¿Alguna vez te has preguntado de dónde vienen palabras como “O.K.” o incluso “fuck”? Detrás de muchas expresiones cotidianas hay historias tan insólitas que parecen sacadas de una película. Porque, sí, las palabras también tienen su pasado… ¡y vaya que algunas lo tienen bastante escandaloso!
Empecemos con “O.K.”. Una de las teorías más populares apunta a la Guerra Civil de Estados Unidos. Cuando las tropas regresaban sin bajas, escribían en una pizarra “0 Killed” (cero muertos). Al parecer, fue tanto el alivio que esa expresión se convirtió en sinónimo de que todo estaba bien. Y con el tiempo, se redujo a las dos letras mágicas: O.K.
Pero ojo, que hay otra versión más divertida. En el siglo XIX se volvió moda escribir frases mal a propósito. Entonces, “all correct” se transformó en “oll korrect” (sí, con K y todo). De esa ortografía creativa nació el famoso “O.K.”. Un juego de palabras que terminó volviéndose universal.
Incluso hay registros de 1815 donde ya aparece esta abreviación en diarios personales, como el de William Richardson. Así que, aunque su origen exacto es un poco confuso, está claro que la expresión se quedó para siempre.
Hoy decimos “OK” para casi todo: confirmar, aprobar, aceptar… o simplemente terminar una conversación. Quién diría que estas dos letras tan simples tienen una historia de guerras, errores ortográficos y mucha inventiva.

Yanqui
¿De dónde viene esa palabra tan usada —y a veces no con tanto cariño— para referirse a los estadounidenses? Pues según la versión más aceptada, “yanqui” proviene del término holandés “Janke”, diminutivo de “Jan” (algo así como “Juanito”). Era un apodo común entre los colonos neerlandeses que se asentaron en lo que hoy es Nueva Inglaterra. Como “John” era un nombre más común que el pan con mantequilla, “Janke” terminó por convertirse en un término general para esos nuevos colonos… y, con los años, en una forma de referirse a todos los estadounidenses. Curioso, ¿no?
Trivial
¿Te suena la palabra trivial? Hoy la usamos para decir que algo es sin importancia. Pero su origen viene con un cruce de caminos… literal. En el latín clásico, un trivium era un lugar donde se cruzaban tres caminos, y como allí solía reunirse todo el mundo —viajeros, comerciantes, incluso prostitutas—, se convirtió en sinónimo de lugar común. El adjetivo derivado, trivialis, ya en tiempos de Suetonio, significaba algo vulgar o poco relevante. Y así, de tanto cruce y charla, “trivial” pasó a describir lo que es sabido por todos o no tiene mayor trascendencia.
Así que la próxima vez que digas que algo es trivial, recuerda que estás hablando como un viejo romano… aunque sin toga.

Snob
Seguro has escuchado a alguien decir “qué snob” cuando se refiere a una persona que aparenta ser más refinada de lo que realmente es. Pero lo divertido es que la palabra “snob” proviene de un origen que dista mucho de esa supuesta elegancia. En realidad, su origen es más bien… plebeyo.
Corría el siglo XVII en Cambridge, cuando la universidad empezó a aceptar, por primera vez, estudiantes no nobles. Sí, como lo lees: por mucho tiempo, estudiar allí era solo para aristócratas. Pero en un ataque de inclusión (o porque alguien necesitaba más matrículas), comenzaron a aceptar alumnos becados que no pertenecían a la nobleza. Ahora bien, como no podían mezclarse con la “gente bien”, estos estudiantes recibían una marca en su matrícula: “sine nobilitate”, que en latín significa sin nobleza.
Pero, como escribir tanto cansa (y la tinta no era gratis), la frase fue abreviada a “s.nob.”, y de ahí surgió la palabra “snob”. Ironic twist: con el tiempo, el término pasó a designar a quienes intentan parecer aristócratas sin serlo, imitando gustos, modales o hasta acentos.
Así que la próxima vez que alguien critique a un “snob”, recuerda que ese insulto nació como un sello para identificar justamente a quienes venían del pueblo. Curiosa forma de dar la vuelta a la historia, ¿no?

