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Pintura de mujer durmiendo con criatura y caballo oscuro. Imagen surrealista y onírica de pesadilla y vulnerabilidad. Arte clásico.

Parálisis del sueño: cuando tu cuerpo duerme pero tu mente despierta

finales del siglo XVIII, el pintor Johann Heinrich Füssli culminó una de sus obras más inquietantes: La pesadilla. Inspirado en una pintura de Giulio Romano, el lienzo muestra a una mujer dormida, con un demonio agazapado sobre su vientre y la inquietante silueta de un caballo espectral al fondo. No era solo una escena de terror: representaba de forma visual un trastorno del sueño más común de lo que parece… la parálisis del sueño.

Este fenómeno ocurre cuando el cerebro se despierta, pero el cuerpo aún no. El resultado: estás consciente pero inmóvil, como si alguien apretara tu pecho. Para hacerlo más espeluznante, suele ir acompañado de alucinaciones vívidas, como figuras sombrías, voces o sensaciones de presencia. No es de extrañar que en muchas culturas se relacione con lo sobrenatural.

La parálisis del sueño forma parte del grupo de las parasomnias, según la Clasificación Internacional de los Trastornos del Sueño. Puede darse al quedarse dormido o al despertar, y aunque es generalmente inofensiva, puede resultar muy angustiante. Se estima que afecta a 1 de cada 1.000 personas, aunque muchas más han vivido al menos un episodio aislado.

A pesar de su mala fama, no se trata de una posesión ni de un portal al más allá, sino de un fallo momentáneo en la coordinación entre cuerpo y mente. Pero claro, cuando estás paralizado en tu cama y ves un ente mirándote fijamente… lo último que piensas es en la ciencia.

Mujer descansando en sofá junto a ventana luminosa. Imagen relajante de persona durmiendo en sala de estar. Ambiente tranquilo y confortable.

En una entrevista con EFEsalud, el doctor Diego García-Borreguero, director del Instituto de Investigaciones del Sueño y expresidente de la Sociedad Española del Sueño, ofreció una explicación clara sobre la parálisis del sueño. Según él, este fenómeno “tal vez sea más frecuente de lo que pensamos”, aunque muchas personas no lo reconozcan o lo atribuyan a causas sobrenaturales.

Durante la fase REM del sueño (movimientos oculares rápidos), el cerebro está muy activo y soñamos intensamente. Sin embargo, nuestros músculos voluntarios quedan en un estado de atonía, es decir, prácticamente paralizados. Esta desconexión entre cuerpo y mente evita que actuemos físicamente durante los sueños. El problema surge cuando esta parálisis muscular propia del sueño REM se filtra a las fases más profundas del sueño NO REM o incluso al momento de despertar.

Cuando esto ocurre, la persona está consciente pero inmóvil, sin poder mover brazos, piernas o incluso hablar. De hecho, también se paraliza la laringe, lo que impide emitir sonidos. Lo único que permanece activo es el diafragma (nos permite seguir respirando) y los ojos.

Aunque pueda parecer eterno, el episodio dura entre 20 segundos y 2 minutos como máximo, y luego desaparece sin dejar secuelas. Episodios más largos son muy raros. Aunque angustiante, se trata de un fenómeno benigno, y comprender su base fisiológica ayuda a restarle ese aura tan siniestra que siempre lo ha rodeado.

Imagen de persona en cama con expresión de preocupación. Mujer durmiendo con rostro tenso bajo manta azul. Noche de insomnio o pesadilla.

Cualquiera de nosotros, en una situación de privación crónica del sueño, puede acabar desarrollando parálisis del sueño”, afirma el doctor Diego García-Borreguero, director del Instituto de Investigaciones del Sueño. Este fenómeno puede aparecer como un síntoma aislado, aunque también puede integrarse en cuadros más complejos.

Uno de los elementos más llamativos que suelen acompañar a la parálisis del sueño son las alucinaciones hipnagógicas, que pueden ser auditivas, visuales o táctiles. Las más frecuentes son las de tipo visual y cenestésico (sensaciones físicas anómalas), mientras que las auditivas son menos habituales. Sin embargo, el doctor aclara que, técnicamente, no son alucinaciones reales, sino pseudoalucinaciones: la persona afectada es consciente de que lo que experimenta no es real, por mucho que lo sienta de forma intensa.

Este tipo de manifestaciones sensoriales ha dado pie, a lo largo del tiempo, a relatos de experiencias paranormales, apariciones, demonios nocturnos o incluso abducciones alienígenas. Pero la ciencia ofrece una explicación más plausible: según el especialista, quienes padecen esta condición “raramente creen que lo vivido sea real”. Cuando hay una creencia firme en la experiencia, “probablemente haya un trasfondo psiquiátrico o esquizofrénico”.

Finalmente, García-Borreguero puntualiza que la parálisis del sueño no suele requerir tratamiento específico, ya que “funciona más como un indicador de otras posibles alteraciones médicas que como un problema clínico en sí mismo”.

