El 3 de mayo de 2007 la familia McCann se encontraba de vacaciones en el Algarve portugués, exactamente en el resort Mark Warner de Praia da Luz. Aquella noche, la peor noche en la vida de Gerry y Kate, decidieron acostar a sus tres hijos (Maddie y los dos mellizos) y marcharse a cenar con unos amigos. Los niños se quedaron sin ninguna supervisión, dormidos, mientras sus padres cenaban en un bar de tapas a unos 55 metros de distancia. A las 21:30 Kate acude a la habitación para comprobar que los niños estaban bien, pero la cama de Madeleine estaba vacía. Comenzaba la pesadilla de los McCann.
A las 22:00 de la noche se comunica a la Policía la desaparición de la pequeña. Hasta altas de la madrugada, agentes, personal del resort, amigos, los padres buscaron sin éxito a Maddie por todo el complejo. No había rastro de la niña. La frontera con España se selló, así como todos los aeropuertos de ambos países. La búsqueda de la pequeña Maddie, que tan solo en unos cuantos días cumplía cuatro años, empezaba. Una búsqueda que hoy cumple una década.
«Kate estaba gritando, ‘Madeleine está desaparecida, se ha ido«», señaló Gerry McCann en una entrevista. «Estaba buscando en el dormitorio, estaba en los armarios, revisando todas partes, incluso los lugares donde sabía que no podría estar, debajo del fregadero de la cocina. Fue una incredulidad que ella dijera que Madeleine había desaparecido. Incredulidad, conmoción, horror y luego pánico y terror«, expresó.
«Porque solo podía pensar en un escenario en ese momento … Estaba seguro de que había sido secuestrada«, indicó el hombre, reconociendo que «no he pensado en esos momentos por mucho tiempo porque, como puedes imaginar, es bastante doloroso«.
En ese punto, recalcó cuál era su mayor en ese momento, miedo que todavía sigue manteniendo: «No pude sacar de nuestras mentes los pensamientos más oscuros de que alguien la había tomado y abusado de ella«.
«Sentí que cada momento en el que no podíamos encontrarla era peor y recuerdo haber caído al suelo y empezar a llamar a algunos de los miembros de mi familia y solo decir ‘recen por ella’, porque pensé que era lo único que podría ayudar en ese punto«, relató.
Gerry aseguró que esa noche fue «el momento en que se ha sentido más enfermo» en la vida, y pese a dicha sensación, a todos los años que han pasado y todo el sufrimiento que ha padecido, mantiene la esperanza de encontrar a Maddie.
En ese aspecto, se puso a llorar en plena entrevista al confesar que está absolutamente seguro que ella está viva. «Es casi como una reacción instintiva … es solo un sentimiento … pero siento que nos reuniremos. Solo quiero abrazarla, abrazarla y llorar … mucho«, expresó.
¿Culpable?
Todo se complicó. Las declaraciones de los padres eran tan contradictorias que junto a los rastros de sangre en la habitación y en el coche alquilado por la familia y los sedantes hallados en cabellos de la niña llevaron a que la Policía portuguesa declarara oficialmente ‘argüidos‘ (presuntos implicados) a los padres de la niña.
Se analizaron decenas de escenarios, miles de fotografías en busca de algún sospechoso que estuviera fichado, pero lamentablemente todas las pistas conducían al mismo camino, a ninguna parte.
Mientras tanto los padres de la pequeña regresaban a Londres pese a ser sospechosos oficiales, provocando un enfrentamiento de competencias entre ambos países. La Policía británica investigaba por su cuenta con otros sospechosos y otros indicios en su mira. La Policía portuguesa hacía lo mismo con los McCann en el objetivo.
La Valeta, Bélgica, España, Marruecos, Chile, Venezuela… Los avistamientos de la pequeña se multiplicaban complicando la labor de la Policía. Madeleine seguía sin aparecer y las pistas seguían sin llevar a algún lugar `por muy pequeño que fuera.
Entre medias las sospechas sobre los padres de Madeleine iban creciendo. El hecho de haber dejado a los niños solos, sin que nadie les cuidara, los restos y rastros hallados, y la presión mediática les convirtieron en los principales sospechosos de la desaparición de su hija.
Tras un interrogatorio de más de 16 horas en el que ninguno fue capaz de explicar porque había restos biológicos de su hija en el coche que alquilaron y tras considerar la muerte accidental de su hija fueron declarados sospechosos, pero les pusieron en libertad. El 9 de julio, sólo tres días después, pusieron rumbo a Inglaterra. Querían que sus otros dos hijos «tuvieran una vida normal».
Su extraño comportamiento, el uso del dinero recaudado para la investigación ocupado en pagar la hipoteca de su mansión, sus constantes contradicciones… No fueron pruebas suficientes. El 21 de julio de 2008 el Fiscal General de Portugal, Fernando Pinto Monteiro, decidía archivar el caso de la desaparición y exoneraba a Gerry y Kate de su implicación al no haber evidencias suficientes.
Desde que el caso fuera archivado hasta hoy Madeleine no ha caído en el olvido. Sus padres han seguido dando ruedas de prensa para mantener el caso en la memoria de la opinión público. Han contratado detectives privados y los que participaron en los inicios de la investigación lo han convertido en algo personal, su talón de Aquiles.
La última pista ha involucrado a la niñera que trabajaba en el resort y que cuidó a los niños durante las vacaciones. Tras mantener el silencio durante una década, la niñera aseguró en una entrevista que la Policía tardo más de una hora en llegar al apartamento la noche de la desaparición. Que Kate no paraba de decir que se la habían llevado y que Gerry «estaba muy angustiado». La niñera lo tiene claro: «Ellos no fueron«.
Ni los McCann, ni los primeros sospechosos, ni las decenas de llamadas asegurando haber visto a Maddie por medio mundo, ni las miles de pistas, ni los indicios, ni los investigadores… más de una década después la desaparición de Madeleine McCann sigue siendo una desaparición imposible de resolver.
Fuentes: elmundo.es y publimetro.cl
Temática sugerida por: Alexander Rojas