Halloween se ha convertido en una de las festividades más populares del siglo XXI. Aunque hoy la asociamos con disfraces, caramelos y «trick or treat», su historia es mucho más antigua y tiene raíces europeas. De hecho, esta celebración es una fusión entre la festividad pagana celta de Samhain y la tradición cristiana del Día de Todos los Santos.
🎃 El Samhain: El Verdadero Origen de Halloween
Lo que hoy es una fiesta infantil con dulces y disfraces, en su origen era un ritual celta para ahuyentar espíritus malignos. En la antigua Britania, los druidas—sacerdotes celtas—danzaban alrededor de grandes hogueras, realizando rituales para protegerse de las almas errantes.
Los celtas dividían el año en dos grandes estaciones:
🔹 Verano: Asociado con la vida y la fertilidad.
🔹 Invierno: Relacionado con la muerte y el más allá.
El 31 de octubre, marcando el fin del verano, celebraban Samhain en honor a Samagín, el dios de la muerte. Mientras que el 1 de mayo, adoraban a Belenus, el dios sol.
Con la expansión del cristianismo, esta festividad se fusionó con el Día de Todos los Santos (1 de noviembre), dando lugar al Halloween que conocemos hoy. Así que la próxima vez que esculpas una calabaza, recuerda que estás participando en una tradición con más de 2.000 años de historia. 👻🔥
El origen del Halloween moderno se remonta, como era de esperar, a la antigua festividad de Samhain, dedicada a la deidad de la muerte. Sin embargo, hoy en día existe cierta controversia sobre cómo se celebraba este festival en la antigüedad. La mayoría de los expertos coinciden en que la festividad se extendía durante tres días y sus respectivas noches, conmemorando la llegada de la estación de la muerte.
Aunque en la actualidad podría parecer una celebración menor, en sus tiempos Samhain era una de las fiestas más destacadas del año. No es para menos, pues los druidas consideraban a su civilización y a los pueblos britanos como descendientes del propio dios de la muerte.
Durante la noche del 31 de octubre (lo que hoy conocemos como Halloween), se creía que Samhain convocaba a los muertos para que cruzaran “al otro lado”. Es decir, para que abandonaran el mundo de los fallecidos y se encontraran con sus seres queridos, familiares y amigos en el mundo de los vivos. Sin embargo, había un problema: los espíritus podían llegar como benévolos o malévolos, dependiendo de su naturaleza.
Esa noche, además, era vista como especialmente esotérica. Los druidas creían que el velo entre el presente, el pasado y el futuro se desvanecía, lo que hacía de este momento el más propicio para todas las artes mágicas, especialmente las adivinatorias y las predicciones sobre el nuevo año.
Los druidas de la antigua cultura celta, encargados de la clase sacerdotal, tenían una costumbre fascinante durante la noche de Samhain. En esta fecha, encendían nuevos fuegos en las colinas, un acto simbólico que representaba el renacer de la naturaleza y de la vida. Estos fuegos se alimentaban principalmente con ramas de roble, árbol sagrado para los celtas, y con ofrendas que incluían frutos, animales e incluso, en algunos casos, seres humanos. Al día siguiente, los druidas leían el futuro de la comunidad en las cenizas y restos de huesos calcinados, adivinando lo que les deparaba el nuevo año.
Para encender estas grandes hogueras, los jóvenes iban de casa en casa pidiendo materiales, una tradición que, sorprendentemente, aún perdura en algunas culturas en la actualidad. Este acto de pedir no solo era para alimentar el fuego, sino también para mantener viva la magia de la celebración.
Los fuegos eran cruciales durante Samhain porque se creía que con ellos se ahuyentaban a los espíritus malignos. Estos espíritus, enfadados por haber sido castigados por el dios de la muerte, intentaban jugarle trucos a los vivos. Espantar a los muertos era esencial para garantizar un buen comienzo de año.
