Pequeños cambios que pueden hacerte más feliz según la ciencia

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“La felicidad es cuando lo que piensas, dices y haces están en armonía”, decía Mahatma Gandhi. Y no es por contradecirlo, pero lograr esa armonía no siempre es fácil… aunque tampoco imposible.

Todos queremos ser felices, pero cada uno tiene su propia idea de lo que eso significa. Algunos piensan que es tener éxito, otros que es tener paz, y hay quienes la buscan en una buena pizza. Pero la felicidad no es solo un destino, también es la forma en que caminamos. Sentirse bien con uno mismo, día a día, es clave para llevar una vida más equilibrada y saludable.

Claro, no siempre estamos en el mejor momento. Hay días nublados y semanas que parecen eternas. Pero incluso ahí, hay cosas que sí podemos hacer para mejorar cómo nos sentimos. Y no, no es repetir frases motivacionales frente al espejo… aunque si funciona, adelante.

El psicoterapeuta Iñaki Bilbao Macías lo resume bien: ser feliz se trata de tomar pequeñas decisiones coherentes con tus valores y metas personales. Esas elecciones diarias, aunque parezcan mínimas, suman. Y no hablamos de cambiar tu vida de golpe, sino de ir afinando el rumbo.

Como decía Viktor Frankl, la felicidad no es una meta que se persigue, sino una forma de vivir. A veces, basta con dejar de buscarla para que aparezca sin hacer ruido… y se te pose en el hombro como una mariposa sin avisar.

Retrato de primer plano de una pareja sonriente al aire libre. Una mujer está a horcajadas sobre la espalda de un hombre, simbolizando alegría y compañerismo en un entorno natural.

Hay días en los que te levantas sintiéndote genial… y otros en los que todo parece nublado, incluso si hay sol. A veces es el clima, otras veces una fecha que remueve recuerdos. Pero si en la suma del año decides sentirte bien más días que no, entonces vas por buen camino.

1.- Primero, elige ser feliz. Luego, piensa cómo lograrlo.

La escritora Bonnie Ware, que trabajó en cuidados paliativos, acompañó a muchas personas en sus últimos momentos. ¿Sabes cuál fue el arrepentimiento más repetido? “Ojalá hubiese tenido el valor de vivir una vida auténtica, no la que otros esperaban de mí”. Fuerte, ¿no?

La realidad es que la vida no va a pausar sus giros mientras tú esperas el momento perfecto. La felicidad no cae del cielo en forma de oportunidad, pareja o éxito. Hay que tomar una decisión activa y diaria: quiero ser feliz, y voy a trabajar en ello.

Como cualquier hábito, esto requiere práctica. No se trata de negar los problemas, sino de enfrentarlos desde una actitud distinta. ¿Cómo? Con intención y pequeños cambios. Sal de la zona de confort, suelta rutinas que ya no te hacen bien, y da paso a nuevas formas de pensar y vivir.

En vez de perseguir la felicidad como si fuera un premio, empieza a vivirla desde hoy, en lo cotidiano, en lo simple. Porque a veces no se trata de buscar… sino de permitirte sentir.

Mujer joven disfrutando de la nieve en una calle adornada con luces. Imagen de invierno, alegría y espíritu festivo.

Un estudio de la psicóloga June Gruber, de Yale, revela algo curioso: buscar la felicidad de manera obsesiva puede generar justo lo contrario, angustia. Esto pasa cuando pensamos que todas las acciones sugeridas para ser feliz deben funcionar sí o sí, y cuando no vemos resultados inmediatos, la frustración nos gana.

La realidad es que la felicidad no es un resultado mágico ni un clic instantáneo, sino un cambio real y constante en tu estilo de vida. Y sí, eso toma tiempo y práctica.

Para arrancar, prueba hacer algunos cambios simples como: perdonar, dejar ir, relajarte (no todo está bajo tu control), priorizar la paz en vez de la razón, redefinir tus valores, sonreír más, agradecer, evitar la auto presión y disfrutar cada bocado de comida con calma.

2.- Conecta con la naturaleza

Está comprobado que vivir cerca de espacios verdes o pasar tiempo al aire libre mejora nuestra salud mental. La conexión con la naturaleza activa áreas del cerebro ligadas a la felicidad, incluso solo con ver imágenes naturales.

Además, salir al exterior nos expone a la luz solar, facilitando la absorción de vitamina D, fundamental para nuestro bienestar emocional. De hecho, niveles bajos de esta vitamina se relacionan con más depresión.

Así que ya sabes, la felicidad no es un destino lejano, sino que puede empezar con un paseo al parque o simplemente respirando profundo frente a un árbol. A veces, lo que necesitamos está mucho más cerca de lo que creemos.

