Cine

La operación secreta detrás de Argo: La historia real que inspiró el cine

En 1979, la revolución iraní alcanzó su punto álgido cuando estudiantes islamistas tomaron la embajada de Estados Unidos en Teherán, desencadenando la conocida crisis de los rehenes, un evento que conmocionó al mundo.

El asalto a la embajada resultó en la captura de más de 50 diplomáticos estadounidenses, quienes fueron mantenidos como prisioneros bajo condiciones extremas durante 444 días. Sin embargo, seis diplomáticos lograron escapar milagrosamente, eludiendo la captura en el caos inicial del asalto.

Estos valientes hombres y mujeres encontraron refugio en la residencia del embajador canadiense, Ken Taylor, quien, junto a su equipo, asumió el gran riesgo de ocultarlos. En una ciudad sitiada y con las autoridades iraníes intensificando las búsquedas, la vida de los refugiados se mantenía en un constante peligro, cada día más cercano a su posible descubrimiento.

La situación se volvía cada vez más desesperante, mientras el gobierno de los Estados Unidos buscaba una forma de rescatarlos sin que el riesgo de represalias fuera aún mayor.

La ingeniosa operación de la CIA

Ante la creciente tensión y el peligro inminente para los seis diplomáticos, la CIA comenzó a idear una operación tan arriesgada como ingeniosa: un plan para rescatarlos disfrazados como parte de un rodaje cinematográfico.

La idea de utilizar la industria del cine como fachada para una operación de rescate era, en muchos sentidos, insólita, pero era precisamente esa singularidad lo que lo hacía tan efectivo. El hombre encargado de llevar a cabo esta operación secreta fue Tony Mendez, un experto en operaciones encubiertas y en la creación de identidades falsas.

Mendez era conocido por su habilidad para pasar desapercibido en situaciones de alta tensión, y ahora se encontraba ante uno de los mayores retos de su carrera: sacar a los diplomáticos estadounidenses de un país bajo un régimen hostil, sin ser detectados. La complejidad del plan exigía un nivel de creatividad y estrategia sin precedentes, y Mendez tendría que recurrir a todo su ingenio para convertir una misión de rescate en un elaborado engaño.

Creación de la película ficticia «Argo»

Para llevar a cabo el rescate, Mendez y su equipo idearon la creación de una película de ciencia ficción ficticia titulada «Argo». Este supuesto proyecto cinematográfico se presentó como una producción legítima de Hollywood que estaba buscando locaciones exóticas en Irán para filmar.

La estrategia detrás de este proyecto era que los diplomáticos se hicieran pasar por miembros del equipo de filmación que se encontraba realizando una película en Irán. La creación de «Argo» no fue un acto improvisado, sino un proceso detallado y planificado. El guion fue escrito con minuciosidad, los storyboards ilustrados fueron creados con profesionalismo, y se distribuyeron anuncios en revistas especializadas para dar legitimidad a la producción ficticia.

Además, se creó una productora falsa con sede en Los Ángeles, que operaba de manera clandestina para mantener el engaño lo más creíble posible. La elección de la ciencia ficción como género fue estratégica, ya que las películas de este tipo estaban siendo muy populares en los años 70, lo que ayudaba a reforzar la idea de que un rodaje de una película de este género en Irán podría ser creíble.

La autenticidad del proyecto «Argo”

La clave del éxito de la operación «Argo» residía en la autenticidad de todo el proyecto cinematográfico. No bastaba con crear un guion y un cartel; se requería un esfuerzo serio y profesional para dar vida a la farsa.

Mendez trabajó estrechamente con expertos de la industria cinematográfica, incluidos maquilladores, diseñadores de producción, y otros profesionales del cine, quienes ayudaron a crear una apariencia convincente de que «Argo» era un proyecto legítimo. El equipo contrató a un elenco falso de actores y diseñó un vestuario de alta calidad, mientras los diplomáticos recibían un entrenamiento intensivo para interpretar sus roles como miembros de la producción.

Ellos fueron entrenados no solo para representar su identidad falsa, sino también para responder preguntas potencialmente incómodas de las autoridades iraníes. Cada detalle fue meticulosamente planeado: desde las respuestas que deberían dar a las autoridades hasta los documentos falsificados que presentarían. La operación dependía completamente de la perfección del engaño, ya que cualquier error podría haber expuesto la farsa y puesto en peligro no solo las vidas de los diplomáticos, sino también las de los involucrados en la operación.

La huida de Teherán

La operación alcanzó su punto culminante cuando Mendez viajó a Irán bajo la identidad de un productor canadiense en busca de locaciones para la película. Mientras tanto, los seis diplomáticos, que se encontraban escondidos en una pequeña residencia en Teherán, vivían en un estado constante de alerta, desplazándose en secreto y con una gran preocupación de ser descubiertos en cualquier momento.

Mendez se encargó de coordinar todo, desde los vuelos hasta las identidades falsas, asegurándose de que cada paso se ejecutara con precisión. A medida que el día de la huida se acercaba, la tensión crecía, tanto para los diplomáticos como para el equipo de la CIA. Finalmente, el día de la huida llegó. Los diplomáticos, ahora bajo las identidades falsas de miembros de un rodaje cinematográfico, fueron trasladados al aeropuerto internacional de Teherán, donde enfrentaron rigurosos controles de seguridad.

El aeropuerto estaba fuertemente vigilado, y la presión sobre los diplomáticos era extrema. Sin embargo, gracias a la meticulosa planificación de Mendez y el coraje de los involucrados, lograron superar los controles y abordar un avión con destino a Suiza, dejando atrás una misión que se había desarrollado bajo una tensión constante.

El éxito de la misión y su legado

La misión culminó con éxito el 27 de enero de 1980, cuando los seis diplomáticos se encontraron a salvo en Suiza, a miles de kilómetros de la peligrosa situación que habían enfrentado en Irán. Sin embargo, este éxito no fue de conocimiento público de inmediato.

Durante muchos años, los detalles de la operación «Argo» permanecieron clasificados, protegidos bajo un manto de secreto, incluso dentro de las agencias gubernamentales. Fue solo en 1997, casi dos décadas después de los eventos, que la historia fue desclasificada, permitiendo que el mundo conociera los sacrificios, la creatividad y la valentía que hicieron posible este extraordinario rescate.

En 2012, esta increíble historia fue llevada al cine por Ben Affleck en la película «Argo», que rápidamente se convirtió en un fenómeno cultural. La película, aunque tomó algunas licencias creativas, capturó la esencia de la misión, y renovó el interés en este episodio histórico. A lo largo de los años, la misión «Argo» se ha convertido en un símbolo de lo que se puede lograr con creatividad, valentía y cooperación, enseñándonos que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay espacio para la esperanza y la innovación.

Fuentes:

https://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/02/130220_oscar_el_verdadero_argo

Ignacio

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