Nuestro cuerpo es una máquina fascinante y, gracias a la ciencia, sabemos exactamente cómo y por qué funciona… la mayor parte del tiempo. Sin embargo, hay algunas reacciones que nos toman por sorpresa. Aunque todas tienen una explicación científica, no siempre son tan conocidas como deberían.
¿Por qué lloramos al cortar cebollas?
Si alguna vez te has sentido en una telenovela dramática mientras preparas la cena, tranquilo, no es que la cebolla quiera que recuerdes a tu ex. Cuando cortamos una cebolla, sus células se rompen y liberan una enzima que produce un gas llamado sulfóxido de tiopropanal. Este compuesto, al entrar en contacto con la humedad de nuestros ojos, se convierte en un leve ácido sulfúrico, causando irritación y una reacción inmediata: el llanto.
Aquí es donde entra en acción el sistema de defensa de nuestro cuerpo. El cerebro detecta la irritación y activa las glándulas lagrimales para expulsar la sustancia y proteger los ojos. En otras palabras, esas lágrimas no son de tristeza, sino un mecanismo de autopreservación.
Curiosamente, este mismo gas que nos hace llorar es en realidad una estrategia de defensa de la cebolla. En la naturaleza, su función es alejar a insectos y depredadores, asegurando la supervivencia de la planta. Así que, básicamente, cuando cocinas, estás siendo víctima de un sistema de seguridad vegetal.
Si quieres evitar el drama cebollil, puedes enfriarlas antes de cortarlas o usar un cuchillo bien afilado para minimizar la liberación del gas. O, bueno, también puedes usar gafas de natación y convertir la cocina en un laboratorio improvisado.

¿Por qué algunas personas siempre tienen frío?
Si eres de los que siempre está arropado mientras los demás andan en manga corta, no es que seas exagerado, hay una razón científica detrás. El culpable es el hipotálamo, la parte del cerebro encargada de regular la temperatura corporal. Cuando hace calor, envía señales para liberar calor, y cuando hace frío, nos hace temblar para generar calor interno.
Uno de los factores clave en este proceso es el hierro. Este mineral ayuda a transportar oxígeno en la sangre y a regular la temperatura, por lo que las personas con anemia suelen ser más friolentas. Además, una mala circulación, ya sea por problemas de presión alta o el uso de ciertos medicamentos, también puede hacer que las extremidades se enfríen más rápido.
A veces, el frío constante es simplemente cuestión de genética, pero si te identificas con los pingüinos, podrías beneficiarte de una dieta rica en hierro (como carnes rojas, espinacas y legumbres) y evitar el cigarro, que afecta la circulación.
¿Por qué tiembla el párpado?
Ese molesto temblor en el ojo que aparece sin previo aviso tiene un nombre más técnico de lo que merece: mioquimia del párpado. No te preocupes, no es peligroso, pero sí bastante molesto.
Generalmente, este espasmo afecta al párpado inferior y es una reacción del cuerpo ante el cansancio, el estrés o el exceso de cafeína. En pocas palabras, si te pasaste de café o llevas días sin dormir bien, tu ojo te lo hará saber con un pequeño baile involuntario.
La buena noticia es que no necesitas un médico, solo una buena noche de descanso y reducir la cafeína. Así que, menos café y más siestas.

¿Por qué se nos pone la piel de gallina?
Ese extraño fenómeno de la piel erizada no es solo una reacción al frío o al miedo, sino un vestigio evolutivo de nuestros antepasados más peludos. Cuando sentimos frío o nos asustamos, unos diminutos músculos en la base de cada vello se contraen, haciendo que el pelo se levante.
En la prehistoria, este mecanismo tenía dos propósitos clave: retener calor y parecer más intimidantes. En los días en los que la ropa no era una opción, los humanos estaban cubiertos de mucho más pelo, y al erizarse, atrapaba aire para mantener el cuerpo caliente. Además, al igual que los gatos cuando se esponjan, nuestros ancestros podían parecer más grandes y temibles ante un depredador o una amenaza.
Hoy en día, nuestra piel de gallina es más una reliquia biológica que una herramienta útil. No nos hace ver más imponentes ni nos ayuda a conservar calor, pero sigue apareciendo en momentos de emoción intensa, como al escuchar una canción épica o ver una escena impactante en una película.
¿Las orejas siguen creciendo toda la vida?
Si alguna vez notaste que las orejas de las personas mayores son más grandes, no es tu imaginación. Los estudios han demostrado que las orejas continúan creciendo aproximadamente 0,22 milímetros al año después de la niñez.
Lo curioso es que no es el oído interno el que crece, sino el lóbulo y el cartílago, especialmente en los hombres. Esto se debe a que el cartílago, a diferencia de los huesos, nunca deja de desarrollarse.
Además, con los años, la gravedad hace lo suyo y provoca un leve estiramiento, lo que da la sensación de que las orejas crecen aún más. Así que sí, técnicamente, mientras más años cumplas, más grandes serán tus orejas.

