¿Quién no ha regalado alguna vez una corbata de emergencia, un desayuno improvisado o una tarjeta con “el mejor papá del mundo”? El Día del Padre es de esas fechas que parecen eternas, pero que tienen un origen mucho más reciente (y curioso) de lo que muchos creen. Más allá de lo comercial, la celebración tiene un trasfondo cultural y afectivo que sigue resonando fuerte, incluso en una sociedad que cambia a toda velocidad.
En este artículo vamos a desmenuzar el origen del Día del Padre, sus fechas más populares alrededor del mundo, algunos datos bastante inesperados y, por supuesto, reflexionar sobre qué significa hoy ser padre.
El origen del Día del Padre: una idea con nombre y apellido
Aunque parezca que esta celebración nació por generación espontánea, la historia tiene rostro. Fue Sonora Smart Dodd, una estadounidense de Spokane, Washington, quien en 1910 propuso rendir homenaje a su padre, un veterano de guerra viudo que crió solo a sus seis hijos. La idea prendió en su comunidad, aunque no fue hasta 1972 cuando el presidente Richard Nixon oficializó la fecha a nivel nacional en Estados Unidos.
La versión más extendida celebra el Día del Padre el tercer domingo de junio, una costumbre que adoptaron muchos países, entre ellos México, Argentina, Colombia, Chile, Venezuela, Perú y Estados Unidos. Pero no todos lo celebran igual: en España e Italia, por ejemplo, cae el 19 de marzo, coincidiendo con el Día de San José, símbolo de paternidad cristiana.
Curiosamente, la fecha no fue inventada por grandes marcas, aunque no tardaron en subirse al tren. Fue una celebración genuinamente emotiva, nacida del reconocimiento hacia un padre entregado. En sus inicios, se celebraba con discursos, flores y pequeñas reuniones familiares… y ni rastro de los típicos calcetines envueltos en papel regalo.

¿Por qué el Día del Padre no tiene tanto bombo como el de la madre?
Punto delicado. Muchas personas notan que el Día de la Madre suele estar más presente en publicidad, redes y hasta en los memes. ¿Por qué? Hay varias teorías. Una apunta a lo comercial: según estudios de consumo, en general se gasta más en regalos para mamá que para papá, así que las marcas simplemente siguen la corriente.
Pero también hay una raíz sociocultural. Durante décadas, el rol del padre fue visto como el del proveedor silencioso, mientras que la madre era la figura afectiva y cercana. Eso ha cambiado mucho, pero aún persisten esos reflejos culturales que influyen en cómo celebramos.
Ahora bien, esto no significa que los papás no sean valorados. De hecho, cada vez se pone más en foco el papel de los padres presentes, afectivos y comprometidos, incluso rompiendo estereotipos. Hoy ser papá no es solo “llevar el pan a casa”; implica estar, cuidar, educar, acompañar, y sí, también cambiar pañales y saber qué dibujos ven sus hijos.
Así que aunque el marketing no siempre lo refleje igual, el valor simbólico del Día del Padre sigue intacto, y cada vez más personas lo celebran desde un lugar más emocional y menos “de catálogo”.

Padres hay muchos… y estilos también
El mundo está lleno de padres diferentes: el clásico protector, el gracioso que hace chistes malos, el serio que se emociona en silencio, el que cocina, el que canta, el que cría solo, el que adopta, el que aprende a ser padre cada día. El Día del Padre también es una oportunidad para visibilizar esa diversidad.
En tiempos más inclusivos, la imagen del “papá proveedor en traje gris” ha dado lugar a una gama mucho más rica de masculinidades. Hay padres jóvenes que documentan su vida familiar en TikTok, padres mayores que crían nietos como hijos, y padres que se convirtieron en tales a través de procesos de adopción o vientres subrogados.
Además, hoy también se reconoce a figuras paternas que no son biológicas: tíos, abuelos, padrastros o incluso amigos que cumplen ese rol de guía, apoyo y amor incondicional. El Día del Padre es suyo también.
En suma, no hay una sola manera de ser papá. Y eso es lo más valioso. Lo importante no es el molde, sino la presencia, el cariño y la responsabilidad emocional con quienes se ama.

Datos curiosos sobre el Día del Padre (que seguro no sabías)
Sí, es una celebración con historia, pero también con algunas joyitas escondidas que vale la pena contar. ¿Sabías que…?
En Alemania, el Día del Padre se celebra el mismo día que la Ascensión (40 días después de Pascua) y muchos lo celebran haciendo excursiones con cerveza en mano. Muy en su estilo.
En Tailandia, coincide con el cumpleaños del Rey (5 de diciembre) y se regalan flores de canna, símbolo de masculinidad.
Corea del Sur y Vietnam tienen el “Día de los Padres”, una celebración conjunta donde se homenajea tanto a papá como a mamá.
Hay países donde la fecha es feriado nacional, como Corea del Sur o Samoa.
La corbata sigue siendo el regalo cliché número uno… pero está siendo desplazada poco a poco por gadgets, libros y experiencias personalizadas.
Aunque parezca una festividad moderna, el Día del Padre tiene dimensiones culturales bien profundas. Y aunque a veces se camufle entre promociones y descuentos, lo importante no es el regalo, sino el gesto.

¿Y en Latinoamérica? Una fecha que se adapta y se resignifica
En América Latina, el Día del Padre se celebra mayoritariamente el tercer domingo de junio, aunque hay excepciones. En países como Nicaragua, Guatemala o El Salvador, cae el 17 de junio, y en República Dominicana, el último domingo de julio. Cada cultura le pone su toque.
En general, es una fecha muy familiar: reuniones en casa, comida rica, brindis, fotos y alguna broma sobre los “superpoderes” de papá. Pero en los últimos años, también ha cobrado fuerza una mirada más crítica. Muchas campañas actuales buscan redefinir el rol del padre, alejado del autoritarismo o la distancia emocional.
Movimientos feministas y de paternidad activa están poniendo sobre la mesa la idea de que los hombres también pueden —y deben— ser afectivos, presentes y vulnerables sin que eso los haga menos “masculinos”. Y eso se refleja también en cómo se celebra este día.
No es raro ver campañas donde los protagonistas son padres solteros, papás que cuidan mientras su pareja trabaja, o incluso hombres que ejercen una paternidad compartida después de un divorcio. Lejos del cliché del “padre perfecto”, se empieza a valorar más al padre real, con errores, aprendizajes y mucho amor.

¿Qué significa ser papá en 2025?
Hoy, ser papá es todo menos automático. Ya no alcanza con “estar”, ahora importa cómo se está. El padre del siglo XXI enfrenta desafíos únicos: equilibrar trabajo y crianza, construir relaciones afectivas sanas, cuestionar modelos obsoletos y estar dispuesto a aprender (mucho y seguido).
Las redes sociales han abierto una nueva forma de mostrar (y vivir) la paternidad. Hay padres influencers, pero también comunidades enteras de hombres que comparten dudas, consejos y hasta frustraciones sin miedo a ser juzgados. Y eso es saludable.
También crece el interés por la educación emocional, por criar desde el respeto y sin violencia, por romper el ciclo del “así me criaron a mí”. Papás que aprenden a pedir perdón, a acompañar sin imponer, a ser un refugio y no una figura de miedo.
Así que este Día del Padre, más que un regalo, quizás lo que muchos padres valoran es algo tan simple como un reconocimiento sincero, una charla sin apuro o un abrazo largo. Porque ser papá hoy es una aventura constante, y celebrarlo también es una forma de agradecer que estén ahí, aprendiendo, fallando y queriendo como pueden… que no es poco.



