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¿Qué hay después de la muerte?

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Tiempo de lectura: 8 minutos

Fue como apagar el televisor. Un segundo antes todo funcionaba y lo siguiente que supe es que estaba rodeado de médicos y enfermeras con los pies en el aire y enchufado a una bolsa de sangre. Me preguntaban: “¿Cómo te sientes? Te perdimos durante un minuto”, relata un hombre que ha estado a las puertas de la muerte o que, más bien, se fue para volver y ahora poder contarlo.

Se trata quizá de la pregunta más antigua y a la vez más humana que existe: ¿hay vida después de la muerte? Llevamos buscando la respuesta desde tiempos inmemoriales, lo que ha dado lugar a religiones, teorías y sobre todo mucha especulación. Pero por muchas conjeturas que el ser humano pueda desarrollar a lo largo de los años, la cruda realidad es que nadie sabe con certeza qué ocurre en ese instante.

Las investigaciones al respecto aseguran que ciertos patrones se repiten, como la luz blanca y radiante, la sensación de desconexión con el cuerpo, el largo túnel o una intensa paz interior.

Estudio de la conciencia

Nunca antes se había abordado la cuestión de la conciencia en situaciones límite. Al menos no al nivel (por su magnitud y relevancia de sus conclusiones) del estudio publicado en la revista ‘Resuscitation‘, realizado por la Facultad de Medicina Langone en la Universidad de Nueva York.

Los médicos declaran la muerte del paciente cuando deja de respirar, cesan los latidos de su corazón y no se detectan ondas cerebrales durante varios segundos. El sentido común nos dice que una vez que el órgano falla, la sangre ya no circula al cerebro y, por lo tanto, los monitores no pueden detectar actividad alguna. Sin embargo, la investigación de la NYU pone en duda el consenso establecido, pues afirma que la conciencia humana no desaparece inmediatamente después de la muerte. Lo que significa que, en teoría, alguien podría escuchar cómo los médicos anuncian su propio deceso.

Varios de aquellos que dicen haber experimentado una experiencia cercana a la muerte (ECM) aseguran que recuerdan qué pasó en la sala del hospital una vez el doctor ya les había dado por muertos. Algunos se acuerdan incluso de las conversaciones entre los profesionales o de sus caras de decepción. Todo esto llevó al investigador a demostrar la aparente supervivencia de la conciencia tras la muerte técnica en el mayor estudio hasta la fecha, bautizado como ‘AWARE (AWAreness during REsuscitation)‘, que analiza las experiencias de 2060 personas que han sufrido un paro cardíaco. De estas, 330 sobrevivieron tras esfuerzos de reanimación y 140 dicen haber pasado por una ECM.

“Hemos estudiado la mente humana en el contexto de la muerte para entender si la conciencia se aniquila o continúa después de que la persona haya muerto; y la relación que tiene esto con lo que sucede dentro del cerebro en tiempo real”, resume el científico Sam Parnia. Aunque la mayoría de los participantes reconoció que no podía recordar con claridad, un 39% pudo describir una “percepción de conciencia” y un pequeño porcentaje fue capaz de describir las conversaciones y situaciones de la habitación del hospital.

Otro estudio de la misma índole es realizado por la Universidad de Southampton, iniciado en 2008 y cuyos resultados se publicaron en 2014. El estudio reflejaba una gran cantidad de casos de experiencias cercanas a la muerte en pacientes con paro cardíaco que estuvieron clínicamente muertos, pero a los que finalmente se consiguió reanimar. En gran parte de estas experiencias y tras haber conseguido recuperar al paciente, parece reflejarse que éste ha mantenido un hilo de conciencia durante todo el proceso, relatando situaciones similares a las del estudio en la Universidad de Nueva York.

Hay que tener en cuenta que es cierto que el cerebro puede permanecer vivo durante un breve espacio de tiempo tras el cese de la respiración y la actividad cardíaca: nuestra conciencia y percepción no se desactiva bruscamente, lo que podría hacer que, aunque nuestras constantes fueran incompatibles con la vida aún poseyéramos unos segundos o incluso minutos de conciencia. Pero los estudios realizados por la Universidad de Southampton señalan que en muchas de las experiencias cercanas a la muerte el cerebro no tenía actividad durante el período relatado en cuestión y que las descripciones ofrecidas por los pacientes eran muy precisas a la hora de describir los objetos y situaciones que se dieron durante su muerte.

