La revista científica New Scientist da cuenta del «Manual de Cambridge de las cualidades y competencias de expertos», donde luego de estudios se concluye que la capacidad de algunas personas que se define como talento genial no es fruto de la naturaleza solamente, sino de la combinación de habilidad innata, instrucción y una pila de trabajo.
La vieja pregunta de si un genio se nace o se hace fue respondida. Según el estudio analítico del tema, genio «se hace», aunque, mejor dicho, un genio nace y se hace, pues una cierta dosis de talento natural es indudablemente necesaria, pero no basta.
Es preciso cultivarla con estudios de alta calidad y desarrollarla con años de arduo trabajo. Sólo entonces se manifiestan los verdaderos «genios», como un conjunto de cualidades excepcionales en un campo particular, cualquiera sea, desde las ciencias a las artes creativas, desde los intelectuales a los deportistas.
La investigación de Cambridge pide olvidar la idea de que lo innato es lo que capacita a los grandes de la historia para los descubrimientos y las proezas: lo cierto es que una pizca de talento debe ser acompañada por el estudio profundo y la aplicación recurrente de lo aprendido.
A Ernest Hemingway o a Thomas Edison se les adjudica un 1% de «inspiration» (inspiración, arte) y 99% de «perspiration» (transpiración, sudor, labor, fatiga, trabajo).
La «fórmula» del genio, reporta Corriere della Sera, es 1% de inspiración, 29% de buenos estudios y 70% de trabajo. También sugiere el estudio de Cambridge una especie de «regla de los diez años», según la cual, si el talento es sólido, se necesita al menos un decenio para ponerlo en práctica, con trabajo intenso y serio, para alcanzar la grandeza.
Con entrenamiento, un cerebro normal puede desarrollar habilidades propias de un genio. En cambio, sin ese entrenamiento, hasta un cerebro extremadamente inteligente puede atrofiarse.
Al mando del famoso psicólogo Benjamin Bloom de la University of Chicago, se analizaron a 120 atletas, actores, artistas, matemáticos y científicos, y todos contaban con al menos una década de estudios y ejercicios antes de haber obtenido el reconocimiento internacional. Un dato no menor es que todos los genios habían tenido un mentor, una figura clave que los ayudaba y les daba coraje durante ese tiempo preparatorio.
Para muestras, bastan famosos: Mozart tocaba el violín a los tres años y componía a los siete, pero recién en la adolescencia compuso las obras que lo hicieron célebre (si quieres saber más acerca de su vida, visita nuestro artículo dedicado a el: Mozart en despertarsabiendo.com); Tiger Woods, más cerca en el tiempo, agarró un palo de golf desde antes de empezar a caminar, pero fue el mejor del mundo después de ciertos años de práctica y «expertise», como se podría pensar de Pete Sampras, de Maradona, o de Michael Jordan.
En suma, los afortunados que nacen con don particular deben, si quieren hacer la diferencia, profundizar en él y practicarlo. Sólo así verán si son excelentes ejecutores o genios. El chiste del Corriere della Sera es más que pertinente para el caso: cuando preguntaban los músicos cómo hacer para llegar a tocar al templo de la música clásica en Nueva York, el famoso Carnegie Hall, señalaban al conservatorio nacional norteamericano y les decían «vaya ahí y practique».
Ahora, analicemos un caso:
Con 12 años, ganó el campeonato del mundo sub 16 para chicas y con 15, ya era la mujer con mayor ranking del mundo. Sofia una de sus hermanas, gana un torneo internacional en Roma con 14 años. Y la más pequeña de la familia, Judit con 10 años derrota al maestro internacional Dolfi Drimer y con 11, al gran maestro Lev Gutman.
Ahora pensaras, que son unos genios en el ámbito del Ajedrez, que desde pequeñas tienen un talento innato además de un gen heredado para el ajedrez, pero, ¿realmente es así?
Experimento Polgár
A finales de los sesenta un psicólogo húngaro aficionado al ajedrez llamado László Polgár quiso mostrar al mundo lo sencillo que era “fabricar” un genio en algún ámbito o arte.
Obsesionado con el estudio de los genios de la historia y tras estudiar la biografía de cientos de intelectuales creyó encontrar algo que muchos de ellos tenían en común: la especialización a muy temprana edad.
Por ello y sin detenerse demasiado a pensar en los problemas éticos y morales de su experimento se casó con una pedagoga que estaba interesada en el mismo tema y tuvieron tres hijas a las que sometieron a estudio para satisfacer sus curiosidades.
Desde el primer momento sus hijas no fueron a la escuela y su educación fue encaminada exclusivamente al ajedrez pues para Polgár era “un arte, una ciencia y una competición por la que los resultados del experimento se podrían medir “.
Con sólo cuatro años la primera de sus hijas -llamada Susan– creó sus propios problemas de ajedrez, de los cuales algunos se usan actualmente en las escuelas. Una década después, con quince años, era considerada la mejor jugadora de ajedrez del mundo según el sistema de puntuación Elo de la FIDE y durante los 22 años siguientes nunca bajó del tercer puesto.
Sofia, la segunda de las hijas del matrimonio Polgár, asombró al mundo del ajedrez con sus resultados en el torneo de Roma ’89. Sus resultados fueron conocidos para los aficionados como “el saco de Roma“, ya que ganó el campeonato obteniendo una puntuación de 8.5/9, es decir, todas las partidas ganadas salvo una en tablas. Hasta el año 2006 fue la mejor puntuación jamás obtenido por una mujer en un torneo y uno de los mejores sin importar el sexo del jugador.
Todos estos resultados comenzaron a confirmar las sospechas de László con respecto a su teoría, pero no consiguieron saciar su sed: quería una campeona del mundo y quería conseguirlo con su tercera y última hija, Judit.
Judit Polgár no sólo resulto una magnífica jugadora de ajedrez, sino que era la mejor jugadora de todos los tiempos conservando su primer puesto mundial desde hace varias décadas hasta el 2015 donde se retiró.
A los quince años consiguió ser el jugador más joven de la época en ser nombrado Gran Maestro Internacional, desbancando al mismísimo y fallecido Bobby Fischer.
Cabe destacar que ninguna de las 3 tuvo problemas para socializar, es más, las tres están casadas.
Fuentes:
- https://www.infobae.com/2006/09/18/276745-genio-se-hace-no-se-nace/
- https://exopolis.wordpress.com/2009/07/21/el-experimento-polgar/