En Rusia, un hombre aterrorizó Moscú con una serie de asesinatos brutales. Alexander Yuryevich Pichushkin, apodado «El Maníaco del Martillo», acabó con la vida de 61 personas con un solo objetivo: completar un macabro tablero de ajedrez. Su método era brutal, pero su confesión resultó aún más escalofriante: “Me gusta el sonido de un cráneo partiéndose”.
Cada víctima representaba una casilla del tablero, donde pegaba una moneda tras cada crimen. Llevaba un diario detallado, anotando con precisión los detalles más perturbadores de sus asesinatos. Sus crímenes le valieron otros apodos como «El Asesino del Ajedrez» y «El Maníaco de Bittsevsky», en referencia al parque del sur de Moscú donde cometió la mayoría de sus homicidios.
Nacido el 9 de abril de 1974 en Óblast de Moscú, Pichushkin tuvo una infancia poco documentada. Sin embargo, su primer asesinato a los 18 años despertó un impulso que mantuvo latente hasta el año 2000, cuando desató su ola de terror.
Su captura en 2006 puso fin a su perturbador juego. Su historia sigue siendo una de las más escalofriantes de Rusia, un caso que demuestra cómo la obsesión puede cruzar los límites de la razón y convertirse en una auténtica pesadilla.