Ciencia

¿Existen los fantasmas? Esto es lo que dice la ciencia

Un fantasma, según la creencia popular, es la manifestación del alma o espíritu de un ser vivo que ha muerto. A menudo, se les atribuyen apariciones que pueden verse, oírse, o incluso sentirse. Algunos juran que los fantasmas mueven objetos, susurran cosas, liberan aromas extraños o, en casos más extremos, hasta poseen personas vivas. Suena a película de terror, ¿no?

Pero hay un pequeño detalle que incomoda a la ciencia: los fantasmas no cumplen con el principio de falsabilidad del método científico. Es decir, no se puede demostrar de forma empírica que existen… pero tampoco que no. Por eso, su estudio desde la ciencia parte del escepticismo, tratando de explicar estos fenómenos con causas naturales.

¿Y qué dicen los científicos? Que la mayoría de estos relatos son engaños, malas interpretaciones o hasta el resultado de la sugestión. Ruidos en casas viejas, cambios de temperatura, sombras… Todo tiene su explicación lógica, al menos por ahora.

Eso sí, la idea de los fantasmas no es nueva. En la Epopeya de Gilgamesh, considerada la primera obra literaria de la humanidad, ya se mencionaban estas entidades. Así que el misterio viene de lejos.

En definitiva, los fantasmas siguen siendo parte de nuestro imaginario colectivo, alimentando leyendas, libros, películas y alguna que otra noche de insomnio. ¿Realidad o ilusión? Depende de a quién le preguntes… y de qué tanto te guste dormir con la luz encendida.

¿Fantasmas o simple sugestión? Lo que dice la ciencia

En muchos casos, lo que algunas personas interpretan como una experiencia paranormal no es más que sugestión o un truco de la mente. El cerebro humano, experto en completar información cuando hay huecos, puede convencernos de haber visto un fantasma… aunque no haya nada ahí.

La ciencia aplica a estos fenómenos la famosa navaja de Occam: la explicación más simple suele ser la correcta. ¿Qué es más probable? ¿Que viste un espíritu o que tu mente te jugó una mala pasada después de maratonear películas de terror?

Aunque el mito de los fantasmas es súper popular, no existe evidencia científica concluyente que lo respalde. La mayoría de los supuestos avistamientos se explican por la imaginación, las coincidencias o, claro, la sugestión. Es como cuando escuchás ruidos raros en casa y automáticamente pensás que es un espíritu… y resulta ser tu gato tirando una planta.

Los escépticos lo tienen claro: lo que llamamos “fantasma” no es más que una serie de eventos comunes pero mal interpretados, influenciados por creencias antiguas y una buena dosis de imaginación.

Y ojo con los campos electromagnéticos. Bajo ciertas condiciones geológicas, estos pueden alterarse y generar sensaciones raras: mareos, escalofríos, o esa inquietante “presencia”. Estos fenómenos suelen registrarse más de noche, cuando el viento solar interactúa más intensamente con la magnetosfera terrestre. ¿Actividad fantasmal? Nah, más bien ciencia en acción.

Así que, la próxima vez que sientas algo raro… tal vez no sea un espíritu, sino tu router haciendo de las suyas.

Infrasonido, campos magnéticos y el lado científico del “terror”

Algunos investigadores sostienen que, durante la noche, los campos electromagnéticos pueden intensificarse y afectar el cerebro de formas bastante raras. De hecho, se ha comprobado que la estimulación eléctrica de ciertas zonas del encéfalo, como la circunvolución angular, puede provocar alucinaciones, sensación de que alguien nos imita por detrás (sí, muy Black Mirror), paranoia e incluso experiencias cercanas a la muerte. Suena a película… pero es neurociencia.

Y ahora lo realmente perturbador: el sonido. En los años 50, el investigador Vladimir Gavronsky descubrió los efectos del infrasonido, una frecuencia tan baja que ni siquiera podemos escucharla, pero sí sentirla. ¿El resultado? Sus experimentos provocaban desde dolor físico hasta sangrado de oídos. Nada que envidiarle a un exorcismo cinematográfico.

Hoy sabemos que el infrasonido (entre 7 y 19 hercios) puede causar miedo, temor, pánico, e incluso una sensación de “presencia maligna” en una habitación vacía. ¿Y si el “fantasma” que viste era tu lavadora vibrando a baja frecuencia?

Aunque la ciencia ha demostrado estos efectos, algunos siguen creyendo que estas frecuencias son emitidas por “entidades del más allá”. Pero todo apunta a que el verdadero “espíritu chocarrero” está en la física del sonido, no en una aparición sobrenatural.

Así que la próxima vez que sientas escalofríos sin motivo aparente, mirá a tu alrededor… y después revisá si hay algún caño vibrando. Tal vez tu casa no esté embrujada. Solo mal aislada.

