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Ed Gein: el verdadero Leatherface

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Tiempo de lectura: 5 minutos

La historia de Ed Gein, conocido como «El carnicero de Plainfield», inspiró a los personajes de Norman Bates, de Psicosis, Leatherface, de La Masacre de Texas, y Buffalo Bill, de El Silencio de los Inocentes. ¿Pero cómo se transformó este granjero anónimo con esquizofrenia en un ícono cultural? Para saber eso tenemos que transportarnos a su infancia.

El inicio de todo

Ed Gein nació y se crió en una granja a las afueras de un pueblo llamado Plainfield (condado de La Crosse, Wisconsin), fruto de la unión de George, un alcohólico maltratador que se caracterizaba por su falta de devoción hacia su familia, y Augusta. Ella, que era una fanática religiosa con fuertes convicciones que despreciaba a los hombres, consideraba a las mujeres el objeto de pecado del que debía mantener alejados a sus dos hijos, Henry (1902) y Ed (1906).

Este matrimonio se caracterizó por un estilo de crianza deficiente que supuso el primer factor relevante que contribuyó a crear la personalidad antisocial de Ed.

Leatherface
Augusta era una ferviente religiosa que creía en el Apocalipsis y consideraba que las mujeres eran prostitutas creadas por el diablo para tentar a los hombres. Obligaba a sus hijos a leer a diario la Biblia, que interpretaba casi literalmente. Sólo había tenido sexo con su marido para procrear. No creía en la amistad y castigaba a sus hijos si los veía jugando con sus compañeros.

Probablemente la primera víctima de un adolescente Eddie fue su hermano. Los dos trabajaban duro a causa del fallecimiento de su padre, pero Henry veía que la dependencia de Ed hacia su madre le perjudicada, algo que él negaba taxativamente, produciendo de esa forma conflictos entre ellos.

Poco después, Henry moría en extrañas circunstancias: un incendio en la granja familiar terminaba con su vida, aunque al encontrar su cadáver este apareció con un golpe en la cabeza. Finalmente, la investigación certificó muerte por asfixia. Era 1944.

Primero el padre, después el hermano y un año más tarde, Augusta también fallecía. Sufría problemas del corazón. Al contrario que con los dos primeros, la muerte de su madre afectó sobremanera a Gein. Ed había perdido su único vínculo con la cordura. No tenía con quien hablar. Se concentró, entonces, en sus fantasías.

Ed Gein

Sin vuelta atrás

La manera que Gein encontró de restituir la figura de Augusta fue la de profanar tumbas. Robaba cadáveres de mujeres de mediana edad que pudieran suplantar la imagen de su madre. Para ello, miraba la sección de esquelas del periódico local y seleccionaba a las víctimas. Después acudía al cementerio en el fragor de la noche, desenterraba los cadáveres, los cargaba en su furgoneta y los trasladaba hasta el sótano de su casa. Hasta que decidió realizar su primer asesinato: Mary Hogan.

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Mary Hogan murió por un disparo el 8 de diciembre de 1954. La víctima atendía un bar y tenía una personalidad capaz de lidiar con los borrachos del pueblo. Era corpulenta y mal hablada. Insultaba cada dos palabras. En la biografía Deviant (1998), Harold Schechter asegura que, para Ed, Mary Hogan era una suerte de versión grotesca de su madre.

Los rumores en el pueblo eran de los más variados e incluían la versión de que Mary Hogan había sido secuestrada por la mafia. «No ha desaparecido, está en mi granja«, solía bromear Ed.

Ed Gein

La siguiente y por suerte la última fue la dueña de una ferretería, Bernice Worden, donde Ed era cliente habitual. Cuando su hijo regresó de cazar inmediatamente dio aviso a la policía: como Mary Hogan, su madre había desaparecido. Y no tardó en apuntar a Ed, cuyo nombre figuraba en la última factura de venta. Todos los caminos conducían a la granja de los Gein.

En medio de la oscuridad, ya que la granja no tenía luz, la policía fue descubriendo con la ayuda de linternas la terrorífica escena: el cadáver de una mujer colgaba boca abajo de unas poleas, decapitado y desnudo. Había sido abierto en canal desde el pecho hasta la base del abdomen y vaciado por dentro. Las tripas estaban metidas dentro de una bolsa de esparto y en otra bolsa apareció la cabeza de Bernice Worden. Tenía unos garfios atravesando las orejas, preparada para colgar del techo a modo de decoración.

Ed Gein

Al seguir inspeccionando la granja, además de una gran acumulación de basura y desperdicios, encontraron un espectáculo macabro: una colección de cráneos humanos, algunos enteros y otros cortados transversalmente para ser usados como cuencos, máscaras hechas con piel humana que decoraban la habitación de Ed Gein, así como sillas y varias prendas de vestir confeccionadas de la misma manera. Había cajas con huesos humanos dentro, y en la cocina hallaron una olla hirviendo con el corazón de Bernice Worden en ella. También hallaron la cabeza de Mary Hogan en una de las bolsas.

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El desorden de la casa se convertiría con los años en el prototipo de vivienda que Hollywood adoptó para los asesinos seriales de sus filmes.

Cuando la policía llegó a la habitación de arriba, la puerta estaba cerrada. Los uniformados esperaban lo peor. Sin embargo, su interior estaba intacto. Era el lugar en el que Ed había cuidado a Augusta. Más allá de la humedad, estaba todo impecable. La cama estaba tendida y en la mesa de luz posaba una Biblia. Pero lo más perturbador era que el cadáver de su madre, Augusta, yacía aun en la cama de su habitación. Jamás fue enterrada.

Ed Gein
El fin de esta macabra historia

Existe un elemento añadido de gran relevancia en esta historia, y es que el propósito de Ed Gein al matar a aquellas mujeres y desenterrar los cuerpos del cementerio no era únicamente el de revivir a su madre y llenar el vacío que había dejado en su vida, sino que quería convertirse en ella: la confrontación del amor que sentía, con los sentimientos de ira y frustración por negarle el contacto con mujeres, mezclados con un desarrollo sexual tardío y anómalo, causaron que, al morir Augusta, Ed Gein diera rienda suelta a fantasear con la transexualidad. Estas ideaciones de cambio de sexo y su admiración por la muerte y los desmembramientos fue lo que llevó a Ed Gein a confeccionar todas aquellas prendas de vestir con la piel de sus víctimas.

A Ed lo evaluaron durante un mes. El 6 de enero de 1958 se realizó una audiencia en la que los peritos informaron su diagnóstico: esquizofrénico, propenso a sufrir alucinaciones. Les había dicho a los psicólogos que se consideraba a sí mismo un instrumento de Dios para resucitar a los muertos. El juez lo declaró incapaz y lo envió al hospital psiquiátrico estatal.

Fuentes: infobae.com, lavanguardia.com y psicologiaymente.com

Temática sugerida por: Blemias

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