Niña rubia recolectando flores silvestres en un campo soleado. Imagen de infancia, naturaleza y alegría en un entorno floral colorido.

3.- Haz algo bueno por alguien

Ayudar a otros es una forma poderosa de aumentar tu propia felicidad, y de paso, mejorar el día de alguien más. Pero no, no se trata solo de dar plata en la calle. A veces una palabra amable, como un “buenos días” al barista o un “gracias” al chofer del bus, puede marcar la diferencia. También vale recoger el correo del vecino o ceder el asiento en el metro.

La ciencia lo confirma: ayudar a otros aumenta la satisfacción con la vida, da un sentido de propósito, mejora el ánimo, y reduce el estrés. Además, regalar tu tiempo como voluntario también eleva tu sensación de bienestar.

4.- Perdona tus fracasos. Más aún: ¡celébralos!

Intentar vivir sin emociones negativas es como quejarse de la gravedad, imposible. Las emociones difíciles son tan naturales como la alegría o la felicidad. Aceptar esos momentos malos nos abre la puerta para disfrutar más la positividad.

Darnos permiso para ser humanos y perdonarnos las debilidades es clave. En 1992, Mauger y su equipo estudiaron el perdón y encontraron que quienes se perdonan menos, suelen sufrir más ansiedad, depresión y baja autoestima.

Así que la próxima vez que falles, en vez de flagelarte, recuerda que esos tropiezos forman parte del camino hacia una vida más plena. Celebra lo que aprendiste y sigue adelante, porque ser feliz también es aceptar que no siempre somos perfectos.

Pareja relajándose al aire libre con su perro pug. Disfrutan de un momento de tranquilidad con bebidas calientes en un entorno acogedor y casual.

5.- Proponte y planea tus metas

Está comprobado que sentirte bien respecto al futuro es clave para tu felicidad. Tener objetivos claros funciona como una brújula que te da dirección y, cuando los logras, generan una gran satisfacción y motivación.

Es importante que tus metas sean lo suficientemente retadoras para emocionarte, pero también alcanzables. Si te pones objetivos muy alejados de tu realidad actual, solo aumentarás la ansiedad y el estrés. Además, si no los cumples en el tiempo planeado, la frustración puede minar tu autoestima.

Recuerda que pensar en el futuro siempre es un poco adivinar, así que mantener los pies en la tierra es fundamental. Tener expectativas demasiado optimistas puede llevar a la decepción y a una visión pesimista si las cosas no salen como esperabas.

Lo ideal es combinar una visión realista y optimista para aumentar tus probabilidades de éxito. Planear objetivos alcanzables genera una actitud positiva día a día, como cuando te preparas para unas vacaciones o una salida especial.

De hecho, un estudio mostró que simplemente pensar en una experiencia agradable próxima —por ejemplo, ver una película o pasar tiempo con amigos— puede aumentar tus niveles de endorfinas en un 27% y reducir el estrés. Estas sustancias químicas cerebrales están relacionadas con la alegría y la euforia.

Así que, proponte metas reales pero motivadoras, y aprovecha el poder de la anticipación para sentirte más feliz cada día.

Hombre de espaldas frente a una pared llena de ideas y proyectos. Un concepto visual de planificación, creatividad e innovación en el trabajo.

6.- Acompaña y ayuda a otras personas

A veces estamos tan enfrascados en nuestras tareas, trabajo y preocupaciones que parece que el día se escapa sin nada que mostrar. Sin embargo, se ha demostrado que dedicar un par de horas a ayudar a otros puede hacer que nuestra percepción del tiempo sea mucho más rica y abundante.

Según Cassie Mogilner, investigadora de la Wharton School especializada en felicidad y gestión del tiempo, un estudio reveló que ceder parte de nuestro día a los demás genera la sensación de que el tiempo fue más abundante al final de la jornada, incluso más que si lo dedicáramos solo a nosotros mismos.

Ya sea sumarte a un voluntariado, ser mentor, apoyar a un compañero o simplemente ser un buen confidente para un amigo, estos gestos amplían tu sentido del tiempo y llenan de satisfacción.

Más allá de horas o dinero, lo verdaderamente valioso es el impacto que estas acciones tienen en los demás. Un simple gesto puede hacer que alguien se sienta valorado, acompañado y lleno de esperanza, a veces sin que ni siquiera lo notemos.

Dedicar tiempo a otros no solo mejora su día, sino también el tuyo. Así que, si quieres sentir que el día rindió más, prueba regalar un poco de ti. Seguro que tanto tú como quien recibe ese apoyo lo agradecerán.

Dos niñas pequeñas pasean cogidas de la mano por un sendero rodeado de vegetación. Vestidas con coloridos vestidos, disfrutan de un día al aire libre en la naturaleza.

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