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Otro experimento del mismo tipo ha sido llevado a cabo en la Technische Universität de Berlín, con personas creyentes y ateas a los que han resucitado tras estar clínicamente muertas y cuyas experiencias reflejan patrones semejantes a las anteriormente descritas. Este tipo de teorías son algunas de las más importantes y de las que mayor apoyo han tenido, llegando a presentarse conclusiones al respecto en la ONU.

Uno de estos usuarios que ha tenido una experiencia cercana a la muerte, comenta que hace cinco años se sometió a una cirugía importante. Comenzó a sangrar y estuvo en un estado de muerte clínica durante varios minutos. “Me desperté en un lugar que parecía el espacio, pero no había estrellas ni luz. Ni siquiera estaba flotando, tan solo tenía conciencia de estar ahí. Tampoco sentía frío, calor, hambre o cansancio, sino algo más neutral y pacífico. Sabía que una luz cercana me atraía, pero no tenía ninguna necesidad de ir hacia ella en ese momento. Recuerdo haber pensado en mi vida, pero no como si fuese un montaje o una sucesión de fotografías, sino más como si estuviese remoloneando entre las páginas de un libro. Sea lo que fuere, sigo teniendo miedo a morir, pero no me preocupa el qué pasará después”.

Una visita de un ser querido

Otro hombre cuenta que sufrió un accidente de moto a más de 80 kilómetros por hora. Los médicos le dieron por muerto durante el traslado al hospital. “Tan solo recuerdo haberme caído en la carretera y que todo se volvió negro y silencioso. No me dormí porque pasó algo verdaderamente extraño. Abrí los ojos y me encontré a mi hermano sentado cerca de donde yo estaba. Él había muerto por sobredosis hacía ya unos años. Miraba su reloj y me decía algo así como ‘van a llegar pronto’. Me gustaría poder dar más detalles, pero honestamente no recuerdo mucho más sobre el incidente”.

“Recuerdo como si algo me arrastrara hacia atrás, muy lentamente, como si fuese la corriente de un río. En un momento dado empecé a ver un jardín, sin flores, tan solo polvo y hierba. También una zona de juegos, con niños, un chico y una chica. Es difícil describirlo, pero sentí que podía quedarme si era lo que yo quería. Me dije a mí mismo que no quería abandonar a mi madre y finalmente volví a mi cuerpo. Mi corazón estuvo parado durante seis minutos”, señala un tercer comentario.

Un usuario asegura que sufrió complicaciones durante sus meses de tratamiento y quimioterapia: “La peor parte de todo es lo pacífico que resulta. Es como la sensación tras haber atrasado la alarma a las siete de la mañana. Puede que lo hagas una o dos veces, pero recuerdas que has de ir al colegio o a trabajar y que el sueño tendrá que esperar, porque todavía te quedan muchas cosas por hacer”. Por otro lado, siempre hay quien tiene una experiencia de lo más ‘normalita’: “No hubo luces blancas, ni apagón, ni sueños ni visiones, tan solo me apetecía dormir. Según dicen, pregunté 10 veces qué me había pasado tras el accidente”.

Tratando de encontrarle una explicación

Biocentrismo: hipótesis cuántica

Una de las hipótesis científicas que barajan la posibilidad de la vida después de la muerte es, según Robert Lanza, el biocentrismo, que se basa en la física cuántica. De hecho, considera que la muerte es sólo un producto de la conciencia, una ilusión. Esta teoría implica que no es el universo el que forma la vida sino lo contrario, que la vida genera lo que consideramos la realidad. Es nuestra conciencia la que da forma a lo que consideramos que es el mundo, entre ellas la misma muerte. También el espacio y el tiempo.

