Ir al contenido
Primer plano de una mano escribiendo con una pluma blanca sobre un pergamino, acompañado de un sello de cera y un sobre, creando una atmósfera vintage y clásica.

5 poemas hermosos que debes leer al menos una vez en la vida

A+A-
Reset

La poesía es mucho más que un simple conjunto de palabras ordenadas con armonía. Es emoción, es arte, es la voz del alma plasmada en versos o en prosa. Según Wikipedia, “la poesía es un género literario considerado como una manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra”. Pero, ¿realmente podemos definir algo tan abstracto y profundo solo con palabras?

Quizás la mejor explicación la dio Gustavo Adolfo Bécquer, en unos de sus versos más memorables:

”¿Qué es poesía? Dices mientras clavas

en mi pupila tu pupila azul;

¿Qué es poesía…? ¿Y tú me lo preguntas?

¡Poesía… eres tú!”

Porque la poesía no solo se lee, se siente. Nos envuelve, nos transporta, nos toca el corazón de maneras que a veces ni siquiera comprendemos. Y es por eso que hoy te traemos 5 poemas hermosos que debes leer al menos una vez en la vida—porque algunos versos no solo se recuerdan, sino que se quedan con nosotros para siempre.

Escena artística y poética que simboliza la esencia de la poesía. Un libro abierto con versos manuscritos delicados reposa bajo una luz cálida y tenue. De sus páginas emergen sutiles destellos de luz o niebla, representando la emoción y la belleza intangible de la poesía. En el fondo, una botella de tinta antigua con una pluma de escribir descansa junto a hojas dispersas con versos inacabados. Una silueta difusa de una pareja mirándose a los ojos se funde suavemente en la composición, evocando los versos de Bécquer. La atmósfera es nostálgica y mágica, con tonos dorados y azul profundo que transmiten pasión y el poder eterno de las palabras.

Si el hombre pudiera decir lo que ama – Luis Cernuda

Si el hombre pudiera decir lo que ama,

si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo

como una nube en la luz;

si como muros que se derrumban,

para saludar la verdad erguida en medio,

pudiera derrumbar su cuerpo,

dejando sólo la verdad de su amor,

la verdad de sí mismo,

que no se llama gloria, fortuna o ambición,

sino amor o deseo,

yo sería aquel que imaginaba;

aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos

proclama ante los hombres la verdad ignorada,

la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien

cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;

alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina

por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,

y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu

como leños perdidos que el mar anega o levanta

libremente, con la libertad del amor,

la única libertad que me exalta,

la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:

si no te conozco, no he vivido;

si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Ilustración realista de un hombre de pie en un espacio urbano al atardecer, con el rostro iluminado parcialmente por la luz dorada del sol. Su expresión es introspectiva, como si estuviera tratando de expresar un amor inmenso e indescriptible. En el fondo, una figura se aleja lentamente, simbolizando la distancia y la añoranza. La escena transmite un sentimiento de amor profundo, deseo y la lucha por expresar lo que realmente se siente en el alma.

Poema XX – Pablo Neruda

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,

y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.

¡Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos!

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.

Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

¡Qué importa que mi amor no pudiera guardarla!

La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.

Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.

Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Yo no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise..

Mi voz buscaba al viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,

mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque este sea el último dolor que ella me causa,

y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Escena melancólica y poética bajo un vasto cielo estrellado. Una figura solitaria se sienta en el borde de un muelle de madera, contemplando el océano infinito, sumida en pensamientos de amor y pérdida. La noche es de un azul profundo, con estrellas titilando sobre él y reflejándose en el agua como recuerdos distantes. El viento suave agita las olas, susurrando ecos del pasado. Detrás de él, una silueta etérea y fantasmal de una mujer se desvanece en la noche, símbolo de un amor perdido: presente pero inalcanzable. Los árboles del fondo brillan tenuemente bajo la luz de la luna, con sus ramas pálidas balanceándose como si lloraran. Un farol a su lado proyecta una cálida luz dorada, arrojando sombras largas y solitarias. La atmósfera es íntima y nostálgica, impregnada de anhelo, recuerdo y la eterna tristeza de un amor que persiste más allá del tiempo.

Si alguien llama a tu puerta – Gabriel García Márquez

Si alguien llama a tu puerta, amiga mía,

y algo en tu sangre late y no reposa

y en tu tallo de agua, temblorosa,

la fuente es una líquida de armonía.

Si alguien llama a tu puerta y todavía

te sobra tiempo para ser hermosa

y cabe todo abril en una rosa

y por la rosa desangra el día

Si alguien llama a tu puerta una mañana

sonora de palomas y campanas

y aún crees en el dolor y en la poesía

Si aún la vida es verdad y el verso existe.

Si alguien llama a tu puerta y estás triste,

abre, que es el amor, amiga mía.

Ilustración artística de una mujer abriendo la puerta de su hogar en una tranquila mañana. Su rostro refleja una mezcla de emoción y melancolía, como si sintiera la llegada de algo especial. A través de la puerta entreabierta, la luz del amanecer inunda el interior, iluminando pétalos de rosa blanca que flotan en el aire. Afuera, se ven palomas en vuelo y una torre con campanas sonando a lo lejos, creando una atmósfera de esperanza y poesía. La imagen simboliza la llegada inesperada del amor y la belleza de la vida en los momentos más sencillos.

Amor eterno – Gustavo Adolfo Bécquer

Podrá nublarse el sol eternamente;

Podrá secarse en un instante el mar;

Podrá romperse el eje de la tierra

Como un débil cristal.

¡todo sucederá! Podrá la muerte

Cubrirme con su fúnebre crespón;

Pero jamás en mí podrá apagarse

La llama de tu amor.

Ilustración artística de dos figuras humanas de pie frente al océano, separadas pero conectadas por una llama tenue que arde entre ellas, simbolizando un amor que nunca se apaga. El cielo es dramático, con nubes oscuras y destellos de luz dorada que atraviesan la tormenta. En el fondo, el mar se agita con olas intensas, reflejando la fuerza y la fragilidad del amor eterno. La escena transmite pasión, trascendencia y la idea de que el amor verdadero sobrevive más allá del tiempo y la muerte.

Me gusta cuando callas – Pablo Neruda

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,

y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.

Parece que los ojos se te hubieran volado

y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma

emerges de las cosas, llena del alma mía.

Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,

y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.

Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.

Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:

Déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio

claro como una lámpara, simple como un anillo.

Eres como la noche, callada y constelada.

Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.

Distante y dolorosa como si hubieras muerto.

Una palabra entonces, una sonrisa bastan.

Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Temática sugerida por: Des. Cobian.

Ilustración artística de una mujer sentada junto a una ventana al atardecer, con una expresión tranquila y melancólica mientras observa el horizonte. Un tenue resplandor dorado ilumina su rostro, contrastando con el cielo azul profundo lleno de estrellas. Una mariposa descansa en su hombro, representando la fragilidad de los sentimientos y los sueños. En el fondo, la silueta borrosa de otra persona sugiere una conexión a la distancia, reflejando la belleza del silencio compartido y el amor contenido en la ausencia.

You may also like