En películas, cuentos infantiles, fábulas y creencias populares, el león es conocido como el «rey de la selva». Este título, tan extendido que ya no sorprende a nadie, resulta curioso, ya que el león no vive en la selva, sino en la sabana africana. Sin embargo, dejando de lado las precisiones geográficas, el león tiene todas las cualidades de un rey.
Es un rey por su majestuosidad, reflejada en su imponente aspecto físico, su pelaje dorado que parece hecho de oro, y su paso lento, pero seguro, que impone respeto. Además, el león es el único felino que vive en manada, lo que le otorga un estilo de vida colectivo único entre los grandes felinos.
Así, a pesar de las imprecisiones, el león sigue siendo el símbolo de la realeza en el reino animal, gracias a su imponente presencia y su forma de vida tan distintiva.

Una abundante y frondosa melena rodea su rostro y desciende por su cuello, destacando al rey de la selva. Este rasgo, exclusivo de los machos, es su característica más distintiva y única en la familia de los felinos.
Las unidades familiares de los leones pueden incluir hasta tres machos, una docena de hembras y sus crías. Todas las leonas dentro de una manada están emparentadas, y las jóvenes hembras suelen quedarse en el grupo a medida que crecen. En cambio, los machos jóvenes, tarde o temprano, deben abandonar el grupo o son expulsados, para entonces establecer su propia manada y continuar el ciclo.

El león ha sido venerado a lo largo de la historia por su fuerza y su valor. Es considerado rey, no solo por su aspecto majestuoso, sino porque no le teme a nada; al contrario, es él quien infunde temor. Su rugido, el más potente de todos los felinos, es un símbolo de su poder. Este rugido puede escucharse a una distancia de hasta nueve kilómetros, lo que le asegura su lugar como el mayor depredador dentro de la cadena alimenticia.
Las supersticiones de algunas tribus indígenas, especialmente en África, han influido en gran medida en la percepción del león como el rey de la selva. Estos pueblos, impotentes y temerosos ante la imponente figura del león, sentían que este animal era superior a ellos, un reflejo de su respeto y admiración por su poder y presencia.

Es probable que el título de ‘rey de la selva’ se deba no solo a su imponente presencia, sino también a su comportamiento social y sus costumbres.
La llegada a la manada
Cuando un macho nuevo llega a una manada, suele desencadenarse una feroz pelea con el macho dominante. El perdedor debe abandonar la manada o, en algunos casos, muere debido a las heridas sufridas durante el enfrentamiento. El león vencedor toma el control sobre las leonas y, en ocasiones, mata a las crías para asegurarse de que sus propias descendencia sea la siguiente en dominar la manada.

Dentro de la manada, son las hembras las encargadas de la cacería, aunque el león macho también participa ocasionalmente. Su rol principal, sin embargo, es el de proteger a la manada. En las cacerías, suele derribar presas de gran tamaño utilizando su impresionante potencia y fuerza.
A la hora de alimentarse, el macho dominante siempre es el primero en comer, seguido por las hembras adultas, los jóvenes y, finalmente, los cachorros.
Llegada a la fama
La idea del león como “rey” probablemente se originó en la Edad Media, cuando se adoptó a este animal como emblema de casas reales y ejércitos, debido a la fuerza y el poder que se le atribuía.

En aquellos tiempos, tanto la tradición grecolatina como la bíblica ya habían elevado la figura de este felino. En Mesopotamia, los leones eran asociados con la realeza, y en el Physiologus se describe al león como “el rey de las bestias”.
Además, no podemos olvidar el trato favorable que el león ha recibido en toda su iconografía. Aparece con frecuencia en las representaciones del arca de Noé y, más tarde, se incorporó masivamente a los atuendos de los caballeros medievales, llegando a formar parte del 15% de los blasones que identificaban a familias e individuos nobles desde el siglo XII.
La presencia del león en los escudos de armas de los ejércitos parecía dotarlos de la misma fuerza que poseía el animal. El león, ese gran monarca, también estaba presente en esculturas de cuerpo entero en los patios de los castillos.