¿Por qué los bebés nacen sin pecas?
Aunque algunos bebés nacen con manchas de nacimiento, lo que no traen de fábrica son pecas. ¿La razón? Las pecas aparecen como respuesta a la exposición al sol.
Nuestra piel contiene melanocitos, células encargadas de producir melanina, el pigmento que nos protege de los rayos UV. En personas de piel clara, estas células trabajan de manera desigual, formando pequeñas concentraciones de pigmento que, con el tiempo y la exposición solar, se convierten en pecas.
Por eso, los bebés no tienen pecas al nacer: su piel nunca ha estado expuesta al sol. Sin embargo, a medida que crecen y pasan más tiempo al aire libre, es posible que las pecas comiencen a aparecer, especialmente en niños de tez clara. Así que, si de pequeño no tenías y de repente aparecieron, no es magia, es ciencia… y sol.
¿Por qué se duermen las extremidades?
Esa sensación de que tu pierna desapareció después de estar mucho tiempo sentado no es solo incómoda, también tiene una explicación científica. Se llama parestesia y ocurre cuando un nervio queda temporalmente comprimido, bloqueando la señal que envía al cerebro.
Cuando te quedas en una posición incómoda por mucho tiempo, la circulación sanguínea se reduce y el nervio deja de enviar señales correctamente. Cuando finalmente te mueves, la sangre vuelve a fluir y los nervios recuperan su función, provocando esa sensación de hormigueo que nos hace retorcer de incomodidad.
Este es un mecanismo del cuerpo para avisarte que algo no está bien. Así que, si alguna vez te sientes como un muñeco de trapo sin control sobre tus extremidades, recuerda: es solo tu cuerpo pidiendo que cambies de postura.

¿Por qué nos duele el costado al reír o hacer ejercicio?
Ese molesto dolor punzante en el costado que aparece cuando corres o te ríes demasiado tiene un culpable: el diafragma. Este músculo, ubicado debajo de los pulmones, se encarga de la respiración y, cuando se contrae de manera intensa, puede generar dolor.
Cuando te ríes sin control, tus pulmones se llenan de aire rápidamente, presionando el diafragma. Algo similar ocurre con el ejercicio intenso: la respiración acelerada puede irritar este músculo y provocar el famoso dolor en el costado.
La solución es simple: respirar profundamente y con calma. Si te pasa mientras corres, intenta reducir la intensidad y regular tu respiración. Y si fue por reír demasiado… bueno, al menos valió la pena.
¿Por qué sentimos escalofríos?
Los escalofríos no son solo una reacción al frío, también son una estrategia de supervivencia. Cuando bajamos de temperatura, el cuerpo activa este mecanismo para generar calor mediante pequeñas contracciones musculares involuntarias.
Además de regular la temperatura, los escalofríos pueden aparecer en situaciones de estrés, fiebre o incluso emoción intensa. Es decir, no solo tiemblas cuando hace frío, sino también cuando escuchas una canción épica o ves una escena impactante.
Básicamente, los escalofríos son la forma en que el cuerpo dice: «Aquí mando yo y debo mantenerme en equilibrio».
¿Por qué salivamos?
La saliva no solo está ahí para hacerte babear cuando hueles comida deliciosa, sino que cumple varias funciones clave en tu organismo.
En primer lugar, lubrica la boca para que puedas hablar y masticar sin problema. También contiene enzimas que ayudan a descomponer los alimentos, facilitando la digestión desde el primer bocado.
Además, la saliva actúa como una barrera protectora cuando el cuerpo detecta algo dañino. ¿Alguna vez sentiste la boca llena de saliva justo antes de vomitar? Es porque el cuerpo se prepara para proteger los dientes y la garganta de los ácidos gástricos.
En resumen, la saliva es un lubricante, un agente digestivo y un escudo protector. Quién diría que algo tan simple podría ser tan eficiente.

¿Por qué bostezamos?
Aunque siempre se ha creído que el bostezo es una señal de sueño o aburrimiento, la ciencia tiene otra explicación más interesante. Investigaciones recientes sugieren que bostezar es un mecanismo natural para enfriar el cerebro.
Cuando bostezamos, inhalamos profundamente y estiramos los músculos de la cara, lo que aumenta el flujo sanguíneo y permite que el cerebro se refresque. En otras palabras, el bostezo funciona como un aire acondicionado interno, ayudando a mantenernos alertas y concentrados en momentos de fatiga o estrés.
Así que, si alguien te acusa de estar aburrido porque bostezaste, puedes corregirlo con confianza: «No me aburres, mi cerebro solo se está enfriando».
¿Por qué tenemos hipo?
El hipo es uno de esos fenómenos del cuerpo que parece no tener propósito… y de hecho, así es. Se produce cuando el diafragma, el músculo encargado de la respiración, se contrae de manera brusca. Esto provoca una inhalación repentina de aire, que choca contra las cuerdas vocales, generando el característico «¡hic!».
Las causas más comunes del hipo incluyen comer o beber demasiado rápido, cambios bruscos de temperatura o incluso emociones intensas. Afortunadamente, aunque molesto, el hipo suele desaparecer en unos minutos sin necesidad de remedios extraños.
Si buscas una solución, intenta aguantar la respiración por unos segundos o beber agua lentamente. Y si alguien te asusta para «curarte», bueno… al menos se llevan una risa en el intento.
