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Imagínate que existiera una máquina capaz de capturar imágenes del pasado como si fuera un televisor sintonizado con la historia. Suena a ciencia ficción, ¿verdad? Pues en 1972, un monje benedictino italiano llamado Marcello Pellegrino Ernetti aseguró haber construido exactamente eso. Y no solo eso: afirmó haber fotografiado nada menos que a Jesucristo en la cruz.
La historia del cronovisor es una mezcla fascinante de ciencia, religión y misterio que ha capturado la imaginación durante décadas. Entre experimentos secretos, científicos de renombre mundial y supuestas órdenes papales de censura, este relato tiene todos los ingredientes para convertirse en una leyenda urbana… o quizás algo más.

El monje científico que desafió al tiempo
Marcello Pellegrino Ernetti no era un religioso común y corriente. Nacido en 1925 en Rocca Santo Stefano, Italia, este benedictino tenía un currículum que impresionaría a cualquiera: musicólogo especializado en prepolifonía (preludio de la polifonía, transición del canto gregoriano monódico a varias voces simples), arqueólogo, exorcista y físico. Era, literalmente, la única persona en el mundo con una cátedra de prepolifonía, lo que ya lo convertía en alguien especial.
La historia comenzó cuando Ernetti trabajaba junto al padre Agostino Gemelli en la Universidad Católica de Milán a principios de los años 50. Estaban intentando filtrar los armónicos de cantos gregorianos cuando algo increíble sucedió: escucharon la voz de un sacerdote difunto hablándoles a través de su vieja grabadora. Este extraño incidente llevó a Ernetti a preguntarse: si las voces del pasado podían captarse, ¿qué pasaba con las imágenes?
La curiosidad científica del monje lo llevó a desarrollar una teoría revolucionaria. Según él, las ondas visuales y sonoras nunca se destruyen, solo se transforman. Como la energía no puede crearse ni destruirse (primera ley de la termodinámica), estas ondas permanecerían «flotando» en el espacio, esperando a ser recapturadas.

Un equipo de estrellas para un proyecto secreto
Lo que hace aún más intrigante esta historia es el supuesto equipo de científicos de primer nivel que habría participado en el proyecto. Ernetti afirmó haber trabajado con nada menos que Enrico Fermi, el físico italiano ganador del Premio Nobel y padre de la primera reacción nuclear controlada, y Wernher von Braun, el ingeniero aeroespacial alemán que desarrolló los cohetes que llevaron al hombre a la Luna.
La participación de estas figuras legendarias de la ciencia añade un aire de credibilidad al relato, aunque también levanta sospechas. ¿Por qué científicos tan prestigiosos se involucrarían en un proyecto tan aparentemente descabellado? La respuesta, según Ernetti, estaba en el potencial revolucionario del descubrimiento.
El cronovisor, tal como lo describía su supuesto inventor, era una máquina compleja compuesta por tubos de rayos catódicos, antenas especiales y metales que podían recibir señales de luz y sonido en todas las longitudes de onda. No era una máquina del tiempo en el sentido tradicional; no permitía viajar físicamente al pasado, sino observarlo como si fuera un televisor cósmico.
Las revelaciones que conmocionaron al mundo
En mayo de 1972, el semanario italiano «Domenica del Corriere» publicó una entrevista explosiva con el padre Ernetti. Sus declaraciones fueron tan extraordinarias que inmediatamente se convirtieron en noticia mundial. El monje aseguró haber podido contemplar eventos históricos tan lejanos como la fundación de Roma en el 753 a.C., la destrucción de Sodoma y Gomorra, y discursos de Cicerón ante el Senado romano.
Pero la revelación más impactante fue otra: Ernetti afirmaba haber fotografiado a Jesucristo durante su crucifixión. Esta imagen, según él, mostraba el rostro compungido de un hombre barbado con la mirada hacia arriba, capturando uno de los momentos más trascendentales de la historia cristiana.
El sacerdote también afirmó haber usado su máquina para reconstruir la obra perdida «Thyestes» de Quinto Ennio, una tragedia romana del 169 a.C. que se consideraba perdida para siempre. Incluso aseguró haber podido leer el texto original de las Tablas de la Ley que Dios entregó a Moisés en el Monte Sinaí.