Hombre despierto en la cama en la oscuridad. Mirada de sorpresa o miedo en la noche. Insomnio o alerta nocturna.

¿Por qué se produce la parálisis del sueño?

Aunque este trastorno pueda parecer aleatorio, en realidad suele tener causas bien definidas. En orden de frecuencia, las más comunes son las siguientes:

  1. Asociada a otra patología: La causa más frecuente es su aparición como síntoma de otra enfermedad, especialmente de la narcolepsia. Esta afección dificulta mantenerse despierto durante el día y suele venir acompañada de cataplejía, parálisis del sueño y alucinaciones hipnagógicas.

  2. Privación severa del sueño: El segundo motivo más común aparece en personas sanas que atraviesan periodos de falta de sueño. Dormir mal o poco durante días puede alterar las fases del sueño y desencadenar estos episodios.

  3. Causa hereditaria: Menos habitual, pero posible. En algunos casos existe un componente genético, especialmente cuando varios miembros de la misma familia presentan este trastorno como único síntoma.

La buena noticia es que muchas veces, el origen tiene que ver con factores fácilmente modificables, como el estrés, los cambios de horario extremos (jet lag) o los hábitos de sueño irregulares. Estas situaciones conducen a una privación de sueño que favorece la aparición de parálisis.

En resumen, la clave está en el descanso. Mantener una buena higiene del sueño, dormir lo suficiente y cuidar la salud mental pueden marcar una gran diferencia. Así que ya sabes: antes de invocar fantasmas, tal vez sea hora de apagar el móvil y dormir un poco más.

Parálisis del sueño: cuando tu cuerpo duerme pero tu mente despierta | 1

¿Cómo prevenir la parálisis del sueño?

La mejor herramienta es una buena higiene del sueño. Dormir al menos siete horas y media por noche, mantener horarios regulares para acostarse y despertarse, evitar trasnochar, los turnos nocturnos y ciertos medicamentos que alteran el sueño REM (como los antidepresivos), puede reducir significativamente las probabilidades de sufrir este trastorno.

Sobre los antidepresivos, el doctor García-Borreguero advierte que son “un arma de doble filo”. Aunque se usan para tratar parálisis del sueño, al suspenderse pueden provocar nuevos episodios. Es decir, te pueden ayudar… pero también jugarte una mala pasada.

¿Es peligrosa la parálisis del sueño?
No, y eso es importante tenerlo claro. “La parálisis del sueño no implica ningún riesgo para la salud”, asegura el especialista. Dura unos segundos o pocos minutos, y no afecta músculos esenciales como el diafragma (así que respiras con normalidad).

Eso sí, la primera vez puede ser muy impactante. “Muchas personas creen que están teniendo un ictus o un episodio grave”, explica el doctor. Y si se suman las alucinaciones hipnagógicas, el susto se multiplica. Pero calma: no te estás volviendo loco.

En resumen: si alguna vez te pasa, no entres en pánico. Respira, espera unos segundos y verás cómo todo vuelve a la normalidad. Y si te pasa seguido, no dudes en visitar a un especialista del sueño. Dormir mejor es posible… ¡y necesario!

Mujer despierta en la cama con cara de preocupación. Insomnio y ansiedad nocturna. Reloj despertador en primer plano.

¿Parálisis del sueño o una pesadilla despierta?

“La habitación está zumbando por la energía eléctrica… y sé que hay algo más ahí, algo malo”. Así describía Laura uno de sus episodios más aterradores de parálisis del sueño a su neuropsicólogo clínico Paul Broks. A su lado, un hombre arrugado y una criatura mitad araña, mitad cangrejo, aparecen en el rabillo del ojo. En segundos, la criatura la muerde y el hombre le oprime el pecho y la garganta. Imposible moverse. Imposible gritar.

No es una historia de terror. Es neurociencia.
Según Broks, durante estos episodios “hay evidencia de un aumento de flujo sanguíneo a las zonas menos racionales del cerebro”. Y eso incluye a la amígdala, nuestro radar natural del miedo, que entra en modo de hiperalerta. Resultado: el terror se dispara sin frenos.

Desde fuera, el cuadro no es más alentador. Según Chris French, director de la Unidad de Investigación de Psicología Anomalística en la Universidad Goldsmiths de Londres, la persona “experimenta dificultad para respirar, presión en el pecho y un miedo extremo”.

Todo esto ocurre mientras la persona está consciente pero inmóvil, atrapada entre el mundo de los sueños y la vigilia.

¿Pesadilla? Puede que la palabra se quede corta. La parálisis del sueño es una ventana a uno de los estados más inquietantes del cerebro humano. Y aunque no es peligrosa, sí puede hacernos sentir como si estuviéramos viviendo una escena de película… pero sin poder huir.

Imagen de pesadilla con sombras de manos sobre mujer en cama. Escena de terror psicológico e indefensión. Sombras amenazantes.

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