Para apoyar esta teoría el autor tiene en cuenta los resultados de experimentos de doble rendija, que manifiestan que una partícula puede comportarse a la vez como partícula y como onda dependiendo de cómo se observe. También se parte de aspectos como la percepción visual, que puede cambiar si se alteran los receptores dedicados a ella.

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El anteriormente citado autor tiene en cuenta la teoría física de la posible existencia de universos múltiples. Teóricamente, nuestra muerte podría suponer el viaje de nuestra conciencia a otra dimensión o universo. La vida se considera algo continuo de lo que no es posible salir.

Hipótesis contraria a la existencia de vida tras la muerte

Una gran mayoría de la comunidad científica considera que la muerte es el final, no existiendo pruebas de la existencia de nada más allá de ella. El sustrato neuroanatómico que permite la consciencia es el cerebro, lo que implica que tras el cese de su actividad está también deja de funcionar.

También se propone que las experiencias cercanas a la muerte y las sensaciones que manifiestan quienes las sufren son normales y esperables como consecuencia de las alteraciones biológicas producidas al momento de morir: alteraciones en el temporal provocan efectos muy semejantes a las citadas, la visión de luz o un túnel se asociaría al estrechamiento de la consciencia y la dilatación pupilar propia de una persona en sus últimos momentos y la captación de detalles puede deberse a la persistencia durante unos segundos del funcionamiento cerebral mientras el organismo deja de funcionar.

Y de esta forma piensa el respetado físico y cosmólogo Sean Carroll, profesor en el Instituto de Tecnología de California, recalcando que la vida después de la muerte es incompatible con todo lo que sabemos sobre la ciencia moderna.

Carroll sostiene que quienes aseguran que el alma persiste después de la muerte, deberían responder otras preguntas como: ¿qué partículas forman el alma? ¿cómo interactúa con la materia ordinaria?

En un ensayo titulado “Physics and the Immortality of the Soul” (“Física y la inmortalidad del alma”, en español), Carroll sugiere que la única evidencia de vida después de la muerte es “algunas leyendas y afirmaciones incompletas de testigos… además de muchas ilusiones”.

Estamos hechos de átomo”, precisó. “Cuando mueres, es como apagar una vela o apagar un notebook. No hay sustancia que abandone el cuerpo. Ese es un proceso que se detiene. Así es como las leyes de la física describen la vida”, agregó.

En ese sentido, Carroll indica que la conciencia, en el nivel más básico, es una serie de átomos y electrones aportados por la mente. Sin embargo, argumenta que las leyes de la física no permiten que estas sigan funcionando después de la muerte física.

Las afirmaciones de que alguna forma de conciencia persiste después de que nuestros cuerpos mueren y se descomponen en átomos constituyentes se enfrentan a un gran obstáculo insuperable: las leyes de la física que subyacen a la vida cotidiana”, comentó en entrevista con el periódico británico Express.

Todo debe suceder en esos márgenes, y no hay manera, en esas leyes, de permitir que la información almacenada en el cerebro persista después de que mueres”, complementó.

El experto alude a la teoría cuántica de campos, disciplina de la física que aplica los principios de la mecánica cuántica a los sistemas clásicos de campos continuos, como por ejemplo el electromagnético.

Dicho de otro modo, esta teoría sostiene que hay un campo en el universo para cada tipo de partícula.

Carroll esgrime que, si la vida continuara después de la muerte, el campo cuántico habría “revelado partículas y fuerzas espirituales”.

Creer que hay algo después, por decirlo suavemente, requiere una física más allá del modelo estándar. Lo más importante es que necesitamos alguna forma para que esa ‘nueva física’ interactúe con los átomos que tenemos”, escribió en la revista científica Scientific American.

Dentro de la teoría cuántica de campos, no puede haber una nueva colección de ‘partículas y fuerzas espirituales’ que se relacionen con átomos regulares, porque los habríamos detectado en otros experimentos”, cerró.

Temática sugerida por: Jose Pablo, José Ferrer, Omar Gonzaléz, Ro Mitton, leidy romero, qbuenap, Alexandra, leidy romero y Ashly

Fuentes:

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