El Vaticano entra en escena: secreto y censura
La historia se vuelve aún más intrigante cuando entra en juego el Vaticano. Según los relatos, el Papa Pío XII habría estado al tanto del proyecto desde sus inicios, incluso lo habría alentado secretamente. La idea de poder demostrar científicamente la veracidad de las Sagradas Escrituras era demasiado tentadora como para ignorarla.
Sin embargo, cuando el proyecto comenzó a mostrar resultados, las cosas se complicaron. Se dice que el Papa Pablo VI ordenó incautar la máquina y prohibió cualquier investigación adicional. Las razones eran evidentes: un dispositivo capaz de espiar cualquier momento del pasado podría ser «más peligroso que la bomba atómica», como llegó a describirlo el propio Ernetti.
En 1988, el Vaticano emitió un decreto particularmente extraño: «serán excomulgados todos aquellos que capten o divulguen con cualquier instrumento técnico acontecimientos pasados». Para muchos escépticos, esta advertencia era innecesaria si el cronovisor nunca existió. Para los creyentes, era la prueba definitiva de que la máquina era real y tan poderosa que la Iglesia prefirió prohibirla.

Las evidencias que no convencieron a nadie
Cuando los medios de comunicación pidieron pruebas, Ernetti presentó dos elementos principales: la famosa fotografía de Cristo crucificado y el texto reconstruido de la tragedia «Thyestes». Lamentablemente para él, ambas «evidencias» resultaron ser problemáticas.
La supuesta fotografía de Jesús fue rápidamente identificada como una imagen invertida de una estatua del Cristo del Amor Misericordioso ubicada en el santuario de Collevalenza, obra del artista español Lorenzo Coullaut Valera. La «revolucionaria» captura del cronovisor no era más que la foto de una escultura religiosa.
En cuanto al texto de «Thyestes», los filólogos encontraron múltiples problemas. La obra reconstruida contenía solo 120 líneas cuando debería haber tenido más de 1.000. Peor aún, los expertos descubrieron que algunas palabras utilizadas en el texto no existían en el latín de la época de Ennio y que la composición mostraba un conocimiento pobre del latín clásico.
El testimonio de François Brune: ¿aliado o cómplice?
Una figura clave en esta historia es el padre François Brune, un sacerdote francés que se convirtió en el principal defensor de la existencia del cronovisor. Brune afirmó haber conocido a Ernetti en 1964 durante un viaje en ferry por Venecia, años antes de que la historia se hiciera pública.
En 2002, Brune publicó el libro «Le Nouveau Mystère du Vatican» (El nuevo misterio del Vaticano), donde detallaba sus conversaciones con Ernetti y defendía la veracidad del proyecto. Según Brune, Ernetti no confiaba completamente en el Vaticano, por lo que habría depositado copias de los planos del cronovisor en notarías de Suiza y Japón como medida de seguridad.
El sacerdote francés también reveló detalles inquietantes sobre el destino final de la máquina. Según él, tras la orden de incautación, el cronovisor habría sido desmontado y sus partes escondidas en cámaras blindadas del Vaticano, donde supuestamente permanecería hasta hoy.

Las últimas palabras de un inventor silenciado
Pellegrino Ernetti murió en abril de 1994, llevándose sus secretos a la tumba. En sus últimos años, el monje se mostró cada vez más reacio a hablar del tema. En una entrevista de 1993 con el periodista español Javier Sierra, se limitó a decir: «ya llegará el tiempo en que podré hablar». Ese tiempo nunca llegó.
Sin embargo, circulan versiones contradictorias sobre sus últimas declaraciones. Algunos afirman que en su lecho de muerte confesó que todo había sido un fraude. Otros sostienen que, por el contrario, reafirmó la existencia del cronovisor pero explicó que había sido obligado por el Vaticano a desacreditar públicamente sus propias pruebas.
Una carta supuestamente escrita por Ernetti antes de morir insistía en la veracidad del cronovisor, sugiriendo que sus anteriores desmentidos habían sido forzados por presiones eclesiásticas. Esta versión alimenta aún más el misterio en torno a su figura y su controvertido invento.
Más de 50 años después de aquella primera revelación en «Domenica del Corriere», el cronovisor sigue siendo uno de los misterios más fascinantes relacionados con el Vaticano. Entre la ciencia y la ficción, entre la fe y el escepticismo, esta máquina del tiempo permanece como un enigma que nos recuerda lo delgada que puede ser la línea entre lo posible y lo imposible.
¿Existió realmente el cronovisor? ¿Fue todo una elaborada farsa o el secreto mejor guardado de la historia moderna? Quizás la respuesta esté esperando en alguna cámara blindada del Vaticano… o tal vez solo en nuestra imaginación.
Fuentes:
- Guioteca – «La increíble historia del cronovisor: la fabulosa máquina que supuestamente captó imágenes de Jesucristo»
- Wikipedia – «Marcello Pellegrino Ernetti»
- La Dama Azul – «El Cronovisor. Su historia en exclusiva»
- Los Replicantes – «El hombre que ‘viajó’ al pasado para fotografiar a Jesucristo y publicar las imágenes»
- Espacio Misterio – «Desvelamos el origen de las imágenes del ‘Cronovisor'»
- ICN – «Cronovisor: un libro narra la historia de la máquina para fotografiar el pasado que está en el Vaticano»
