El miedo es una de las emociones humanas más primitivas que existen, debido a que está orientado a la supervivencia del individuo, es decir, es una respuesta natural a un desafío.
Se trata de un mecanismo de defensa que genera el propio cuerpo ante situaciones de peligro inminente. En efecto, el miedo nos alerta ante la presencia de riesgos que atentan contra nuestra vida: un perro de aspecto amenazador, el campo abierto durante la noche, un sonido que no sabemos de dónde proviene, un auto que se acerca a toda velocidad.
Los ejemplos podrían ser miles y, si bien existen acontecimientos que generan temor en la mayoría de las personas, los miedos son algo bastante subjetivo y dependerán de cada persona en particular.
Así que el miedo solo es una emoción que reacciona en función de nuestros patrones mentales, de nuestras creencias y pensamientos. El miedo en sí mismo es positivo, nos ayuda a alejarnos de un suceso para el cual todavía no estamos preparados.
Profundicemos un poco en qué es esta emoción instintiva y para qué sirve.
¿Qué es el miedo?
Según la psicología experimental, existen seis emociones primarias: alegría, sorpresa, ira, tristeza, asco, y miedo. Los experimentos encuentran estas seis emociones ya que encuentran seis expresiones faciales distintas, aunque existen muchas más emociones en función de la cultura y el vocabulario con el que describamos esas emociones.
El miedo, aun así, es una emoción básica y primaria, ya que se encuentra en todas las culturas y sentirla trae grandes consecuencias sobre el organismo. Es una emoción desagradable, ya que nos hace sentir mal (aunque no negativa, ya que sentir emociones siempre es positivo, sean cuales sean). También es una emoción pasiva, ya que trata de retirarnos de lo que ocurre. Cuando sentimos miedo, nos lleva a sentirnos también indefensos. Lo que ocurre cuando sentimos miedo, es que nos retiramos.
¿Qué te genera el miedo?
La respuesta bioquímica generada por el temor es de carácter universal. Ante una situación de peligro, ciertos signos físicos mensurables prueban que tenemos miedo: aumenta inmediatamente el pulso cardíaco y la sudoración, se dilatan las pupilas, al mismo tiempo que se elevan los niveles de adrenalina en sangre, (una hormona que secreta el organismo para controlar el miedo).
En conjunto, este haz de respuestas bioquímicas se conoce como “pelea o vuela” –en inglés, fight or flight-, proceso complejo y automático gracias al cual el cuerpo se prepara para pelear o huir rápidamente.
¿Cuándo el miedo es un problema?
El miedo es un problema cuando es disfuncional. Es importante aclarar que no existen emociones positivas o negativas (esto se dice en manuales donde, lo que se pretende, es el diagnóstico psicológico y aún se usan esos conceptos tan ortodoxos y equivocados).
El problema, es cuando nuestras creencias e interpretaciones hacen que sintamos miedo de forma disfuncional, es decir, lo que ocurre a consecuencia de sentir ese miedo es aún peor que lo que ocurriría si no lo sintiéramos. Ejemplo: muchas veces no hacemos lo que deseamos y es realmente importante en nuestra vida porque tenemos miedo de lo que puede ocurrir (viajar, ir a otro país a vivir, iniciar un negocio propio, comenzar una relación sentimental, hacer algo nuevo por nuestros propios medios, hablar en público, bailar frente a otras personas, etc.).
Si gestionamos de forma disfuncional nuestro miedo, nos frenará demasiado. Recuerda: el miedo no es un problema, solo nos obedece… El problema es lo que hacemos con el miedo.
¿Qué importancia tiene el miedo?
El miedo es una emoción tan importante, que no podríamos vivir sin ella. Nuestra felicidad y bienestar depende de las decisiones que tomamos en nuestra vida y de cómo interpretamos lo que ocurre. Somos nosotros los responsables de estar bien y hacer de nuestra vida una experiencia fascinante.
El miedo nos ayuda a regular cómo de grandes deben ser nuestros pasos en cada momento… como una especie de madre prudente. Nuevamente, esto ocurre cuando gestionamos nuestro miedo de forma funcional, es decir, tenemos algo de miedo hacia lo que realmente puede suponer un problema para nosotros ahora y aún necesitamos un tiempo de entrenamiento o espera para poder afrontarlo.
Véase también La ciencia que hay detrás del miedo
¿Cómo debemos gestionarlo?
Pregúntate qué te gustaría hacer realmente y no haces. Qué te gustaría vivir y no vives. Cómo te gustaría que fuera tu vida y no haces lo necesario para llegar a ello. Todos esos miedos: ¿en qué se basan? ¿En tus creencias? ¿En un hecho del pasado? ¿Qué pudieras hacer tú para que ese hecho no te afectara nunca más?
Un proceso de gestión emocional, para aumentar tu nivel de inteligencia emocional (lo cual te ayudaría a gestionar tu miedo de forma funcional y a entender el de los demás y ayudarles) es probablemente la mejor forma de saltar al miedo disfuncional. Esta nota no terminará con un «no tengas miedo»… sino con un «vive a lo grande a pesar de tus miedos».
Temática sugerida por: Leonel Gaviria Quintero
Fuentes: