La historia detrás de «Gloomy Sunday» es tan trágica como la propia canción. Compuesta en 1933 por el pianista y compositor húngaro Rezso Seress, esta melancólica balada se ganó el título de «la canción húngara del suicidio» debido a la oscura leyenda que la rodea.
La letra original de Laszlo Jávor habla de un amante desconsolado que, devastado por la muerte de su pareja, contempla el suicidio como única salida. La canción fue prohibida en Hungría y en varias emisoras de radio en Estados Unidos y Reino Unido, ya que se creía que estaba relacionada con una serie de suicidios ocurridos poco después de su lanzamiento. Se decía que personas que la escuchaban terminaban quitándose la vida, y algunos testimonios afirmaban que la letra inducía a la desesperanza.
A pesar de la controversia, la canción se hizo mundialmente famosa cuando Billie Holiday grabó su versión en 1941, convirtiéndola en un himno del jazz melancólico.
Irónicamente, el propio Seress terminó suicidándose en 1968, saltando desde la ventana de su apartamento en Budapest, como si su trágica composición hubiera sido una premonición de su propio destino.
Aunque la conexión entre «Gloomy Sunday» y los suicidios nunca se pudo comprobar, su historia sigue fascinando a los amantes del misterio y la música, consolidándola como una de las canciones más enigmáticas jamás escritas

La oscura reputación de «Gloomy Sunday» solo creció con los años. A medida que la canción ganaba popularidad, los rumores sobre su influencia en los suicidios se multiplicaron. La prensa sensacionalista alimentó la leyenda, y medios como The New York Times y Time Magazine publicaron historias sobre personas que supuestamente se habían quitado la vida después de escucharla.
Uno de los casos más famosos fue el del zapatero Joseph Keller, encontrado muerto en Budapest con una nota que solo decía «Gloomy Sunday», junto con un pedido para que su tumba fuera decorada con 100 rosas blancas, en referencia a la letra de la canción. Otros informes mencionaban a personas que se habían lanzado al río Danubio con la partitura en sus bolsillos o que habían dejado la canción sonando en un tocadiscos antes de quitarse la vida.
El impacto de la canción fue tan fuerte que algunas emisoras de radio en Hungría, Reino Unido y Estados Unidos la prohibieron temporalmente. Se decía que su melodía hipnótica y su letra devastadora podían inducir una tristeza profunda en quienes la escuchaban. De hecho, cuando Billie Holiday la interpretó en 1941, la BBC solo permitía su versión instrumental, eliminando la letra por temor a sus efectos psicológicos.
A pesar de la controversia, «Gloomy Sunday» se convirtió en un clásico del jazz y un ícono de la música melancólica. Pero su historia sigue envuelta en misterio, dejando la pregunta abierta: ¿fue realmente responsable de tantas tragedias o simplemente un reflejo del dolor de quienes la escuchaban?

La oscura fama de «Gloomy Sunday» solo se intensificó con el paso del tiempo. A medida que la canción se hacía más conocida, los reportes de muertes asociadas a su melodía parecían multiplicarse. Dos personas se dispararon mientras la escuchaban, y en otro caso, dos individuos se ahogaron en el Danubio aferrando la partitura de la canción.
Pero el giro más escalofriante ocurrió cuando una mujer de Budapest, quien se quitó la vida ingiriendo veneno, fue identificada como la exnovia de Rezső Seress. Su última nota solo contenía dos palabras: «Gloomy Sunday». Aquella misma mujer había sido la musa detrás de la canción, cerrando el círculo trágico de su historia.
En 1941, Billie Holiday llevó la canción a la escena internacional con su interpretación en Estados Unidos y Europa, consolidando su título de «La canción húngara del suicidio». Como era de esperarse, los reportes sobre nuevos suicidios vinculados a la pieza comenzaron a surgir nuevamente, reforzando su leyenda maldita.
Tanta fue la preocupación que varias emisoras de radio prohibieron su reproducción, especialmente en la BBC, donde solo permitían la versión instrumental para evitar influencias negativas. A día de hoy, «Gloomy Sunday» sigue siendo un tema envuelto en misterio, atrapado entre la tragedia y la fascinación de su sombría melodía.

La maldición de «Gloomy Sunday» parecía no tener fin. Con el miedo colectivo en aumento, la BBC tomó una decisión sin precedentes: prohibió todas las versiones de la canción en sus emisoras. Esta prohibición se mantuvo vigente hasta el año 2002, más de seis décadas después de su estreno.
Pero la historia trágica no terminaba ahí. En 1968, Rezső Seress, el compositor de la canción, intentó suicidarse saltando por la ventana de su departamento. Sobrevivió a la caída, pero, días después, logró quitarse la vida estrangulándose con un alambre en el hospital. Así, se sumó a la larga lista de muertes relacionadas con su propia creación.
Ese mismo año, el destino pareció ensañarse también con Pál Kalmár, el primer cantante en interpretar la versión original en 1935. Tras someterse a una operación de garganta, perdió su voz para siempre, cerrando con una última nota de tragedia la historia de la canción más lúgubre jamás escrita.

Este contexto ayuda a explicar por qué tantas personas sucumbieron a la desesperanza en aquella época. La Gran Depresión trajo consigo pobreza, desempleo y desesperación, lo que pudo haber influido en la alta tasa de suicidios. En un ambiente así, una canción como «Gloomy Sunday» no hacía más que reflejar la tristeza colectiva, en lugar de ser su causa directa.
Además, los medios de comunicación jugaron un papel clave en la difusión del mito. La historia de la «canción maldita» vendía, y cada suicidio que se vinculaba con la melodía ayudaba a alimentar la leyenda. Sin embargo, no hay pruebas sólidas de que la canción tuviera un impacto real en la decisión de las víctimas.
Al final, la pregunta sigue abierta: ¿fue “Gloomy Sunday” una canción maldita o simplemente una melodía atrapada en el momento más oscuro de la historia?

La leyenda de Gloomy Sunday, también conocida como la «canción húngara del suicidio», ha generado controversia desde su lanzamiento en los años 30. Su autor, Rezső Seress, la compuso tras una ruptura amorosa, sin imaginar que quedaría envuelta en un halo de misterio y tragedia.
La historia dice que decenas de personas se quitaron la vida con la partitura de la canción en la mano. Se reportaron casos de personas que se dispararon, se ahogaron o ingirieron veneno mientras la escuchaban. Incluso, la BBC prohibió su transmisión hasta 2002. Y como si fuera poco, el propio Seress terminó suicidándose en 1968.
Pero, ¿realmente una canción puede influir tanto? Muchos expertos creen que el contexto fue clave. En los años 30, Hungría tenía una de las tasas de suicidio más altas del mundo, en plena crisis económica. Además, el Efecto Werther, un fenómeno donde los suicidios mediáticos generan imitaciones, pudo haber jugado un papel importante.
Entonces, ¿Gloomy Sunday es una melodía maldita o solo el reflejo de una época oscura? Quizás nunca lo sabremos, pero lo cierto es que sigue fascinando y aterrando a partes iguales.
