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Los ritos funerarios más extraños del mundo: costumbres que sorprenden

Todos los ritos funerarios tienen algo de raro, especialmente cuando se observan desde fuera. Muchas veces lo que para una cultura es normal, para otra puede resultar completamente extravagante. Pero eso es justamente lo fascinante de las ceremonias funerarias: son una muestra poderosa de la diversidad cultural y del modo en que cada pueblo enfrenta el misterio de la muerte.

Ghana: ataúdes de fantasía

Por ejemplo, en Ghana, uno de los países más coloridos de África Occidental, existe una tradición que seguramente te sorprenderá: los ataúdes de fantasía. En esta peculiar costumbre, las personas no desean ser enterradas en un ataúd cualquiera, sino en uno que refleje su profesión, pasión, o algún objeto material valioso para ellos en vida.

Así, si el difunto fue pescador, su ataúd puede tener forma de pez gigante. ¿Era piloto? Pues nada más lógico que un ataúd en forma de avión. ¿Fanático de los celulares? También hay ataúdes con forma de iPhone. ¡Imaginación no les falta!

Esta práctica, más allá de lo pintoresco, refleja el profundo respeto que tienen en Ghana por la celebración de la vida incluso en la muerte. El ataúd no solo transporta al difunto, sino que también cuenta su historia.

Aunque pueda parecer extraño a ojos de otros, en Ghana esta forma de despedida es motivo de orgullo. Al fin y al cabo, ¿quién no querría salir de este mundo dentro de una obra de arte que resuma lo que más amó en la vida?

La amputación de las falanges – Papúa, Nueva Guinea

La amputación de las falanges no suena precisamente como una manera típica de expresar el duelo, pero en la tribu Dani, originaria del Valle de Baliem en Papúa, Nueva Guinea, es un antiguo ritual funerario que se realiza con profundo sentido espiritual y familiar.

Esta etnia indígena ha habitado la región por siglos y mantiene vivas muchas de sus costumbres, entre ellas una bastante impactante: al morir un familiar cercano, algunos miembros de la familia, especialmente mujeres, deben amputarse parte de los dedos como muestra de dolor, respeto y unión con el difunto.

El procedimiento no es improvisado. Media hora antes, el sacerdote de la comunidad ata una cuerda de cáñamo alrededor del dedo elegido para insensibilizar la zona. Luego se realiza el corte, que a menudo puede ser hecho por un pariente. Las heridas se cauterizan cuidadosamente para evitar el sangrado y formar una superficie redondeada, similar a una nueva yema.

Pero eso no es todo: los dedos amputados no se tiran. Se atan juntos y se colocan alrededor del cuello del fallecido, como un collar simbólico. Un recuerdo literal del sacrificio que la familia está dispuesta a hacer por amor.

Aunque para ojos externos puede parecer algo brutal, para los Dani esta práctica representa la conexión entre el dolor físico y el duelo emocional. Y aunque ha sido prohibida por el gobierno en años recientes, aún existen registros de familias que la practican en secreto, como acto de fidelidad ancestral.

Ritual Famadihama: La fiesta de los muertos en Madagascar

En Madagascar existe un rito funerario realmente peculiar llamado Famadihama, que literalmente significa “elevar el cuerpo”. A diferencia de los funerales tradicionales, esta ceremonia no ocurre justo después del fallecimiento, sino mucho tiempo después, generalmente cuando han pasado siete años desde la muerte.

En este ritual, los familiares desentierran los cuerpos de sus seres queridos, que han permanecido bajo tierra durante esos años, para darles un “segundo adiós”. El cadáver es cuidadosamente limpiado, perfumado y vestido con telas blancas, preparándolo para una procesión única y festiva.

Durante la ceremonia, la música no falta: se toca música tradicional y los familiares bailan alrededor del cuerpo, mostrando una celebración de la vida y no solo el duelo por la muerte. Además, se le ofrecen regalos al difunto, que pueden ir desde objetos materiales hasta comida, como símbolo de respeto y cuidado eterno.

Curiosamente, este ritual puede repetirse cada siete años, haciendo que la conexión con los antepasados se mantenga viva en la comunidad a través de los siglos. Para los habitantes de Madagascar, el Famadihama no es solo un acto de respeto, sino una oportunidad para reforzar los lazos familiares y comunitarios.

