Gracias a los avances científicos, hoy sabemos que los bebés nacen con un potencial increíble para captar estímulos del entorno. Desde el primer suspiro, su pequeño cerebro está listo para comenzar un viaje de descubrimiento que promete ser fascinante. Aunque sus cuerpos están en pleno proceso de maduración y necesitan tiempo y cuidados, ¡su capacidad sensorial ya está en marcha!
La vista: el sentido más lento, pero fascinante
Al nacer, la vista de un bebé no es la más afilada. Su rango visual se limita a unos 20-30 centímetros, lo justo para reconocer el rostro de mamá durante la lactancia. Este pequeño gesto es mucho más que un simple vistazo: su cerebro está registrando una combinación de estímulos como el olor de mamá, el tacto cálido de su piel y su voz suave, creando una sensación de seguridad y confort.
Aunque la visión es el sentido que más tiempo tarda en desarrollarse, no está inactiva. Durante las primeras semanas, los bebés ven el mundo en blanco y negro, con toques de grises. Se sienten atraídos por contrastes fuertes y contornos bien definidos, lo que los hace fijarse más en las caras que en los objetos. Esto les permite crear una conexión innata con las personas que los rodean.
Con el paso de los meses, la vista de los bebés va afinándose. Hacia la sexta semana, empiezan a seguir con la mirada los contornos y detalles de su entorno. ¡Y a los cuatro meses ya pueden distinguir texturas o identificar un peluche o su chupete favorito!
A los seis meses: ¡el mundo se ve mucho mejor!
Cuando los bebés llegan a los seis meses, la visión da un salto impresionante. Ahora pueden ver a diferentes distancias y reconocer a sus padres, incluso a varios metros de distancia. Pero este avance también trae cambios: se asustan con rostros desconocidos, lo que indica que su cerebro está procesando la información visual de manera más compleja. ¡Un verdadero logro, considerando que hace poco sus ojos apenas comenzaban a enfocar!
Este proceso de desarrollo es lento pero constante, y poco a poco, les permite ordenar su mundo diminuto, sentando las bases de su percepción visual para toda la vida.