Como es de costumbre los viernes, una vez más, traemos algunas historias aterradoras a nuestro rincón. Historias que a más de alguno/a les quedó dando vueltas en la cabeza, en especial a la hora de dormir, porque más allá de si son verdad o no, nuestra imaginación es poderosa y es ahí cuando pensamos que no siempre es lindo despertar sabiendo…
En esta ocasión te contaremos cinco historias cortas, pero que te darán que pensar.
Fue demasiado tarde para ayudarla
Trabajaba en una centralita de emergencias médicas cuando me pasó esta historia.
Alrededor de las tres de la madrugada nos llamó una señora mayor diciendo que no se encontraba bien. Intenté obtener más información de los síntomas como indica el protocolo, pero ella solo me decía «es que no me encuentro bien, ¿puedes mandar a alguien para que me ayude?» Me dio su dirección y su número, y me dijo que no había nadie en casa, pero que la puerta estaba abierta, así que podían entrar los médicos.
Al cabo de un minuto me dijo que se iba al baño y que dejaba el teléfono un momento, yo le pedí que antes me contara qué le ocurría exactamente mientras le mandábamos una ambulancia. Me repitió que se iba al baño un minuto, y no la volví a oír más.
Pasaron dos minutos más y me llamó uno de los auxiliares que ya había llegado a casa de la mujer, y su tono de voz me dio mal rollo en seguida.
«Emergencias… cómo se ha recibido la llamada exactamente?», le expliqué que había sido la propia paciente desde el fijo, y él no me contestó directamente, sino que usó su móvil para llamar a la oficina, como si no quisiera que le oyeran por radio. «¿Estás segura de que no ha llamado otro miembro de la familia o algo?» Le expliqué que la llamada la había hecho la paciente hacía unos 8 minutos, y aluciné con lo que me dijo. «Está en el baño, pero esta mujer lleva muerta al menos 12 horas. Necesitaremos que venga aquí un agente».
El filo de un Cuchillo
Unos amigos fueron de turismo rural al Pirineo y se acomodaron en diversas cabañas. La primera noche y ante el estado del tiempo, cedieron ante el aburrimiento hasta que a uno de ellos se le ocurrió jugar a la güija.
Después de prepararlo todo, se quedaron muy expectantes ante lo que pudiera ocurrir, menos uno de ellos. Este chico no respetó lo que tenían entre manos y no hacía más que reírse y tratar de «cazafantasmas» y payasos a los otros.
Se fue a dormir.
Esa noche y en la oscuridad de su habitación descubrió un pequeño punto de luz situado en el techo. No hizo ningún caso y se durmió. La noche siguiente se repitió la misma visión esta vez un poco más grande, no hizo mucho caso diciendo que eran jugadas de su mente y durmió.
Noche tras noche se repetía las mismas visiones y el objeto luminoso era cada vez más grande. Empezó a inquietarse sobre manera.
Por la noche descubrió que el objeto que noche tras noche aumentaba de tamaño mientras se acercaba era un puñal de hoja plateada. Encendía la luz y el puñal desaparecía, apagaba e intentaba cogerlo, no podía porque su mano desaparecía entre la oscuridad. Comenzó a volverse loco porque pensaba que si ese puñal se seguía acercando moriría.
Una noche descubrió que el puñal estaba estático y a un palmo de su pecho. Por la mañana cambió de casa para dormir (en la de un amigo) pidió que no le dejaran solo….
A la mañana siguiente… murió de un infarto.
La voz que venía del osito de mi infancia
Mi familia y yo estábamos a punto de mudarnos de la casa en la que habíamos vivido toda la vida hasta mis 16 años. Como te imaginarás, nos daba pena dejar atrás tantos recuerdos. Unos días antes de la mudanza decidí rememorar algo que solía hacer de pequeña: meterme en el almacén/armario que tenemos debajo de las escaleras y ponerme a leer con una linterna. Allí me sentía como en un refugio y como guardábamos un montón de colchas y peluches, era perfecto para reclinarse y leer.