Infrasonidos naturales y por qué tu casa no está embrujada (probablemente)

En todo el mundo, ya sea en ciudades o en plena naturaleza, existen fuentes de infrasonido que pasan desapercibidas, pero afectan nuestro cuerpo. Incluso algunos animales, como el tigre, emiten estos sonidos: su rugido alcanza frecuencias de hasta 18 Hz. Aunque no lo escuchamos, sí lo sentimos.

Esto sucede porque nuestros ojos están llenos de humor vítreo, un líquido sensible a las ondas de baja frecuencia. Al vibrar, este líquido puede provocar ilusiones ópticas, como las famosas “mosquitas flotantes” o miodesopsias. Y si a eso le sumamos un entorno oscuro y una buena historia de fantasmas… tenemos la receta perfecta para el susto.

El rango auditivo humano va de los 20 a los 20.000 Hz. En 1998, Vic Tandy, investigador de la Universidad de Coventry, demostró cómo los infrasonidos podían explicar sensaciones propias de los “sitios embrujados”. Su estudio mostró que un simple ventilador girando a 300 RPM (5 Hz) podía inducir ilusiones visuales, como ver sombras moviéndose por el rabillo del ojo.

Incluso se hicieron experimentos musicales con canciones que contenían infrasonidos ocultos. ¿Resultado? El 22% de los voluntarios experimentaron ansiedad, escalofríos o una tristeza inexplicable. ¿Coincidencia? Tal vez no. Hasta los órganos de iglesia podrían generar estos efectos en quienes los escuchan.

Así que si sentís “una presencia” mientras estás solo… no corras todavía. Primero apagá el ventilador.

¿Ruidos extraños? Puede ser tu casa, no un fantasma

Aunque no es lo más común, las casas hacen ruidos. Sí, en serio. Las estructuras no son completamente rígidas y con el tiempo se deforman, lo que genera tensión acumulada que se libera en forma de crujidos o golpes. Estos sonidos pueden deberse a la distribución del peso de la vivienda o a los ciclos de dilatación y contracción que provocan los cambios de temperatura entre el día y la noche. Incluso el agua en las tuberías puede hacer sonidos rarísimos que, en plena madrugada, parecen sacados de una peli de terror.

Y hablando de pelis de terror… los perros y gatos, supuestos detectores de fantasmas según Hollywood, probablemente solo estén percibiendo infrasonidos. Hay muchos sonidos por debajo de los 20 Hz que no escuchamos, pero ellos sí. Como ese silbato para perros que suena a silencio para nosotros.

Por eso, si tu perro está inquieto, no pienses en demonios todavía. Es más probable que haya vibraciones o sonidos que solo él percibe. Los infrasonidos pueden generar sensaciones físicas raras, como la idea de que “algo” te está mirando. Y ahí entra en juego la sugestión: si estás solo, de noche, y te sentís observado, es fácil que el miedo le gane a la lógica.

Así que la próxima vez que escuches un crujido raro… recordá: puede ser solo la casa estirándose. O tu gato… haciendo de las suyas.

¿Sientes frío y piensas en fantasmas? Puede ser tu cuerpo… o una ventana mal cerrada

Hay varios fenómenos naturales que provocan infrasonidos: tormentas, olas, vientos, movimientos sísmicos e incluso los rayos solares. No es raro que ese malestar “extraño” que se suele asociar a un fantasma tenga más que ver con una fuente natural que con algo del más allá.

Otro clásico del mundo paranormal es el llamado punto frío. Según dicen, es un área donde la temperatura baja sin explicación… y eso “confirma” la presencia de un espíritu. Pero hay respuestas mucho más simples: corrientes de aire, fallas en el aislamiento, una chimenea abierta, un aire acondicionado rebelde o esa ventana mal cerrada que nunca revisaste.

El psicólogo británico Richard Wiseman, en su libro Paranormality, va más allá. Explica que el cuerpo reacciona al miedo también físicamente: la sangre se redistribuye para prepararnos a huir o pelear, y eso puede hacernos sentir frío repentino. Tu cuerpo está diciendo: “¡Prepárate!”… aunque solo sea por una sombra mal interpretada.

Además, cuando sentimos miedo, nuestro cerebro entra en modo hipervigilancia, y eso puede hacernos ver o escuchar cosas que no están pasando realmente.

Así que la próxima vez que sientas que alguien te observa, tenés escalofríos y un gato te mira raro… tranqui: puede ser paranoia, infrasonido, o solo tu cuerpo haciendo lo que siempre hace: protegerte.

Y si querés saber más, no te pierdas los próximos artículos… ¡la ciencia tiene mucho más que contar!

Rodrigo

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