Aunque para muchos suena extraño o incluso macabro, este ritual muestra cómo la muerte puede entenderse también como una celebración cultural llena de significado, música y alegría.

El entierro celestial: el ritual tibetano de la reencarnación

En el Tíbet, el concepto de muerte está profundamente ligado a la reencarnación y a la idea de que el cuerpo es solo un “cascarón vacío”. Por eso, los budistas tibetanos practican un rito fascinante llamado entierro celestial o “juego de los buitres”.

En este ritual, el cuerpo del difunto es ofrecido a los buitres, conocidos como “daikinis” —considerados ángeles que bailan en las nubes— para que consuman la carne y completen el ciclo de la vida. Antes de esto, si el fallecido fue un monje lama, se recitan durante tres días los cantos del “Libro de los muertos”, que ayudan al alma a cruzar los 49 niveles del “bardo”, el estado intermedio antes de reencarnar.

Luego, los familiares suben por caminos empedrados hasta las montañas, donde se lleva a cabo el ritual. El oficiante realiza varios cortes en el cuerpo para exponer músculos y órganos, facilitando que los buitres lo devoren. Los huesos y el cráneo no se desperdician: se trituran con hacha y martillo, se mezclan con harina y también son entregados a los buitres, que no dejan rastro alguno.

Al concluir, los familiares regresan a sus casas, mientras los buitres elevan los restos hacia el cielo, cerrando así el ciclo sagrado de la muerte y la reencarnación.

Este rito puede parecer extraño para muchos, pero para los tibetanos es una forma natural y respetuosa de honrar la vida y la muerte, en perfecta armonía con la naturaleza.

Rituales funerarios sorprendentes en Suramérica

En la vasta y diversa Suramérica, también encontramos rituales funerarios que pueden parecer sorprendentes para quienes no los conocen. Por ejemplo, entre las tribus Yanomami del Amazonas, que habitan en países como Brasil y Venezuela, se practica un rito muy peculiar. Cuando un miembro de la tribu muere, se realiza una ceremonia en la que el cadáver es quemado en una fogata. Luego, las cenizas se reparten entre los familiares y compañeros, quienes las consumen en una sopa especial, formando parte de otro ritual ancestral que une a la comunidad con el espíritu del fallecido.

Otro ritual que destaca en Suramérica ocurre en Bolivia, durante la fiesta de las Ñatitas, celebrada cada 9 de noviembre. En esta tradición, los cráneos de los difuntos son vestidos con sombreros variados, desde gorros tradicionales de lana andina hasta sombreros de moda, y se coronan con flores ornamentales. Esto se basa en la creencia popular de que una de las siete almas de cada persona permanece en el cráneo y puede visitar a los vivos a través de sus sueños para curarlos y protegerlos.

Por esta razón, muchas familias bolivianas guardan los cráneos de sus antepasados en vitrinas o altares dentro de sus hogares, dándoles un lugar de honor y respeto.

Estos rituales muestran cómo en Suramérica la muerte se vive y se honra desde perspectivas culturales ricas, llenas de simbolismo y conexión espiritual.

Los ritos funerarios, tanto en sociedades orientales como occidentales, reflejan una constante pugna entre la vida y la muerte que ha acompañado a la humanidad desde siempre. Aunque morir es un proceso natural e inevitable, su significado va mucho más allá: es un fenómeno cargado de sentido social, cultural y espiritual.

Por eso, en todas las culturas se han desarrollado rituales para enfrentar y aceptar esta dualidad. Estos actos no solo ayudan a procesar la pérdida desde una perspectiva personal, sino que también refuerzan los lazos sociales y las creencias religiosas. La muerte se convierte así en un punto de encuentro entre el individuo, la comunidad y el cosmos.

Lo curioso es que, aunque el objetivo común es rendir homenaje y dar sentido a la muerte, la forma en que se hace varía enormemente. Muchas de estas ceremonias pueden parecer extrañas, llamativas o incluso raras para quienes no pertenecen a esa cultura, pero en su contexto tienen un profundo significado simbólico.

Esta diversidad en los rituales funerarios es prueba de que, aunque la muerte es universal, su manera de vivirse y comprenderse está profundamente influida por la historia, las tradiciones y las creencias de cada pueblo. Así, la celebración de la muerte se convierte en una ventana para entender mejor la vida y la forma en que las distintas culturas buscan equilibrio entre ambos extremos.

Rodrigo

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