Al cabo de media hora me moví un poco para ponerme cómoda y, de repente, escuché una voz suave, lenta y rasgada que me susurró al oído «siempre me haces feliz». Del susto que me pegué me golpeé la cabeza con el techo y casi rompo la puerta para salir de ahí. Después de hiperventilar y de explicarle a mi familia por qué tenía la cara blanca, descubrimos que la voz venía del osito de peluche que me compraron cuando tenía tres años y que habla cuando le presionas la barriga. Debí de reclinarme sobre él sin querer, pero cuando lo volví a apretar no volvió a emitir sonido alguno.
El enigma de la monja
Todo esto ocurrió no hace mucho tiempo durante una fría noche de otoño, en un colegio religioso de la provincia de Córdoba.
Tras acabar su jornada deportiva el joven alumno, el cual estaba matriculado en dicha escuela, olvidó uno de los libros que trataba sobre la materia que al día siguiente se examinaría de un parcial. Por lo cual, en vista que el ocaso del sol avanzaba, decidió acudir a su escuela, y recoger dicho libro.
Una vez que el joven estuvo frente a la gran valla, que separaba las dependencias municipales de las docentes, decidió saltarla y entrar por unas de las ventanas que pudo observar que permanecía abierta.
Ya estando dentro, avanzaba con velocidad hacia su aula, pero algo ocurrió al margen del joven intruso cuando atravesó el umbral de la puerta de dicha aula. Al pulsar el interruptor de la luz, descubrió a una señora de avanzada edad, sentada en uno de los numerosos pupitres.
¿No es ya tarde para que estés aún en el colegio niño? – Dijo la aparente religiosa.
El joven mostró inquietud, confusión y algo de miedo, pero un aura misteriosa relajó todas estas alteraciones en cuestión de segundos.
Lo sé, pero… Olvidé unos de mis libros, y al tener el examen mañana pues… decidí entrar sin permiso… – Respondió nervioso.
No te preocupes, no diré nada de esto – añadió la misteriosa mujer, a cambio tendrás que hacerme un favor, dale esto mañana a la directora, ella es buena amiga mía y tengo que devolvérselo.
Por supuesto señora, mañana mismo se lo daré, ¿de parte de quien le devuelvo este rosario? – Preguntó con amabilidad el joven.
Ella ya sabrá de quien es cuando lo vea, gracias – Continuó la extraña – Ten buena noche hijo, hasta pronto.
Ambos se despidieron intercambiando sonrisas. A la mañana siguiente el joven buscó a la directora del centro y le entregó el rosario tallado en madera de color caoba.
¿De dónde has sacado esto? – Preguntó la directora con un tono arisco.
Me lo dio ayer una señora, no se su nombre, pero dijo que la conocía a usted – Respondió respetuoso el alumno.
Este rosario era mío, se lo presté a la Madre Patrocinio. La madre Patrocinio falleció en nuestro internado hace tres años, le colocamos este rosario en el cuello en señal de religiosidad.
”Déjame entrar, mi marido me quiere matar”
Mi hermana acababa de tener su primer bebé, su marido tenía turno de noche y estaba sola en casa cuando pasó esto.
A las dos de la madrugada alguien golpeó su puerta con fuerza, y al mirar por la ventana ella vio a una mujer que le pedía que la dejase entrar.
«Mi marido me ha pegado, me ha dado una paliza… y ahora me está buscando», le dijo la mujer.
Mi hermana no sabía qué hacer, porque teniendo un recién nacido en la casa no quería involucrarse, así que le dijo que lo mejor que podía hacer por ella era llamar a la policía. La mujer dijo que no llamase a la policía, que la dejase pasar.
Ahí fue cuando mi hermana sospechó, y le dijo que iba a llamar directamente. Al volver a la puerta, la mujer había desaparecido. La policía llegó unos minutos más tarde y le contaron que había pasado lo mismo unas calles más abajo, en ese mismo barrio.
Resulta que era una técnica que usaban para entrar en casas ajenas. Puede que esto sea más común de lo que creo, pero saber que ha estado a punto de pasarle a mi hermana me hizo temblar.
Temática sugerida por: Jordi Olivares
La información expuesta ha sido recopilada de distintas fuentes, tales como: codigonuevo.com y taringa.net