos tienen porqué llegar a desarrollarla, algunos serán alérgicos y otros no. Esa tendencia hereditaria que tienen algunas familias de padecer alergia es lo que conocemos como atopia.
Además, tenemos que tener en cuenta los factores ambientales como la exposición a infecciones, la higiene, el contacto con animales, el uso de vacunas, antibióticos, la contaminación, el tabaco, la alimentación, etc.
También puede favorecer la aparición de las alergias situaciones en las que bajan o se debilitan las defensas del organismo (tras una infección vírica o durante el embarazo).


Teoría de la higiene
El estilo de vida occidental y sus adelantos nos lleva a controlar muchas de las enfermedades infecciosas existentes originando un descenso de dichas infecciones en los primeros años de vida. Al no tener contacto directo con múltiples microorganismos (virus y bacterias) podría hacer que el sistema inmune no se estimule lo suficiente y crezcan más vulnerables ante los agentes externos (razón por la cual la alergia ha aumentado de forma exponencial estos últimos años).
Por otro lado, nuestro sistema inmunológico al no tener enfermedades contra las que luchar, no se activa de forma adecuada y empieza la batalla frente a elementos habituales de nuestra vida contra los que no tendría que defendernos (alimentos, animales, plantas, etc.) originando las enfermedades alérgicas.
Fuentes: rchsd.org, quironsalud.es y cuidateplus.marca.com