Además de estas prácticas, la noche de Samhain era vista como un momento propicio para invocar a los espíritus de los fallecidos y para realizar magia y adivinación. Los druidas, con su conexión especial con la naturaleza, podían leer el futuro utilizando plantas o, en los casos más extremos, sacrificando seres humanos a los dioses. Este último aspecto, por supuesto, ha quedado atrás y no forma parte de la moderna celebración de Halloween
La barbarie de Samhain continuó hasta el siglo I d.C., cuando los romanos, bajo el mando de Claudio, llegaron a Britania. Tras pisar tierras isleñas, los romanos «civilizaron» la festividad, erradicando los sacrificios humanos. Además, en su intento por romanizar aún más la celebración, la sustituyeron por el festival de Pomona, en honor de la diosa de las manzanas y el otoño.
Con el paso del tiempo, la fiesta de Halloween comenzó a cristianizarse en una época donde las celebraciones paganas aún predominaban. Los papas Gregorio III (731-741) y Gregorio IV (827-844) intentaron suplantarla por una festividad cristiana, el Día de Todos los Santos, que inicialmente se celebraba el 13 de mayo y fue trasladado al 1 de noviembre.
¿De dónde proviene el nombre de “Halloween”?
La palabra Halloween proviene de la variación escocesa de la expresión “All Hallows’ Even”, utilizada por primera vez en el siglo XVI, y significa «Víspera de Todos los Santos».
¿Por qué se usan disfraces durante esta fiesta?
Los disfraces, una de las características más llamativas de Halloween, también tienen su origen en Samhain. En sus inicios, los celtas creían que, al vestirse con disfraces y máscaras, podían confundir a los espíritus y evitar ser reconocidos por los seres sobrenaturales que merodeaban esa noche.
Durante la celebración de Samhain, los ancestros familiares eran invitados y homenajeados, mientras que los espíritus malignos eran ahuyentados. Para ello, las personas se vestían con trajes y máscaras que les permitían adoptar la apariencia de estos espíritus malignos, con la esperanza de evitar ser dañados por ellos.
Hoy en día, el uso de disfraces sigue siendo una tradición común en los países donde se celebra Halloween, y, por supuesto, predominan aquellos que imitan figuras de terror y lo sobrenatural.
¿Por qué las calabazas son el símbolo de Halloween?
A mediados del siglo XIX, cuando cientos de miles de inmigrantes irlandeses llegaron a los Estados Unidos, se encontraron con que no se cultivaban nabos, una hortaliza esencial para una de sus tradiciones: el “All Hallows’ Eve”. Durante esta festividad, se solían hacer farolillos rudimentarios vaciando nabos y encendiendo el interior como si fueran pequeñas linternas, que permanecían encendidas durante toda la noche para evitar enfurecer a los espíritus.
Al no poder encontrar nabos en su nueva tierra, los irlandeses se adaptaron utilizando un producto local de temporada que se cosechaba abundantemente en todos los Estados Unidos: la calabaza. Así nació la tradición de la calabaza como símbolo central de Halloween.
Así fue como la calabaza encontró su lugar en esta antiquísima celebración, que con el tiempo se transformó en una fiesta totalmente lúdica. Sin embargo, uno de los personajes más emblemáticos de Halloween es Jack el Tacaño. Este personaje, según la tradición, llevaba una calabaza hueca con una vela en su interior, usándola como linterna. De ahí su nombre, Jack-o’-lantern (Jack el de la linterna). En sus orígenes, como narra el cuento en el que está basado, esa linterna no era una calabaza, sino un nabo.
¿Cuál es el origen del famoso “truco o trato” de Halloween?
El truco o trato tiene sus raíces en la Guy Fawkes Night (noche de Guy Fawkes), que se celebra el 5 de noviembre. Aunque originalmente era una tradición completamente distinta, con el tiempo se fusionó con Halloween.
Durante la Edad Media, era costumbre en muchos países que, en la noche del 1 de noviembre (Día de Todos los Santos y víspera del Día de los Santos Difuntos), las personas fueran de casa en casa pidiendo alimentos y limosnas a cambio de rezar oraciones por las almas de los muertos de cada familia. Esta práctica, realizada por adultos acompañados de sus hijos hambrientos, perduró en muchos lugares y, al encontrarse con la festividad de Halloween, se incorporó a esta celebración, dando lugar al truco o trato tal como lo conocemos hoy.
