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¿Qué hay después de la muerte? Creencias, teorías y lo que dice la ciencia

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Tiempo de lectura: 6 minutos

“Fue como apagar el televisor. Un segundo estaba todo bien, y al siguiente, estaba rodeado de médicos, patas arriba y conectado a una bolsa de sangre”. Así describe un hombre su experiencia tras haber sido clínicamente muerto por un minuto. Su historia no es única, pero sí inquietante. Porque, más allá del susto, nos lanza una de las preguntas más antiguas y humanas: ¿hay vida después de la muerte?

Desde siempre, hemos buscado respuestas a ese enigma, y en el camino inventamos religiones, teorías y muchas conjeturas. Pero lo cierto es que, por más vueltas que le demos, nadie sabe a ciencia cierta qué hay al otro lado. Aun así, muchos relatos de quienes estuvieron “casi” muertos coinciden en ciertos elementos: una luz blanca, sensación de paz, desconexión corporal y un túnel largo y brillante. ¿Casualidad o patrón?

Aquí entra en juego el estudio publicado en la revista Resuscitation, liderado por la Facultad de Medicina Langone de la Universidad de Nueva York. Esta investigación analizó la conciencia en personas que estuvieron clínicamente muertas… y luego volvieron. Según los médicos, la muerte se declara cuando cesa la respiración, el corazón se detiene y no hay ondas cerebrales detectables. Hasta ahí, todo claro.

Pero el estudio rompe esquemas: sugiere que la conciencia podría persistir brevemente después de morir. Es decir, que uno podría incluso escuchar cómo los médicos declaran su fallecimiento. Nada mal para una mente que, supuestamente, ya no está en funcionamiento.

Persona caminando hacia la luz al final de un túnel. Fotografía en blanco y negro sobre esperanza y superación.

Varios de quienes han vivido una experiencia cercana a la muerte (ECM) aseguran recordar con claridad lo que ocurrió mientras estaban clínicamente muertos. ¿Cómo es posible? Algunos incluso describen las conversaciones del personal médico, el tono de voz, e incluso los gestos de frustración o tristeza en sus rostros. Estos testimonios impulsaron el estudio AWARE (Awareness during Resuscitation), el más grande hasta la fecha sobre conciencia durante paros cardíacos.

El investigador Sam Parnia y su equipo analizaron los casos de 2.060 pacientes que sufrieron un paro. De ellos, 330 sobrevivieron, y 140 reportaron haber tenido algún tipo de ECM. Aunque muchos dijeron no recordar con precisión, un 39% describió una sensación de conciencia, y un grupo reducido logró detallar lo que ocurría en la sala de reanimación. Sí, como si la mente siguiera funcionando cuando el cuerpo ya tiró la toalla.

Según Parnia, el objetivo era claro: entender si la conciencia desaparece por completo al morir o si persiste brevemente, y cómo se relaciona esto con lo que ocurre en el cerebro. Lo inquietante es que no es el único estudio con resultados similares.

En 2008, la Universidad de Southampton inició una investigación paralela cuyos datos se publicaron en 2014. Analizaron pacientes que estuvieron clínicamente muertos y luego fueron reanimados. Y sí, también muchos relataron vivencias lúcidas durante ese tiempo. ¿Alucinaciones? ¿Memorias fabricadas? ¿O señales de que aún no lo entendemos todo?

¿Qué hay después de la muerte? Creencias, teorías y lo que dice la ciencia | 1

Es cierto que, tras detenerse el corazón y la respiración, el cerebro aún puede seguir funcionando durante unos segundos o incluso minutos. La conciencia, por tanto, no se apaga de inmediato, como si se desenchufara una lámpara. Esto explicaría algunas experiencias cercanas a la muerte (ECM). Pero no todas. Los estudios de la Universidad de Southampton revelan que, en varios casos, los pacientes no mostraban actividad cerebral detectable durante los momentos que luego describieron… ¡con asombrosa precisión! Detalles exactos de objetos, conversaciones y escenas que ocurrieron mientras, supuestamente, ya no estaban “aquí”.

Otro experimento, realizado por la Technische Universität de Berlín, incluyó tanto a creyentes como ateos. Todos fueron reanimados tras varios minutos clínicamente muertos, y la mayoría describió experiencias similares: entornos de paz, luces brillantes, y una extraña sensación de lucidez y desapego. Estas investigaciones han tenido tal impacto que incluso se presentaron en foros de la ONU.

Un caso conmovedor es el de un hombre que, durante una cirugía, estuvo varios minutos en muerte clínica. Al despertar, contó: “Estaba en un lugar sin luz, sin estrellas. No flotaba, pero era consciente de estar ahí. Sentía una paz neutral. Vi una luz, pero no tenía necesidad de ir hacia ella. Pensé en mi vida, como hojeando un libro sin prisa. Aún temo morir, pero no me inquieta lo que viene después”.

