Música

La partitura más antigua de la historia: el origen escrito de la música

La música ha acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales, siendo un poderoso medio para transmitir emociones y cultura. Pero, ¿cuál es la composición más antigua que conocemos?

La canción más antigua del mundo se remonta al siglo XIV a.C. y fue descubierta en la década de 1950 por un grupo de arqueólogos norteamericanos, encabezados por Emmanuel Laroche. El hallazgo tuvo lugar en las ruinas del Palacio Real de Ugarit, una ciudad de la antigua civilización sumeria (en la actual Siria).

La melodía, plasmada en tablillas de arcilla, está escrita en notación cuneiforme y forma parte de un himno dedicado a Nikkal, la diosa de los huertos. Este descubrimiento revolucionó la historia de la música, ya que permitió conocer cómo sonaba la música en la antigüedad y cómo se desarrollaron los primeros sistemas de escritura musical.

Dato curioso: Aunque existen debates sobre su interpretación exacta, expertos han logrado reconstruir su sonido con base en estudios de la escala musical babilónica.

Un fragmento del pasado que sigue resonando hasta hoy.

En unas tablillas de arcilla milenarias, los arqueólogos descubrieron inscripciones en signos cuneiformes, escritas en idioma hurrita, la lengua de un antiguo pueblo del norte de Mesopotamia. Tras un análisis detallado, los investigadores hicieron un hallazgo asombroso: no era solo un texto, sino una composición musical.

Pero no cualquier composición. Se trataba de la pieza musical más antigua jamás descubierta, un himno de culto con más de 3400 años de antigüedad. Este hallazgo marcó un antes y un después, al ser el primer testimonio escrito de música en la historia.

El estado fragmentado de las tablillas al momento de su descubrimiento representó un gran desafío para los investigadores. Faltaban partes clave de la composición, lo que dificultó su interpretación. Sin embargo, la doctora Anne Kilmer, experta en música antigua, dedicó años de estudio a descifrar sus enigmáticos acordes.

Finalmente, en 1972, logró reconstruir e interpretar la melodía, devolviendo a la humanidad un fragmento perdido de su historia musical y asegurando que esta pieza ancestral perdure para la posteridad.

La primera canción de la historia estaba dedicada a Nikkal, diosa de los huertos y madre de Yarikh, dios de la Luna. Su nombre significa «Gran Dama» y «la fructífera», lo que sugiere que la melodía fue compuesta como una plegaria para atraer vida y fertilidad a los cultivos.

Junto a la partitura, los arqueólogos encontraron instrucciones detalladas sobre su interpretación. Se cree que la pieza debía ejecutarse con instrumentos como el arpa y la lira, esenciales para aportar profundidad y dinamismo al himno.

A lo largo de los años, numerosos expertos han analizado este hito en la historia de la musicología. Uno de ellos, Richard Fink, afirmó en sus investigaciones que el hallazgo de esta pieza confirmaba una teoría revolucionaria: la escala diatónica de siete notas y la armonía ya existían hace 3400 años, o quizás incluso antes.

Este descubrimiento sacudió el mundo académico, desatando un intenso debate sobre el origen de la armonía y la evolución de la música occidental. ¿Podría ser que los fundamentos de nuestra música moderna se remonten a civilizaciones mucho más antiguas de lo que imaginábamos?

La existencia de una partitura con miles de años de antigüedad nos demuestra que la música ha sido un lenguaje universal desde tiempos inmemoriales. Descubrir el primer vestigio escrito de la música no solo nos permite conocer cómo sonaba la melodía de civilizaciones antiguas, sino que también revela el papel fundamental que la música ha tenido en la historia de la humanidad.

Gracias a hallazgos como el Himno de Ugarit, podemos ver cómo nuestros antepasados ya desarrollaban sistemas de notación para preservar sus creaciones, mucho antes de que existieran los métodos modernos. Esto confirma que la necesidad de estructurar la música no es un fenómeno reciente, sino un reflejo de la evolución cultural y tecnológica de la sociedad.

Además, esta partitura milenaria nos recuerda que la música no solo es entretenimiento, sino un puente que conecta el pasado con el presente. Cada nota escrita en tablillas de arcilla o en manuscritos antiguos es un testimonio de la creatividad y el ingenio humano. Aunque hoy en día contamos con tecnología avanzada para producir y grabar música, la esencia sigue siendo la misma: una forma de expresión capaz de trascender el tiempo.

Este descubrimiento nos deja una gran lección: la música ha sido, y seguirá siendo, una parte esencial de nuestra identidad como especie. Su escritura es solo una extensión de nuestro deseo de comunicar emociones, transmitir conocimientos y, en definitiva, dejar huella en la historia.

Rodrigo

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