La definición de Comportamiento canino comporta el conjunto de respuestas coordinadas (acciones e inacciones) de perros domésticos (individualmente o en grupo) a estímulos internos o externos.
Como la especie animal domesticada más antigua que es, con una estimación de entre 9.000 y 30.000 años, el comportamiento de los perros ha sido inevitablemente conformado por milenios de contacto con humanos. Como resultado de esta evolución social y física, los perros, más que otras especies, han adquirido la capacidad de comprender y comunicarse con los humanos y están excepcionalmente en sintonía con nuestros comportamientos.
Estudiosos del comportamiento, han descubierto un sorprendente conjunto de habilidades sociales y cognitivas en el perro doméstico. Estas habilidades no se expresan en parientes caninos cercanos ni en otros animales como los grandes simios, sino que, más bien, son paralelos a algunas capacidades sociales y cognitivas de los niños.
Los perros son capaces de leer y reaccionar apropiadamente al lenguaje del cuerpo humano como los gestos y señales, así como comprender comandos de voz.
Empatía
En 2012, un estudio encontró que los perros se orientan hacia su cuidador o una persona extraña más frecuentemente cuando la persona parece llorar que cuando está hablando o murmurando. Cuando el extraño finge llorar, el perro, en lugar de acercarse a su zona de confort (su dueño), olfatea, acaricia y lame a la persona, aun siendo desconocida. Este patrón de comportamiento era consistente con la empatía.
Además, otro estudio muestra como la tercera parte de los perros sufren ansiedad cuando se les separa de los demás.
Ladridos
Esta capacidad ya fue desarrollada por sus antepasados los lobos ya que, al vivir en zonas con vegetación alta que impedía comunicarse mediante señales gestuales, enviaban señales sonoras.
Por supuesto no todos los sonidos que emiten los perros son iguales ni tienen el mismo significado. El ladrido sirve por regla general para advertir de un peligro o dar la señal de alarma ante la presencia de intrusos y tiene como fin proteger el territorio. La domesticación y convivencia de los perros con el hombre hacen que estos animales ladren con mucha más frecuencia que los lobos y hayan desarrollado un código de ladridos básico que se puede resumir en tres tipos de ladridos: El ladrido continuo, rápido y de volumen medio advierte de la presencia de intrusos en el territorio del perro, pero si este ladrido continuo se hace lento y baja de volumen indica que el perro ya está preparado para defenderse de los extraños.
Sin embargo, no todos los ladridos y sonidos que emite el perro tienen un significado defensivo, ya que, si los ladridos son prolongados y se producen a intervalos largos, el perro está reclamando compañía.
Los ladridos también sirven al perro para comunicarse con sus dueños, así si cuando regresas a casa tu perro te recibe con un ladrido corto y agudo, está intentando decirte que está molesto, mientras que si lo que quiere es jugar contigo, emitirá un ladrido entrecortado.
Aunque los ladridos son los sonidos que el perro emite con más frecuencia, también existen otras señales que tienen su propio significado. El aullido, por ejemplo, aunque puede ser una respuesta a sonidos de alta intensidad, suele estar asociado a situaciones de malestar o sufrimiento. Lo mismo sucede con el gemido que utilizan los cachorros para reclamar la atención de su madre, sin embargo, si un perro adulto gime, suele ser señal de dolor o miedo.
Existe asimismo otra señal defensiva muy diferente del ladrido, el gruñido, que puede ser dirigida tanto a otros animales como al hombre e indica la advertencia de que el perro va a defenderse de manera inminente. En cambio, si el gruñido se produce durante el juego tiene un significado totalmente distinto y es una invitación por parte del perro a continuar jugando.
Peleas de perros
Existen diversas situaciones que pueden provocar una reacción agresiva de un perro hacia otro y causar peleas de perros. Conocer estas situaciones es fundamental tanto para evitarlas en la medida de lo posible como para saber actuar en caso de que el conflicto resulte inevitable.
Las disputas de jerarquía que se establecen entre dos machos son las más comunes pero también las menos peligrosas. La situación suele resolverse de manera natural al quedar demostrada la supremacía de un perro sobre otro sin que se produzca un ataque grave ya que los perros machos, por lo general, inhiben su mordedura.
Sin embargo no sucede lo mismo en el caso de que la pelea se produzca entre dos hembras, y el hecho de que éstas no inhiban su mordedura hace que este tipo de peleas de perros sean las más peligrosas. Pese a que este tipo de enfrentamientos se produce muy raramente, es necesario tener en cuenta que, cuando hay peleas de perras, lo hacen a muerte.
Las peleas de jerarquía entre un macho y una hembra son también poco habituales pero, en caso de producirse, suponen un grave peligro para el macho. Pese a que el perro pueda efectuar maniobras de defensa ante los ataques de la hembra, éste nunca llegará a infringirle un daño real incluso a expensas de su propia vida.
Si el conflicto se produce entre un adulto y un cachorro, no resultará peligroso siempre que quede bien patente la superioridad física del primero. De todas formas es necesario tener en cuenta que un cachorro de ocho meses ya es considerado, a ojos de los demás perros, como un adulto, por lo que en caso de pelea no se verá protegido por su corta edad.
Una excepción general a todas estas consideraciones se da en el caso de que uno de los perros implicados en una pelea de perros sea uno de los considerados «razas de pelea» como bull terriers, mastiffs, dogos argentinos, etc. En este caso, independientemente del sexo de los contendientes, el grado de peligrosidad de la pelea será similar al de un enfrentamiento entre hembras, ya que estas razas no inhiben su mordida y su instinto hace que peleen de forma seria en cualquier situación de amenaza.
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