Si bien en la historia real de los sucesos paranormales que afectaron a la familia Perron no aparece la muñeca de la película (el director James Wan la rediseñó para darle un aspecto más inquietante), su existencia fue totalmente verídica. Y los pormenores de su caso, que le harían erizar los cabellos al más valeroso, también fueron investigados por Ed y Lorraine Warren.
La historia de espanto de la muñeca Annabelle comenzó en 1970, cuando una madre compró en una tienda especializada una vieja muñeca de trapo, de la tradicional línea de productos infantiles conocidos como Raggedy Ann, para regalársela a su hija Donna, una joven de 20 años que estudiaba enfermería.
El inicio de todo
Contenta con el regalo, lo primero que Donna hace es dejar a la muñeca sobre su cama como adorno. Sin embargo, a los pocos días empiezan a suceder extraños fenómenos: la muñeca parece moverse sola, ya que cuando las dos regresan al apartamento (Donna y su compañero de cuarto Angie), se la encuentran en diferentes posturas, aparte de hallar mensajes aparentemente sin sentido como Help us (Ayúdanos), You miss me? (¿Me echas de menos? ) o Save Lou (Salva a Lou), como casualmente se llamaba el novio de Donna.
Aunque en un principio sospechaban que era una broma de algún estudiante que se escondía en su habitación para asustarlas, deciden ignorar los sucesos hasta que estos van en aumento.
Lou desde que vio el juguete por primera vez sintió un rechazo enorme hacia el regalo que le habían hecho a la joven. Había algo siniestro en esa muñeca de apariencia inocente que no podía explicar.
Un día, ambas notaron que la muñeca se había movido, pero notaron también algo más extraño y aterrador: tenía manchas de sangre en la espalda, en sus manos y en el pecho. Fue en ese momento que decidieron contactar a una médium, para que les ayudara a entender qué ocurría.
La médium les dijo que la muñeca estaba poseída por el espíritu de Annabelle Higgins, una pequeña que había sido encontrada muerta a los siete años en la propiedad antes de que los apartamentos fueran construidos.
Craso error…
Un día Lou, que se quedaba reiteradamente en la casa de su novia, se quedó dormido en el sillón lo que lo llevaría a una no muy grata sorpresa.
Cuando despertó la muñeca lo estaba observando, mirándolo fijamente a los ojos. Sintió como si lo estuvieran ahorcando y cuando se pudo sentar descubrió rasguños profundos en la parte superior de su cuerpo.
Pero el joven entonces sufrió otra experiencia aún más terrible cuando se encontraba en compañía de Angie, revisando unos mapas previos a un viaje que realizarían. Ambos comenzaron a escuchar ruidos desde la habitación de Donna.
Al entrar no vieron a nadie, sólo a Annabelle sentada en una esquina. En ese preciso momento Lou se tocó el pecho transido de dolor. Cuando se abrió la camisa, que sorprendentemente estaba empapada en sangre, descubrió que tenía siete marcas de garras distintas, tres verticales y cuatro horizontales, que le desgarraban la piel como si fueran quemaduras.
Convencidos definitivamente que el espíritu que animaba a la muñeca era hostil y maligno, Donna y sus amigos se pusieron en contacto con algunas autoridades eclesiásticas, quienes los pusieron en contacto con Ed y Lorraine Warren, expertos en el tema.
Estos les comentan que no existe la tal Annabelle, sino que dentro de la muñeca mora un espíritu maligno que pretende poseer a Donna tras haberle dado permiso para que entrara en su vida. Llevándose de esa forma a la muñeca para evitar mas peligros para los tres jóvenes.
Los Warren afirmaron que, durante el viaje entre el apartamento y su casa, la muñeca hizo que el auto casi se estrellara en varias ocasiones. La única forma que tuvieron para calmar al demonio que tenía poseída a la muñeca fue rociarla con agua bendita.
Cuando los Warren llegaron a su casa, siguieron los fenómenos extraños por varios días: la muñeca levitó en varias ocasiones y comenzó a cambiar de posición dentro de la casa, apareciendo a veces dentro de las habitaciones.
Los Warren, convencidos que la muñeca estaba embrujada por una entidad demoníaca, contactaron al sacerdote Jason Bradford para que hiciera un exorcismo. Pero éste, al ver a Annabelle, sólo exclamó: “Es sólo una muñeca de trapo. No puede hacer daño a nadie”. Increíblemente, cuando el religioso se retiró de la casa de los Warren, su auto sufrió un desperfecto en los frenos y terminó fuera de la carretera. El cura se salvó de milagro.
Se acabó… ¿o no?
Los Warren, que en 1952 habían fundado la Sociedad de Investigación Psíquica de Nueva Inglaterra, finalmente, hicieron construir una urna de cristal y encerraron allí a Annabelle. Con los años se transformó en una de las principales atracciones del famoso museo del ocultismo de Connecticut, lugar donde permanece en la actualidad.
La muñeca llamada Annabelle nunca más volvió a moverse, pero hace varios años hizo de nuevo noticia por un hecho bastante misterioso. Un adolescente, que visitaba el museo en compañía de su novia, se burló de la muñeca y comenzó a golpear la casilla donde ésta estaba encerrada. El propio Ed Warren los expulsó del lugar y vio como la pareja se alejaba en moto. El adolescente murió en el acto y su acompañante debió pasar varios meses internada en un hospital.
Los entendidos afirman que la urna de cristal donde descansa Annabelle parece evitar que la muñeca se mueva, pero no son pocos los que especulan que la espeluznante entidad que le dictaba sus movimientos sigue allí, a la espera del día en que nuevamente pueda ser libre.
La mayoría de la información fue recopilada de: guioteca.com y excelsior.com.mx