Desde que el mundo es mundo, los virus han estado presentes, resistiendo y mutando con el paso del tiempo. No son nuevos ni modernos: han sido responsables de millones de muertes a lo largo de la historia y en todos los rincones del planeta. Y no, no se dan por vencidos fácilmente. Incluso aquellos que creíamos vencidos han regresado, muchas veces mutados y más agresivos que antes. Una especie de versión 2.0, pero mucho menos simpática.
Ahora bien, antes de seguir: ¿qué es exactamente una pandemia?
Una pandemia no es más que una epidemia a gran escala, más amplia, más descontrolada. Para entenderlo mejor, una epidemia es cuando una enfermedad tiene un número de casos mayor al esperado en una región y un tiempo determinado. Cuando esa expansión rompe fronteras, se disemina por varios países o continentes, y afecta a un número considerable de personas, se le llama pandemia.
El problema es que, al tratarse de algo tan extendido y muchas veces inesperado, las pandemias suelen pillarnos mal preparados. Eso explica por qué casi siempre se asocian con altas cifras de mortalidad. No es solo el virus, es también el caos que genera: sistemas de salud colapsados, falta de insumos, desinformación… y sí, mucho miedo.
En resumen, las pandemias son crisis sanitarias globales que, más allá del aspecto médico, también ponen a prueba nuestra organización, empatía y capacidad de respuesta. Y como ya sabemos, no siempre salimos airosos.