¿Ilusiones del cerebro… o una puerta entreabierta a algo más?

Libro abierto con una mano volteando la página. Lectura, aprendizaje y placer de la lectura.

Una de las experiencias más impactantes asociadas a la muerte clínica es la de reencontrarse con un ser querido fallecido. Así lo relató un hombre tras un brutal accidente en moto a más de 80 km/h. Los médicos lo dieron por muerto durante el traslado, pero él asegura que, en ese lapso, vio a su hermano fallecido por sobredosis. “Todo se volvió negro y silencioso. De repente, lo vi sentado cerca de mí. Miraba su reloj y me decía: ‘Van a llegar pronto’. Quisiera recordar más, pero todo fue muy confuso”.

Otro testimonio describe una escena surrealista: “Sentí como si algo me arrastrara hacia atrás, como una corriente. Vi un jardín sin flores, solo hierba y polvo. Había una zona de juegos y dos niños. Sentí que podía quedarme, pero decidí volver por mi madre. Estuve clínicamente muerto durante seis minutos”.

Un usuario que pasó por quimioterapia resume su experiencia con una extraña pero reconfortante metáfora: “Es como cuando atrasas la alarma. Te gustaría seguir en esa paz, pero sabes que aún no es momento. Aún tienes cosas por hacer”.

Y por supuesto, no todas las ECM son extraordinarias. Una persona relata entre risas: “No vi luces, ni túneles, ni nada raro. Solo quería dormir. Me contaron que pregunté diez veces qué me había pasado”.

Cada experiencia es única, pero todas parecen coincidir en una idea común: hay algo más allá del apagón, y, al menos por un instante, la conciencia parece no apagarse del todo.

Banco solitario en blanco y negro con niebla. Soledad, tranquilidad y paisaje minimalista.

Una de las teorías más llamativas que intentan explicar la posible existencia de vida después de la muerte es el biocentrismo, propuesta por el científico Robert Lanza. Esta hipótesis se basa en principios de la física cuántica y sostiene que la muerte no es real, sino una construcción mental. Según Lanza, no es el universo el que crea la vida, sino que la vida —y especialmente la conciencia— es la que da forma al universo, incluyendo conceptos como el espacio, el tiempo… y la muerte.

El experimento de la doble rendija, donde una partícula se comporta como onda o partícula dependiendo de si es observada, es uno de los argumentos clave. Además, el autor incorpora la posibilidad de universos múltiples, donde la conciencia podría, en teoría, continuar existiendo en otra dimensión al morir.

En el otro extremo, la comunidad científica tradicional defiende que no hay evidencia sólida de que exista algo más allá de la muerte. La conciencia está directamente ligada al cerebro, y cuando cesa la actividad cerebral, la conciencia también desaparece. Desde este enfoque, las experiencias cercanas a la muerte serían el resultado de procesos biológicos: actividad cerebral residual, alteraciones en el lóbulo temporal y efectos ópticos provocados por la dilatación pupilar o la hipoxia.

Así, aunque teorías como el biocentrismo despiertan fascinación, no hay pruebas concluyentes que respalden la idea de que la muerte no es el final. Por ahora, el misterio sigue abierto, dividido entre ciencia, percepción y creencias.

Agujero negro en el centro de una galaxia azul y púrpura. Espacio, astronomía y misterio cósmico.

El físico y cosmólogo Sean Carroll, profesor en el Instituto de Tecnología de California (Caltech), sostiene que la vida después de la muerte es incompatible con las leyes de la ciencia moderna. En su ensayo “Physics and the Immortality of the Soul”, Carroll cuestiona: si el alma sobrevive al cuerpo, ¿de qué está hecha? ¿Cómo interactúa con la materia física?

Según él, quienes defienden esta idea deberían explicar qué tipo de partículas componen el alma y por qué no han sido detectadas. “Estamos hechos de átomos. Cuando morimos, es como apagar una vela o una computadora: no hay nada que abandone el cuerpo. Simplemente deja de funcionar”, señala.

Carroll explica que la conciencia humana se basa en átomos y electrones organizados de cierta forma. Pero cuando esa estructura colapsa, también lo hace la conciencia. Las leyes físicas que rigen nuestro universo, particularmente la teoría cuántica de campos, no permiten que la información del cerebro sobreviva tras la muerte.

Esta teoría sostiene que hay un campo en el universo para cada tipo de partícula. Si existieran “partículas espirituales” o fuerzas que sostienen la conciencia más allá del cuerpo, ya las habríamos detectado en experimentos científicos. Según Carroll, no hay rastro alguno.

“Creer en la vida después de la muerte implicaría una física que va más allá del modelo estándar”, asegura. Pero hasta ahora, no hay evidencia de una nueva física capaz de explicar esa posibilidad. Para la ciencia, todo lo que somos termina con el último latido.

Imagen con ruido visual y una línea brillante horizontal. Estática, interferencia y fallo técnico.

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