¿Crees que lo has visto todo en una Copa del Mundo? Las curiosidades de los mundiales demuestran que siempre hay algo más que descubrir. El mejor ejemplo lo puso el torneo inaugural de 1930, cuyo partido decisivo fue digno de una novela de realismo mágico: la final se disputó con dos balones distintos. El Estadio Centenario ardía de pasión cuando Uruguay y Argentina, rivales calientes desde los Juegos Olímpicos de 1928, chocaron por la gloria. Pero ni el césped ni las tribunas eran el problema: cada delegación llevaba su propia pelota y se negaba a ceder. ¿Solución salomónica? Primer tiempo con la “Tiento” argentina; segundo tiempo con la “Modelo” uruguaya.
El marcador pareció dar la razón a ambas mitades: Argentina se fue al descanso 2-1 arriba, solo para ver cómo Uruguay remontaba 4-2 con “su” esférico. ¿Influyó el cambio de pelota? Tal vez; lo cierto es que los charrúas también presionaron más, el público rugió y hasta hubo rumores de advertencias “extra” en el vestuario visitante. Hoy sería impensable: la FIFA homologa un único balón oficial para todo el torneo y punto. Pero aquella tarde quedó grabada como la inauguración perfecta para una competición que, desde el primer día, prometía historias grandes y pequeñas. Una final bicéfala abrió el libro de las rarezas y nos recordó que, en el fútbol, el azar puede ser tan protagonista como el talento. La próxima vez que veas rodar la pelota, piensa que hubo un Mundial donde rodaron dos distintas en 90 minutos.