Fuck
Esta palabra inglesa que todos conocemos y que equivale a nuestro clásico “joder” tiene un origen curioso, aunque nada confirmado del todo. Se dice que viene de la Edad Media en Inglaterra, cuando la Iglesia tenía un control férreo sobre la moralidad y las relaciones sexuales. En esa época, no podías simplemente tener relaciones sin permiso; si una pareja quería tener un hijo, debía solicitar una autorización especial al Rey.
¿Lo más loco? A quienes recibían el permiso se les entregaba una placa que decía: “Fornication Under Consent of the King”. ¡Sí, en serio! Y para abreviar esta frase, usaban las siglas F.U.C.K.. Aunque esta historia parece casi un mito urbano, ha calado bastante como explicación divertida del origen de la palabra.
Lo cierto es que “fuck” ha evolucionado y hoy es una de las expresiones más usadas para expresar frustración, sorpresa o enfado, y su raíz exacta se pierde en el tiempo. Pero seguro que pensar en placas reales para tener sexo te arranca una sonrisa.
Salario
¿Sabías que el origen de la palabra “salario” tiene que ver con la sal? En la antigüedad, la sal era tan valiosa que la llamaban “oro blanco”. No solo servía para dar sabor a la comida, sino también como antiséptico para curar heridas y, sobre todo, para conservar alimentos cuando no existían frigoríficos.
Desde el antiguo Egipto hasta Grecia y Roma, a los trabajadores se les pagaba con sal porque era un bien imprescindible. Así que, al recibir esta “paga”, se empezó a llamar a ese pago “salario”.
Más tarde, en el Imperio Romano, esta forma de pago se formalizó y el término “salario” quedó para referirse al dinero que recibían los trabajadores por su labor. Así que cada vez que recibas tu salario, piensa que tus antepasados tal vez lo cobraban con un puñado de sal.

Alarma
La palabra alarma es bastante común, pero su origen es bastante épico. Viene de la época de las guerras entre españoles y musulmanes por el control de la península ibérica. En esos tiempos, las batallas y los ataques eran algo habitual y peligroso. Para protegerse, los españoles colocaban vigías en las murallas de sus ciudades. Cuando veían que tropas enemigas se acercaban, no dudaban en gritar: “¡Al arma!”, una llamada urgente para que sus compañeros acudieran en su ayuda.
Esa expresión, que literalmente pedía que se alzaran las armas para defenderse, se fue popularizando y con el tiempo quedó como el término que hoy usamos para referirnos a cualquier señal o aviso que alerta sobre un peligro inminente. Así que, la próxima vez que suene una alarma, piensa en aquellos valientes vigías que gritaban para salvar sus pueblos.
Canguro
El canguro, ese curioso animal con orejas grandes y peludas, ojos tiernos y una bolsa donde lleva a sus crías, tiene una historia de nombre bastante divertida. Cuando los primeros occidentales llegaron a Australia y preguntaron a los aborígenes cómo se llamaba ese animal, estos respondieron algo que sonaba como “Kan Ghu Ru”.
Pero aquí viene lo gracioso: esa expresión no era el nombre del animal, sino que significaba “no te entiendo” en la lengua nativa. Así, sin querer, los exploradores occidentales adoptaron esa frase como el nombre oficial de este simpático marsupial, y así quedó para la posteridad.

Desastre
La palabra desastre tiene un origen fascinante que se remonta al francés désastre, que a su vez proviene del antiguo italiano disastro. Pero su raíz más antigua está en el griego, donde se combinan dos términos: dis, un prefijo con connotación negativa, y aster, que significa estrella. Juntos forman la expresión “sin estrella” o “mala estrella”, que en esencia quiere decir desgracia o mala suerte.
Los griegos antiguos tenían una gran fascinación por el cielo y la astronomía. Creían firmemente que la posición y movimiento de los astros influían directamente en los acontecimientos de la vida humana y en la tierra. Para ellos, una “mala estrella” podía presagiar desastres naturales, problemas en la sociedad o momentos de mala fortuna.
Por eso, la palabra desastre comenzó a usarse para describir situaciones negativas, infortunios o hechos desafortunados que afectaban la vida cotidiana, desde tormentas o sequías hasta guerras y otros eventos trágicos.
Hoy en día, aunque ya no creemos tanto en la influencia directa de los astros, seguimos usando esta palabra para referirnos a cualquier suceso grave o calamitoso. Así, el término mantiene viva esa antigua conexión con el cielo y sus misterios, recordándonos cómo la humanidad siempre ha buscado entender su destino a través de la observación de las estrellas.
